Maifersoni: El futuro se fue Martes, 31 de Diciembre de 2019 Reflejo de un contexto poco auspicioso, tanto en Chile como en el mundo, el sombrío “Monstrws” de Maifersoni sintetiza el pesimismo que flota en nuestra atmósfera. Por Andrés Panes «Hay una idea de bestia que recorre el disco todo el rato, unas voces de ultratumba que constantemente aparecen», comenta Enrique Elgueta acerca de “Monstrws”, la tercera entrega de su proyecto, Maifersoni. Su nuevo trabajo, explica, es mucho más oscuro que el anterior, “Maiferland” (2015), infravalorado y preciosista. Lo nuevo es distinto: «propone la existencia de un monstruo que está ahí, en todos lados y que, en el disco, es prácticamente un instrumento musical que encontré al procesar mi voz. A veces el monstruo gime, a veces canta en posición de agredido y, en otras, de agresor. Es un concepto que surge desde una aproximación a la rabia y la idea de una bestia interna que tenemos todos y que está ahí: reprimida, contenida, pero latente porque en algún minuto va a explotar y va a dejar la cagá en tiempos donde nada importa, sin ni una construcción de algún proyecto colectivo de futuro, estamos todo el rato en el presente. Esa hueá va a durar hasta que aguantemos». - Entiendo que “Monstrws” no tendrá singles. - Creo que hay canciones que sí servirían como singles, pero me parece que abordarlas como tal sería un paso en falso y podría ir en contra de la manera adecuada de presentar el trabajo. Por ejemplo, ‘Quiltros’ es como una canción de indie rock convencional que podría ser tirada como single, pero creo que es mejor presentar el conjunto en vez de retazos que solamente muestren una parte del todo. Una vez publicado, entonces será un buen momento para abordar algunas canciones como promoción. - Es corajudo no tener singles. - El tema del coraje es relativo. ¿Corajudo con respecto a qué? ¿A una música que se propone caer en los cánones convencionales? Claro que sí, pero en general, no solamente con este disco, creo que el trabajo musical que he hecho no responde a este tipo de canon, al canon del pop chileno por así decirlo. No diría que es corajudo porque los estímulos que tengo para desarrollar música no tienen como principio el coraje. Creo que el coraje es un asunto que llega por añadidura. Lo que a mí me interesa es comunicar sentimientos, generar un clima, proponer un imaginario y, al final, proponer un relato artístico. Me motiva hacer música desde ese lado, nunca me lo he propuesto como una forma de darle el palo al gato y ganar dinero, mi aproximación a la música es totalmente artística. - Mantengo mi impresión. Encuentro corajudo presentarlo así y también lo que estás cantando. ‘Tranquilo por las piedras’ plantea una especie de resistencia al ritmo que llevan las cosas ahora, hasta hablas sobre preferir una siesta en vez de ir tan rápido. En esa letra surge la inercia como un tópico que después se repite en ‘No tengas miedo’. - La inercia dice relación con el estado de las cosas y el contexto social que tenemos. Desde ese lado, el disco es un péndulo entre la rabia y la pena. El clima que propone, desde mi punto de vista, es lúgubre, sobrio en relación a la instrumentación, y es rabioso en cuanto a su contenido, aunque hay contención también. Tú, como sujeto creador, te posicionas de cara al escenario que tienes al frente y el escenario del disco es un país hostil, en medio de un gobierno determinado, en medio de un contexto social determinado y, bueno, difícilmente desde ese lado podría ser una música feliz, optimista o, qué sé yo, evasiva. Eso trae como consecuencia que el disco aborde temas como la inercia: la inercia es el capitalismo y el sistema. Es como una inercia inmortal en el sentido de que, al final, el capitalismo siempre se renueva e incluso hace propias las tendencias contraculturales. Estamos en un momento donde no parece haber futuro, no tanto por los gobernantes y sus decisiones políticas, sino por el tipo de sociedad en la que participamos, tanto en nuestro contexto musical, en nuestro contexto como votantes, como ciudadanos, en fin, desde cualquier lado. - Comparto mucho de lo que describes, quizás porque soy del 85 también, pero tiendo a pensar que es bastante común que cada generación sienta que se está acabando el mundo, es algo que está súper presente, ponte tú, en el miedo a la bomba nuclear de las letras del pop de los ochenta. Me pregunto qué tan propia de nuestros tiempos será esa sensación. - Creo que hay hechos interesantes que dan cuenta de que existe un ánimo como de falta de esperanza, una sensación de ausencia de futuro. Hay factores económicos que inciden, está la baja de natalidad, puede ir por ahí. De alguna forma, las generaciones anteriores, las de nuestros padres, son generaciones que todavía creían en el sueño de la modernidad, en que el desarrollo tecnológico e intelectual iba a generar progreso. Nosotros ya somos una generación descreída, lo que por un lado es bueno porque perdimos la virginidad al respecto y somos testigos de que esos mismos avances terminan siendo instrumentalizados en pos de la industria, pero, por otro lado, no ofrecemos nada a cambio, no creemos en eso ni en nada más, entonces, hay una sensación de suma cero. Yo me siento parte de eso, pero con la contradicción de que al estar en medio de esto no sé cómo salir. En nuestros tiempos, difícilmente uno puede ver que se articulen fuerzas renovadoras que traigan un poco de esperanza respecto al devenir social. Lo que uno ve es decadencia moral en muchos aspectos. Está Trump, está Bolsonaro y existe la potencialidad de que salga Kast acá. Da para largo el tema. Estamos en medio de esta situación y eso es lo que termina abarcando el disco, por eso te digo que es un péndulo entre resentimiento social y rabia, y cierta melancolía y tristeza. No es un disco muy luminoso, digamos. - En una entrevista tuya en Rata.cl, hace un tiempo, te cuestionabas la importancia actual de la música para las personas. ¿Sigues haciéndote preguntas sobre eso? - No sé si la música sigue siendo un motor de cambio de las cosas. Uno creía que, por ejemplo, con el advenimiento de internet el asunto se iba a democratizar, que era algo bueno, y al final lo que se ha generado es una sobredosis de información, la caída de la industria, la precarización de los medios informativos. Hoy en día es poca la crítica que hay, casi no existe. Cuando uno era chico, en medio de toda la industria, que podía tener sus motores rancios, había publicaciones, la música era importante dentro de todo porque, probablemente, desde su lugar podía ser en algún aspecto un motor de cambio y no sé si ahora lo es. Parece ser que la música cae de cajón más en otro tipo de fenómenos, en la idea de lo viral y lo instantáneo. A mí en lo personal me parece que hay música por montones y de todos los estilos, entonces, desde ese lado, creo que siempre se van a seguir produciendo nichos. Creo que estamos en ese momento, en la lógica de los nichos, y no sé qué más le podría pedir a la música. Gente creando hay de todos los tipos, de todos los colores, todas las rarezas. Internet permite la visibilidad de todos prácticamente. Una idea que he visto por ahí dando vuelta, y que me hace mucho sentido, es que la próxima revolución en la música no va a ser un género, sino que va a tener que ver con escuchar. Tuve la oportunidad de conversar con Gabriel Brncic, que es un músico electrónico chileno bien importante, pionero, y me hablaba de las tres esferas en las que existe la música. Una es desde la reproducción, quién la toca, tú con tu guitarra, si tocas algo bonito, algo feo, algo entretenido, algo melancólico, etcétera. La segunda esfera puede ser el lugar donde estás tocando, en un concierto, una sala, lo cual va a determinar la experiencia de lo que tú haces. La tercera dimensión es quién te escucha y esa persona que te escucha viene con todo un acervo propio. De repente desde ahí, en función de ese acervo que tú tengas, de tu propia educación musical, vas a poder interpretar la obra como corresponda. De repente, hay algo que difícilmente vas a poder entender porque no tienes el acervo para poder entenderlo. Si lo tuvieras, probablemente vas a poder entender y apreciar la obra como merece. A mí me hace sentido que los mayores desafíos están en esa tercera dimensión, pero esa dimensión, para desarrollarse normalmente, tiene que ir acompañada de alguna educación y, de alguna forma, los medios musicales son los encargados de educar, pero eso parece estar en crisis también. Encuentra este contenido en nuestra revista. Tags #Maifersoni # Maifersoni Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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