American Valhalla: ¡Levántate, Iggy! Porque Josh te ama Miércoles, 06 de Diciembre de 2017 A mediados de los 90, durante una gira de Kyuss por Estados Unidos, un joven Josh Homme escucha en la radio de una camioneta The Idiot, el primer álbum solista de Iggy Pop, producido por su amigo David Bowie durante la críptica etapa berlinesca de ambos, en plena rehabilitación. Ese día cuenta Josh-, decidió separarse de la banda fundadora del stoner. El disco decía todo lo que yo quería decir, pero mejor, le confesó al New York Times.Por eso, cuando a principios de 2015 Iggy le mandó un mensaje de texto que decía simplemente: sería bueno juntarnos a escribir algo algún día con Queens of the Stone Age en plena gira de ...Like Clockwork-, Homme sintió que tenía que ponerse a prueba, aceptar el reto de estar con su ídolo. Su mentor. De esa manera daban inicio a una aventura revitalizadora y emocionante, que se concretó en el disco Post Pop Depression y en su posterior gira de promoción, que culminó en mayo del 2016 con dos fechas que marcaron a fuego a cada integrante del colectivo: el Royal Albert Hall de Londres y Le Grand Rex de Paris.El documental American Valhalla con función exclusiva para sudamérica en el Teatro Nescafé como antesala al Festival In-Edit, programado para abril de 2018-, es el registro de todo ese proceso, que se presenta como un libro abierto, íntimo y honesto, con estos músicos de generaciones distintas que la música y la admiración mutua logró reunir.El tiempo no es tu amigo, narra Homme al inicio, en una imagen provocadora que lo muestra llegando al desierto en su motocicleta, y un relato que vuelve a repetir en un camerín en plena gira. El inclemente paso del tiempo es una preocupación para ambos, y quizás esa aflicción los unió mucho más. Y sin duda, es el concepto que cruza todo el film. Y es que el tiempo apremia. Iggy ya es un veterano, una leyenda del rock peligroso, sí, pero que la muerte igualmente le ha susurrado al oído. Le ha dicho que ha llevado al valhalla a sus grandes amigos: Lou Reed en 2013, Scott Asheton (baterista de The Stooges) un año más tarde, y a David Bowie en 2016. No debe ser fácil tener esos fantasmas rondando tu cabeza. Por otro lado, Homme con la cámara en primer plano, va leyendo su diario de vida que comenzó a escribir para no olvidarse de las cosas importante que le ocurrían.Tanto Josh como Iggy hablan con entusiasmo acerca de vivir el momento, pero también con un tono preocupante. Su intención es convencernos, y para ello, cuentan detalladamente cómo se gestó el proyecto, con la Iguana mensajeando al colorado líder de QOTSA desde su casa en Miami, enviándole material exclusivo sobre su trayectoria (poemas, detalles de los procesos compositivos en Berlín junto a Bowie, ideas escritas a pulso, etc.) para convencerlo del trabajo (como si hiciera falta). Mientras, por otro lado Josh cuenta su parte: la admiración eterna a Pop, la emoción adolescente al recibir la encomienda con material de su ídolo, las noches de insomnio, y la incapacidad de poder responder al llamado. Todo ocurre en una seguidilla de escenas, entrevistados por separados y juntos, donde el relajo y sentido del humor de Iggy para contar el relato se toman el guión.Por eso, este documental, que si bien comete algunos errores de principiantes (está co-dirigido por el propio Homme y el fotógrafo Andreas Neumann, dos novatos en la dirección de cine), como la aparición fantasmal de Anthony Bourdain, que oficia de entrevistador; o algunos baches innecesarios que hacen que se sienta el tiempo de duración, ofrece un interesante material que va más allá de la anécdota del disco, del proceso de armar la banda, de la composición y la grabación. Lo fundamental en American Valhalla es cómo nos involucra en la carga mental y emocional que estos artistas sienten. La lucha del ego, de estar a la altura de la grandeza que representan, los sentimientos de agobio por la presión que se autoimponen, y el respeto mutuo (aunque ambos se tratan de cabrones). Ese viaje sicológico que acompaña a las sesiones en El Rancho de la Luna y los Pink Duck Studios es el otro pilar de la película.La complicidad que lograron en sus encuentros empujó a ambos músicos a mostrarse frente a la cámara como nunca se habían visto. Cercanos, sensibles, vulnerables. Acercando al ídolo a los fanáticos. Reflexionando sobre sus ambiciones, sus miedos, sus preocupaciones. Es más, el Iggy de American Valhalla se muestra mucho más cómodo y feliz que el Iggy de Gimme Danger, el documental de The Stooges de Jim Jarmush estrenado en 2016. A su vez que Homme no duda en decir que este proyecto es "la cosa más genial de la que se me ha permitido formar parte", cosa no menor si tenemos en cuenta sus antecedentes, desde Kyuss a Them Crooked Vultures.Al final, hay una especie de automitificación entre ambos. Pero está bien, son dos músicos demasiado atractivos, que representan, cada uno en su época, el espíritu de su tiempo. Josh como un inquieto arquitecto del sonido rock del presente, e Iggy como un viejo boxeador, determinado a demostrar que todavía le quedan algunos rounds. Y American Valhalla rinde homenaje a ese espíritu aparentemente indestructible.César Tudela Tags # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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