El universo de Jurel Sónico «Lo más importante de la música es la retroalimentación, cuando la gente está prendida es imposible no darlo todo» Miércoles, 25 de Enero de 2023 (Publicado originalmente en revista #Rockaxis230, agosto de 2022) El músico de Valparaíso se confiesa con Rockaxis y habla de su álbum solista, lo que viene con Adelaida para el segundo semestre, su nueva vida en Concepción y los conciertos post cuarentenas. «La gente se está acostumbrando a pagar un poco más para ver a los artistas chilenos», afirma. Por Bastián Fernández Fotos: Diego Pérez Si hablamos de guitarras distorsionadas, shoegaze y riffs con esencia noventera en Chile, el nombre de Jurel Sónico –Claudio Manríquez– aparece de inmediato. El músico porteño lleva más de diez años haciendo canciones en proyectos como Adelaida, Lisérgico y Mowasee. El mundo pandémico y mudarse a Concepción lo llevaron a componer mucha música, la que sintió no calzaba en ninguna de sus bandas, así que tomó sus instrumentos y comenzó a maquetar para dar inicio a su carrera solista. Al andar, se dio cuenta que algo faltaba. Decidió entonces reclutar músicos y así creó su banda de apoyo, Los Impuros, la que está formada por Joaquín Roa (guitarra), Ricardo Cepeda (guitarra), Muerto Scream (bajo) y Tomás Pérez (batería). Afirma que “Flores Plásticas”, su álbum solista, no marca el fin de Adelaida ni de Mowasee. «Esto me lo tomo como algo en lo que puedo tener el control. Soy un productor autodidacta, llevo harto tiempo grabando y quería hacer un disco en el que pudiera manejar la mezcla y un sonido más crudo. Con Adelaida estamos trabajando en nueva música, vamos a sacar canciones en el segundo semestre», detalla. Los años de experiencias no pasan en vano, por lo mismo, Jurel Sónico tomó todo lo aprendido para trabajar su álbum solista. Dice que lo primero fue hacer demos de las canciones, luego llevarlos a la sala de ensayo, que la banda hiciera su aporte y volver a registrar el material. Después se “pasa al limpio” y se graba la toma final. Así los músicos llegan aceitados y con confianza a la última etapa. – ¿Cómo se dio este álbum? – Este disco con Los Impuros era algo que tenía en mente hace rato, quería tocar las canciones como fueron pensadas. Llegué con demos a los ensayos, a los del grupo los fui reclutando de a uno, los tenía vistos ya, por ejemplo, al Tomás Peréz lo había cachado con Casa Tomada. A los demás los conocía por otras tocatas. Me gustó el resultado. A diferencia de Adelaida, acá dije: voy a hacer tres guitarras, para no llevarme toda la pega. Ahora lo paso mejor. No estoy preocupado de tantas cosas, es una propuesta diferente. Este proyecto me da la libertad de tocar en cualquier parte del mundo, es cosa que arme otra banda no más. – Las canciones, ¿algunas te las trajiste de Valparaíso? ¿Mutaron al traerlas a Concepción? – Como te decía, primero los temas fueron demos. En este tiempo igual estuve trabajando en otros discos, entonces no podía avanzar tanto. Cuando nos juntamos en la sala de ensayo los temas salieron de una. Recuerdo que en un ensayo dejamos listas seis canciones. Antes de juntarnos les mandé los demos, entonces hubo un trabajo previo. Al final cada uno aportó con su sonido y luego nos tuvimos que poner de acuerdo con las guitarras. Fue como dirigir una pequeña orquesta. – Como productor, ¿en qué momento sentiste que debías soltar las canciones? Dicen que autoproducirse es complejo. – Es difícil salir de ese mood. Como tenía fecha de entrega, me puse las pilas una semana antes, mezclando todos los días y cuando ya agarran forma es bacán. Hay varias personas importantes en todo este proceso, una de ellas es Estaban Garrido, él igual ha grabado bandas, entonces nos asistió con la grabación del bajo y la batería que hicimos en el Teatro Bandera Negra. Paolo Mardones, de Invernadero (banda de Temuco), me ayudó con la mezcla. Él fue clave para terminarlo porque como uno mismo lo mezcla, uno se atrapa y no sabe cuándo soltarlo. – ¿Cuáles son las canciones que te dejaron más contento? – ‘Volcano’, me gusta el riff, tiene un coro que no quedó grabado y lo hacemos en vivo, es bacán eso. ‘Diversión’, ‘Temporal’ y ‘Salix’ también son buenas. En verdad, todas me gustan. – El en vivo es otro universo. ¿Qué tal ha sido el recibimiento? – Ha sido bueno. Las canciones son enérgicas, con ese tipo de temas siempre pasa algo: gente moviendo la patita, bailando, moviéndose, ya que pase eso para mí es la raja. Lo más importante de la música es la retroalimentación, cuando la gente está prendida es imposible no darlo todo. Han estado buenos los shows en vivo, las armonías, los temas suenan como están grabados. – ¿Sientes que a la escena, más allá de los lugares, le hace falta acompañamiento entre bandas? – No sé si todas las bandas hacen eso. Algunos sí, otros no. Está bien igual. Lamentablemente siempre está la competencia, la envidia y sentimientos negativos en esta hueá. Cuando a alguien le va bien, otros dicen por qué yo no. Con el tiempo aprendí que esa hueá, las pelotas, todos toman decisiones que nos van llevando a otras cosas. El trabajo es lo único que te va a llevar a tocar en escenarios más grandes, ganarte un premio. Al final, no hay que estar pendiente de lo que hacen otros. Cuando empecé con Lisérgico, mi primera banda, aprendí que hay que moverse harto en regiones. Armar tocatas con cabros de Conce, Valpo. Me acuerdo que bandas de Algo Records nos invitaban a tocar, eran de generaciones más grande, el Sam (The Ganjas) me prestó un ampli que era muy bueno, lo recuerdo bien. Tener la posibilidad de tocar con hueás bacanes se dio con el tiempo. Esto se conecta un poco con lo que preguntaste antes, cómo ayudan los músicos de generaciones anteriores, The Ganjas, los de Algo Records, me dieron harto apoyo cuando estaba recién partiendo. Era chico. Tenía 16-17 años. Deben haber pensado «este pendejo inquieto y grunge» (ríe). – ¿Qué opinas de las restricciones sanitarias? – La otra vez tocamos en Club Chocolate, terminó la tocata, se tiraron las mesas para al lado y mientras nosotros sacábamos los equipos vimos como todos bailaban reggaetón. Era una disco. La hueá es con la música al final. Ahí el distanciamiento social se va a la mierda. Siento que es para que estemos ordenados, con una patita encima, no sé, es complicado. Que te pidan pase de movilidad hace que el público que no tenga no vaya. Si antes de la pandemia era difícil convocar gente, ahora es el triple. A todos los colegas que estamos haciendo música hay que ponerle aguante no más. Ahora se pudo subir el precio de las entradas, la gente se está acostumbrando a pagar un poco más para ver a artistas chilenos, eso también es positivo. Nueva ciudad, nueva historia Un elemento clave en la ampliación del universo musical de Jurel Sónico es Concepción. Cuenta que antes de dar esta entrevista se puso a reflexionar sobre su cambio de región. «No suelo hacerlo, pero después de tocar me di una vueltita para tomar aire, me gusta esta ciudad, como está constituida, que tenga harto verde y que sea una capital del sur. Es como Santiago, pero a ritmo de provincia. Te puedes conectar con lo natural más rápido. En Valpo no había nada, el único pastito era el del bandejón de Errazuriz o el del Parque Cultural Las Cárceles. Está bueno musicalmente también, de hecho, unos amigos productores de Valdivia se van a venir para acá», dice. Dentro de las cosas que forman el sonido y su identidad como músico cuenta que está Twin Peaks, Nirvana, Sonic Youth, el mítico pedal Big Muff y sus nuevos aliados de la marca Death by Audio. «El shoegaze, tocar la guitarra con trémolo y los Pixies son importantes también», sentencia. – ¿Sientes que la gente de Concepción vive la música de otra forma? – No me atrevería a decir eso. La música es como “Santiago y regiones”, que le queda a la gente de Punta Arenas o Iquique, que están lejos del centro. Yo estaba en Valpo por ejemplo, estaba al lado, una hora y media, a veces te demoras una hora y media dentro de Santiago. Desde Conce son seis horas. Es mas el pique, pero se está haciendo algo interesante. Me di cuenta que al llegar paramos una nueva escena con banditas que estaban grabando, sacando música con onda shoegaze y guitarras locas. – Imagino que el paisaje ayuda a esos sonidos… – Caleta. Vivo cerca del río Andalién, que es un brazo del río Biobío. Inspira. Te puedes conectar con lo natural más rápidamente que en la ciudad. – ¿Cuáles son los grandes hitos de tu carrera? – El primero y más importante, es trabajar con Jack Endino, productor de Nirvana. Estuvo acá por los Ganjas, ellos lo contactaron e hicieron las migas para traerlo. Eso de cierto modo, y no es para menos, le dio el empujón que necesitaba Adelaida. Otro hito es viajar por el mundo tocando. Fuimos al Primaver Sound, a una gira a Brasil con The Ganjas, estuvimos en China, Canadá y Estados Unidos. Moverme por la música ha sido importante. El último, pero no menos importante, sería el reconocimiento y cariño de la gente también, eso no tiene precio. Hemos ganado con Adelaida el Premio Pulsar, el Índigo, eso igual es bonito. Siento que en el fondo nosotros representamos a las bandas que están en regiones a puro pulso y harto trabajo. Tags #Jurel Sónico #Adelaida #Jurel Sónico y los Impuros #Flores Plásticas Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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