American Nightmare

2018. Rise.

Wesley Eisold (cantante) es un tipo peculiar. Su recorrido artístico nunca ha sido direccionado por las visiones o feedback de terceros, basta analizar cada jugada efectuada desde aquel crucial álbum “Background Music” (2001), un férreo y profundo puñetazo a la banal eclosión del emo que dominaba el circuito y la atención de la masa. Dejando de lado las trabas legales del pasado y con la confianza adquirida en sus explosivos conciertos de reunión, American Nightmare irrumpe con un explosivo disco homónimo plagado de quiebres sangrientos y textos de peso.

En menos de tres minutos, recibimos ‘The World Is Blue’ y ‘Flowers Under Siege’, dos tomas cargadas de esa misma propulsión agresiva y que tanto marcó al circuito de Boston en el cambio de siglo. American Nightmare dejó un legado demasiado grande. Esos riffs discordantes, más el timbre lastimado de Eisold anclado en cada track, arman un bosquejo alucinante y certero; la idea hardcore de maximizar el minimalismo luce contrapuesta a la angustia existencial de ‘War’ y su implacable tempo.

Incluso hay espacio para desarrollar algunos vestigios ideados, en primera instancia, en el valorado cónclave dark wave, Cold Cave, otra de las aristas estilísticas del inquieto Wesley: ‘Colder Than Death’ surge como una oda al sadismo y evade la liviandad del típico descarte, de hecho, amplía los horizontes de un disco con temperamento y perspectiva de sobra.

La consistencia de los estribillos y proclamas en ‘Crisis Of Faith’ bajan el telón de esta obra narrada con pulso y pasión. Lejos de concitar la atención generada por los reencuentros de pares generacionales como At The Drive-In o Refused, American Nightmare ha logrado escribir un ideario lúgubre, cautivador y ejemplar sin tener que recurrir a la manoseada nostalgia. Todo está en el vértigo.

Francisco Reinoso

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