Los Tres

1993. Sony Music

Hace treinta años el rock chileno se estaba rearmando, con pocos resultados. Si bien grupos como Parkinson, Sexual Democracia o La Ley trataban de abrirse paso en el medio, lo cierto es que no había una industria real donde los músicos pudieran competir. Eran días donde la prensa musical más especializada estaba recién partiendo, la cobertura de los medios oficiales seguían siendo muy sesgada y la MTV todavía se veía lejana. Mientras eso sucedía, Los Tres ya habían lanzado su primera placa con el sello Alerce, donde entregaron un disco enclaustrado en sonidos de jazz, swing, country, foxtrot y rock and roll de vieja escuela. La buena rotación de sencillos como 'Un amor violento' o 'He barrido el sol', les permitió fichar con Sony Music.

Por supuesto, el grupo sentía que podía rendir mucho más para jugar en las grandes ligas. Poniéndose bajo las órdenes del destacado productor Mario Breuer – que había trabajado con Charly García, Sumo y Andrés Calamaro, entre otros -, se sometieron a desgastantes ensayos y sesiones de grabación para actualizar su música y llegar a otros mercados: si el primer disco era más localista y retro, este tenía que ser más duro e internacional. La relación entre el productor y el grupo no fue de las mejores, pero esa tensión fue muy fructífera para que la agresividad de Faith No More o la potencia de Nirvana se engalanara con esos elementos de academia que estaban acostumbrados a tocar. Así, 'No sabes que desperdicio tengo en el alma' es una bofetada de tórridos riffs, mientras que Henríquez hace gala de una letra muy brutal.

Tanto 'Se Remata el Siglo' como su coda remiten a una fuerte presencia de bajos funkys y guitarras rockabilly. La herencia de tipos como Gene Vincent o Carl Perkins también está en la pegajosa 'El aval', un clásico de su repertorio, y que debe tener el riff más reconocible del rock nacional. Asimismo, 'Gato por Liebre' también se convirtió en otro imperdible: la batería es contundente, el bajo es perfecto y está lleno de enrevesados solos y riffs que Henríquez y Parra hacen tanto en solitario como a dueto. Su deliciosa construcción te dan ganas de escucharla por horas. De hecho, era común que en sus conciertos se extendiera por varios minutos, con improvisaciones extensas en sus puentes instrumentales. En 'Feliz de perder' Ángel Parra se luce, paseándose por la guitarra con maestría, dando chispazos con distorsión que te vuelan la cabeza y apañan la desgarbada voz de Álvaro.

Las ediciones originales en casete incluían dos pistas que se omitieron en las reediciones posteriores en CD, pero valen la pena ser reseñadas. 'The Thrill is Gone' es una relectura muy personal para la canción de BB King, pues en este cover conviven los dos mundos sonoros de la banda: el rockabilly de influencia Nashville que tocaban en sus inicios y las escalas más tiradas al jazz que adoptaron tras sumar a Parra. 'Por qué no viniste', en tanto, tiene todos los clichés posibles que se le han atribuido al grunge, pero es contundente. La clausura con 'El sueño de la hora más oscura' es maravillosa. Se trata de una soledosa balada con encantadores arreglos de violines. Se puede emparentar con 'Follaje en el invierno', pues ambas son geniales y abrasivas en su composición, confirmando así, también su valía como creadores de ambientes sonoros.

En retrospectiva, ''Se remata el siglo'' no tenía una línea clara entre lo que era la banda y lo que ciertamente pretendían hacer. Sin embargo, al ver cómo funcionaron sus sencillos, todo parecía indicar que el sonido que tenían en primera instancia era el que realmente necesitaban usar.  Por lo mismo, es importante considerar este álbum en los análisis de su discografía, pues fue el eslabón que les permitió asumir sin ninguna culpa el sonido AM en ''La espada y la pared'' (1995), que fue el disco que finalmente los catapulto a su internacionalización. Así, ''Se remata el siglo'' es un registro imperdible, que merece mayor atención que el que normalmente tiene, pues sigue resonando a 30 años de su lanzamiento.

Giordano Antonelli Villavicencio