Paterson Lunes, 04 de Diciembre de 2017 2017. Third Man Records En la filmografía del neoyorkino Jim Jarmusch existe una dinámica simbiosis entre música y cine. Varias muestras se encuentran en ella. En sus tres primeras películas (todas filmadas durante la presidencia de Ronald Reagan e implícitamente cercanas al No Wave) aparece el saxofonista John Lurie, integrante del post-bop experimental de los también neoyorkinos The Lounge Lizards. Luego vendría el turno del bukowskiano Tom Waits, quien antes de entablar un incómodo y, a su vez, gracioso dialogo con Iggy Pop en Coffee And Cigarretes, formaría parte del elenco de Mystery Train, en el cual también se encontraba Joel Strummer, y posteriormente, en 1992, registraría la banda sonora de Night on Earth, todos films del mismo Jarmusch. Sin embargo, el clímax simbiótico se produce con la presencia del incombustible Neil Young en dos de sus proyectos: en el documental Year of the Horse, en el que Jarmusch filma una de las giras de los atronadores Crazy Horse, y luego, en la banda sonora de la destacada película Dead Man (1995), la que es otro de los tantos puntos altos del canadiense, cercana por momentos a la muda intensidad del estridente Arc (1991), y en la que demuestra su conocida calidad interpretativa en la guitarra eléctrica. Estos multidisciplinarios encuentros se deben esencialmente a las largas raíces culturales de Jarmusch, nacidas incluso antes de la consolidación de su ya renombrada carrera como cineasta, así como por el hecho de ser también un curtido músico, con una carrera que comenzó en la Nueva York de los ochenta con el punk avant-garde de The Del-Byzanteens, que persistió en el tiempo aunque sin una continuidad comercial que permita conocer el detalle de su evolución, y que solo ha reaparecido musicalmente en el año 2009 con la banda sonora de otra de sus películas: Limits of Control, ya junto a su banda Bad Rabbit, integrada también por Carter Logan y Shane Stoneback. Estos mismos Bad Rabbit cambiarían su nombre por el de los presentes SQÜRL, trío que junto al guitarrista Jozef Von Wissem crearía, en el año 2013, la banda sonora de la vampírica Only Lovers Left Alive, uno de los últimos films de Jarmusch, y que ahora se encarga, ya solo como una dupla (Shane Stoneback abandonó el proyecto) y en un tono marcadamente ambient, de la totalidad de la presente banda sonora. Paterson es una película en la que persiste la conocida retórica del extranjero existencial de Jim Jarmusch, la de personajes que se encuentran a un costado del idílico esplendor económico de E.E.U.U. (razón por la cual muchos críticos han indicado que Jarmusch no filma el Sueño sino el Insomnio Americano), motivo artístico que le ha permitido ahondar mayoritariamente en una poética cotidiana, casi doméstica, inmiscuyéndose ya no solo en las acciones o hechos vitales de sus héroes, sino en la profundidad anímica de los mismos, en sus detalles, y que en Paterson se refleja en un personaje mucho más perceptivo que el inolvidable Bill Murray de Broken Flowers, aunque igualmente absorto: un conductor de buses que en sus escasos tiempos libres se da a la creación de poesía, con versos que nacen desde una especial candidez por la vida, en su acepción simple y profunda, en el descubrimiento de su belleza inaparente, y por tanto, su música también goza de ese espíritu etéreo. Característica que prima en la breve y sutil pista que abre el disco, Bright Air, la que ronda cada uno de los textos creados por el personaje interpretado por Adam Driver, los cuales son verbalizados mentalmente por el protagonista y que incluso aparecen dibujados en la pantalla mientras los escribe, resaltando el espíritu libre de Jarmusch, su ánimo de soslayar las normas lógicas o básicas de un arte. Con Dark to Light se enfatiza el carácter ambiental del disco, esta vez en forma de electrónica limpia, de lúcidos sintetizadores ejecutados por Jarmusch y con pequeños rasgos rítmicos provenientes de las percusiones programadas de Carter Logan, conjunto que se vuelve aún más extenso y extraño en la antagónica Light to Dark y sus oscuros doce minutos. Esa sobriedad se percibe igualmente en la belleza introspectiva de Warm Sun on Cold Snow y Trillions of Molecules, atrayentes pistas de pausada sonoridad. Persian Dream destella entre su epifánico sampler y el drone multiforme que le sirve de base, uno de características similares a las que rondan la suavidad de Water Falls. Aparece finalmente Blue And Gray, la que recuerda las extensas e imperceptibles progresiones electrónicas de Brian Eno, aunque Jarmusch las dirige hacia otro camino, completándolas con una guitarra que desemboca en una psicodelia cálida e hipnotizante, como de música en cámara lenta, una que cierra una nueva y apacible conexión entre imagen y sonido. A veces la música es niebla o lluvia, a veces también es aire. Carlos Navarro A. Tags # Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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