Mauricio Redolés: La memoria del poeta «No fueron 30 pesos, fueron 47 años» Martes, 07 de Junio de 2022 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis216, junio de 2021) El documental “Redolés, la urgente necesidad de la memoria” y la nominación a Mejor Artista Rock en los Premios Pulsar 2021 por su último disco “Quiero Seguir Continuando” (2020), fueron las excusas para conversar con el incombustible Mauricio Redolés, el poeta y cantor más reconocido del sector poniente de la Nueva Extremadura. Donde pasado y futuro parecen uno. Por Cristofer Rodríguez “Notas para una contribución a un estudio materialista sobre los hermosos y horripilantes destellos de la (cabrona) tensa calma” (1981, Budapest). El primer libro de Mauricio Redolés, antes de parir al poeta cantor que pisó Pudahuel en 1985, contenía un poema que actuaba casi como manifiesto de un ex preso político y exiliado de su patria. El nombre: ‘Hacer poesía’, como una ruta para otras y otros como él, que respondía tal cual Lenin en 1902, la eterna pregunta de ¿qué hacer? Combatir el olvido y buscar en la memoria el refugio e impulso para superar el oscuro fin de siglo, el más bárbaro que conoció la humanidad. «Solo buscar ser la memoria oye soledad En medio de esta neblina y la imprecisión borrosa Memoria alcohólica memoria vestimenta Memoria inclaudicable herramienta Memoria sin memoria en su memoria» Desde entonces, Redolés acusó preocupación por la memoria de un pueblo guacho, como Montecino, Salazar y él mismo plasmó en su obra. La memoria de la violencia política, del bello barrio y de, por qué no, el blues, el corrido mexicano y la Nueva Canción Chilena. De los estudiantes, las mujeres y los pueblos originarios. Es justamente la memoria el epicentro del más reciente documental sobre el artista, “Redolés, la urgente necesidad de la memoria”, dirigido por Faiz Mashini. Desde su casa y a través de Zoom, conversamos con el poeta y músico más reconocido del Barrio Yungay (hoy siendo vecino hasta del presidente Gabriel Boric), el primero desde que se fundó la República de Chile, en 1839. – Mauricio, ¿qué es la memoria para ti? – Encontré hace poco mi primer libro y me di cuenta que a los 27 años era una de mis pasiones fundamentales en términos del quehacer literario. La literatura para mí era memoria y, escarbando sobre ese concepto, recordé que cuando tenía nueve años, teníamos en mi casa un canasto de mimbre muy bonito, que trajimos de Los Andes y lo usamos durante un año y medio con las papas, la coliflor, las zanahorias, las alcachofas. El canasto se pudrió y se desfondó. Mi madre lo botó a la basura y con mi hermana hicimos un obituario y lo copiamos en la pared, donde estaba el canasto: «Pobre canasto de las verduras, llegó en marzo de 1962 a esta casa, traído por Zulema Urtubia Maureira desde Los Andes. Estuvo en esta casa durante un año y medio y en septiembre de 1963 nuestra madre lo botó». Ese acto poético, performático de registro patrimonial hecho por dos niños, hace mención a nuestra preocupación de la memoria siendo niños. – ¿Cómo entra lo estético en esa búsqueda de la memoria? ¿Cómo lo musical también es una forma de recuperar el pasado? – Porque también son memoria, ¡claro! A propósito de corridos, cuando yo nací, mis padres eran profesores rurales y contrataron una niña para que hiciera almuerzo y me cuidara. La niña escuchaba mucha música mexicana y también cocinaba lentejas, entonces el olor de las lentejas para mí es una cosa muy mexicana. Las sensaciones, el olfato, el gusto, el oído están relacionados con la memoria. Cuando canto un corrido estoy apelando a la primera música popular que escuché siendo guagua. Cuando toco un blues, estoy tratando de recordar quizás la música de los años sesenta que sonaba en las radios y que después uno va reconociendo en otros momentos de la vida. Cuando llegué a Londres a los 22 años, recuerdo haber llegado a la casa de un amigo que tenía un disco maravilloso que se llamaba “The Roots of Rock” y eran puras tomas de Muddy Waters. Lo grabé en un casete, me lo llevé para la casa y estaba horas enteras escuchando y tratando de entender las letras, empapándome un poco del sentido del blues, del grito, el shout en medio de alguna canción. «There´s a long distans call / It´s from Chicago», ¡puta qué maravilla como los huevones metían lo que estaba sucediendo en sus vidas! – El blues como elemento identitario de los países anglosajones está clarísimo, pero cuando llegaste a Chile nadie entendía mucho por qué un cantante de izquierda tenía que cantar blues. – Y no tanto tiempo atrás. Me acuerdo que con Kharito, mi compañera, se nos ocurrió hacer una peña para el bicentenario en un local de Cumming y la primera noche partí con el ´Blues de Santiago’ y un tipo del público me grita «hueón, estamos a 18 de septiembre, tócate una cueca», y yo le dije «el blues es mi cueca». Además, que la cueca lo tomamos como algo chileno, pero no es lo único chileno que hay. Somos un pueblo plurinacional, con los mapuches, los aymaras y lo nuevo que ha llegado, hasta el trap. Es chileno porque sucede en este territorio, pero también con la globalización está en cuestionamiento el territorio como generador exclusivo de identidad. – Ahí tenemos un factor al que también quería llevarte y en tu obra es bien claro, que es la relación memoria territorio o memoria situada. ¿Es posible separar la construcción de memoria del territorio? – Están indisolublemente ligados, porque las cosas ocurren en un espacio. Cuando hice ‘Yo también viví en Harrow Road’, mi deseo era fijar en una canción el haber vivido en ese lugar. «Harrow Road 831, uno aquí ya no es ninguno», todo en función de lo que me está pasando y nos está pasando. Lo mismo cuando hablo de San Pablo o de Yungay. Con Eduardo Leiva, un poeta chileno de San Joaquín, se nos ocurrió llevar un proyecto a la Municipalidad de Santiago para poner placas en las calles donde había vivido u ocurrido algo culturalmente importante. Le propusimos continuar con este proyecto a Carolina Tohá, nos recibió amablemente pero nunca concretamos. Declinamos presentarle este proyecto tanto a Joaquín Lavín como a Felipe Alessandri, porque nos parece que la derecha no está muy interesada en defender la memoria de los barrios. Quiero seguir continuando La mañana del 31 de agosto del año 2016 marcó para siempre la vida de Mauricio Redolés. Un accidente cerebro vascular lo atacó y dejó inconsciente por varios días, resultando con su lado izquierdo dañado, que le impide, entre otras cosas, tocar guitarra y disfrutar la bohemia como los músicos y músicas suelen hacerlo. Pero en ningún caso fue un freno a su energía y creatividad. Desde entonces, Redolés ha lanzado libros de poesía y memoria, continúa realizando sus tradiciones talleres de poesía y narrativa, acostumbrándose a las tecnologías del mundo post COVID-19, ideando planes de reediciones de discos, talleres y reinterpretaciones de la historia de los Beatles («como si hubiesen nacido en el Barrio Yungay»), la publicación de un cancionero, animando un programa político en su Facebook y grabando uno de los mejores discos de la temporada 2020, “Quiero Seguir Continuando”, trabajo por el que fue nominado como Mejor Artista Rock en la reciente edición de los Premios Pulsar. – Tus últimas tres publicaciones han sido nominadas en importantes premios a discos de rock del año. Las dos primeras incluso llegaron a ganar la categoría. ¿Cómo recibiste estas noticias? – Estoy muy agradecido, de verdad. No es una frase cliché de buena educación decirlo, pero creo que es también una señal de la persistencia de haber trabajado durante muchos años en lo que uno cree. Pero en el fondo, si no ganara algún premio, voy a seguir haciendo lo que hago porque es una necesidad natural, como respirar, como comer, como ver a mis nietos, a mi hija, a mi hijo, a mi mujer. Es parte de la vida trabajar en música. – ¿Te llama la atención siempre estar nominados entre artistas más jóvenes? – Soy de una generación en que los jóvenes éramos despreciados por los viejos, con un trato muy paternalistas. Nosotros adorábamos a los viejos, en la dirección del partido y los sindicatos nos referíamos con mucho cariño a los viejos, los llamábamos «los viejitos». Ahora que yo llegué a viejo, a los viejos nos desprecian y se ama a los jóvenes (risas). Por ejemplo, la señora Bachelet es una vieja, tiene 69 años, el Piñera es otro viejo y nadie habla que ellos son personas de la tercera edad. Piñera habla de «nuestros ancianos de la tercera edad», ¡pero si el hueón también es viejo! La edad también es relativa y depende de un componente de clase. Los ricos no son viejos, los pobres son viejos. Un hueón de 61 años que vive en La Dehesa no es viejo, el viejo es el que tiene 58 años y vive en Pudahuel. – ¿El nombre de “Quiero Seguir Continuando” hace referencia a eso? – Alguien decía que la cosa más extraordinaria y rara que me ha pasado en la vida ha sido envejecer. Uno no va envejeciendo de la cabeza o de actitud, sino solo del cuerpo, porque la actitud sigue siendo la de los 30 años. El año 93 yo tenía 40 años y llegué a la casa de mi mamá, que tenía 73 años, y le conté que casi me caigo del techo cuando me subí a sacar damascos, y ella me dijo: «pero si tú eres viejo, tienes 40 años, no te puedes andar subiendo a los techos». Después, hace un par de años atrás, fui a tocar a La Calera y llegó una muchacha muy joven y me dijo: «oiga, disfruté mucho de la actuación, me reí como nunca, me encantan sus canciones, lo bailé todo. Pero, ¿a su edad?, ¡¿A su edad?!» (risas). Tengo amigos de mi edad, que algunos pueden estar enfermos, pero nos juntamos a conversar y somos jóvenes todavía, nos reímos, tenemos energía. Hay cambios que tienen que ver con el cuerpo como mi ACV y eso te aleja de cierto tipo de bohemia y de movilidad, pero en lo demás me siento de la misma edad, los límites son solo físicos. – ¿Y cuándo llegará el socialismo? – El miércoles 19 de mayo vencía el plazo legal para inscribir las candidaturas a elecciones primarias en el Servel. Dos días antes, los resultados de alcaldías y constituyentes dejaban con una sensación optimistas a las fuerzas progresistas. Ese miércoles, mientras nos conectamos con Mauricio por Zoom a la hora de once –él se come un pan con bistec, lo cual celebra–, las noticias hablaban de una teleserie electoral con guión frágil y que aún no terminaba de derrumbarse en la oposición. Por supuesto, no pudimos evitar hablar de política. – Dijiste que este pueblo «es muy ingenuo, pero no hueón». ¿Cómo lo ves ahora? – Hay un lento y sostenido despertar del pueblo y que no se va a detener. La televisión no ha entrevistado a los pueblos indígenas y siguen los mismos de siempre, lo que es un contrasentido. De nuevo aparece Pepe Auth, pero ¿quién entrevista a la nueva alcaldesa de Quilpué, Valeria Melipillán, una enfermera de la etnia mapuche, diplomada en Salubridad Pública, que no tuvo plata para llenar de plástico la ciudad, no se veían carteles de ella y sin embargo, ganó? Ganó porque hay un despertar de no creerle a los poderosos y construir un nuevo poder. ¿Cuál es el problema nuevo? Por una simple constatación creo que, si no hay control del poder, el poder puede corromper hasta al más santo y hasta a la más santa. Uno no sabe si ahora no va a ser así, porque las personas elegidas para un cargo tienen que rodearse de asesores, secretarios, jefes de gabinete. Ha pasado que gente absolutamente buena quedó metida en corrupciones por quienes los rodeaban. Recordemos la frase de Allende: «en mi gobierno se meterán las patas, pero no las manos», o sea, que alguien se puede equivocar, pero no robar. Entonces ese un asunto que debe marcar esta nueva etapa, el control permanente sobre las autoridades. – 40% de la Convención Constitucional se graduó de educación pública, 54% son mujeres, hay pueblos originarios, independientes y un buen margen para el Partido Comunista y el Frente Amplio. ¿Cómo te sientes con la composición de la Convención Constitucional? – Hay gente que yo hecho de menos, como Luis Mesina, pero bueno, así es la democracia. Pero tantos los años de lucha de miles y millones de personas que han estado frecuentemente luchando para que haya un cambio, tratando de crear conciencia, que al final tú puedes ver que efectivamente hay un cambio. Nosotros hemos tenido dos desgracias, una se llamó Pinochet y la otra se llamó Concertación, y caímos engañados y engañadas en la segunda desgracia muchos y muchas, porque creímos en los partidos de la Concertación y la verdad es que eso resultó un fracaso. – ¿Cómo ves la posible unión electoral entre el Frente Amplio, el Partido Comunista y el Partido Socialista? ¿Te gusta? – Es que cuando se habla del Partido Socialista, ¿de qué se habla? Siempre ha sido una bolsa de gatos el PS. Allende no siempre contó con el Partido Socialista y él era socialista. El Partido Comunista fue más fiel a Allende. Yo soy marxista leninista, de la República Independiente de Mauricio Redolés, y apoyó a (Daniel) Jadue con todas mis fuerzas y todo mi corazón. Apoyo a la Irací (Hassler, alcaldesa de Santiago) y apoyó a todos los compañeros y compañeras que quieran cambiar este país. También a los socialistas que no se dejaron encantar por los cantos de sirena del imperialismo. Osvaldo Andrade terminó defendiendo a Alto Maipo por negocios espurios. Ese Partido Socialista es un enigma, pero hay una cantidad enorme de militantes que son honestos, honrados y quieren un cambio. La derecha y la Concertación creyeron que iban a tener siempre a la gente callada y gracias a miles movilizándose, gente como Marcela Mella o Luis Mesina de No+AFP o el valor de periodistas como Mónica González, Mauricio Weibel y Alejandra Matus, no la prensa de Matías del Río o Iván Valenzuela. ¿Quién mató a Gaete? – En 2021 se cumplen 25 años de “¿Quién Mató a Gaete?” (1996), un disco premiado y siempre revisitado. ¿Es tu mejor disco? – Es el disco con mayor producción. Fue producido por Álvaro Henríquez y Hernán Rojas. Imagina Hernán Rojas, que fue productor de Neil Diamond, Supertramp, Frank Zappa, Fleetwood Mac, Santana. El Alvarito en ese momento tenía dos discos muy buenos sonando, “La Espada y la Pared” y el “MTV Unplugged”, además de músicos impresionantes. No es el disco que quiero más. Soy como un padre que tiene 11 hijos, que son mis discos. El hijo que quiero más es “Bello Barrio” (1987), creo que abre una onda nueva. Después viene “Gate” dentro de mis preferencias, pero junto a “Bailables de Cueto Road” (1998), dos discos que quiero mucho. Todos los discos me van enseñando y regalando algo. – ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con esos recursos? – Estoy muy agradecido con José Antonio Eboli, que era el gerente general de la Sony en aquella época. Álvaro Henríquez le llevó la idea del disco a Eboli y él vio la posibilidad de hacerlo. Sin él no se hubiese grabado. Alguna vez, Vicente García Huidobro de Akinetón Retard me dijo que yo rasguñé la fama con “¿Quién Mató a Gaete?”, y si yo hubiese hecho lo que tenía que hacer, ahora estaría más famoso que la chucha. ¿Qué tenía que haber hecho? No sé, pero estoy contento con hacer lo que he hecho, porque si hubiese sido demasiado famoso no tendría la vida que tengo ahora y estoy muy feliz con la vida que tengo ahora. Tal vez tuve que quedarme en la Sony, pero me parecía mejor buscar mi camino propio. – También fue un disco censurado en su momento. ‘Eh rica’ prácticamente fue vetada en algunas radios. Hoy, 25 años después, volviste a vivir un episodio similar en la radio Bío Bío. Entiendo que no fue tu intención y que hiciste lo posible para que no acosaran al periodista luego de la censura, pero, ¿cómo ves la violencia de las redes sociales en estos días? – Bueno, lo primero que hice fue reclamar porque me censuraban, ejerciendo el derecho a pataleo y a la defensa propia. Todo lo que pasó después no era responsabilidad mía, porque yo no llamé a ningún acoso, por eso después hice un llamado a que dejaran de agredir al periodista. Todos podemos cometer errores. Creo que hay mucha rabia acumulada y no es sorpresa. Chile ha sido un país muy injusto, muy abusado. Ojalá hubiese subido $47 el pasaje del metro y no 30, para que rimara la frase, porque la verdad es que han sido 47 años de abuso, no 30. No fueron 30 pesos, fueron 47 años. Tags #Mauricio Redolés #Quiero Seguir Continuando #La urgente necesidad de la memoria Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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