Marisol García: El manifiesto de Panico Miércoles, 06 de Noviembre de 2024 Publicado originalmente en revista Rockaxis #239, mayo de 2023. En marzo de este año, la periodista y escritora musical lanzó Al estilo Panico: Música y manifiesto, el primer libro que recoge la trayectoria del grupo franco-chileno, comandado por Edi Pistolas y Carolina Tres Estrellas. El lanzamiento coincidió con la reunión de la banda en el contexto del Lollapalooza. Ilse Farías En su último libro, Marisol García presenta un completo repaso al trabajo realizado por la banda Panico, la cual en sus 18 años de carrera fraguó un legado artístico expresado no solo en su música, sino que también desde una propuesta visual y performática, en el decir, en el actuar y en el hacer. Una banda con un trabajo consistente desde su propia visión y concepto artístico, el cual fue construído desde la independencia, precariedad y autogestión, lleno de códigos, humor, colores y provocación, y por sobre todo, con un espíritu siempre jugado, libre y consecuente. Las anteriores, son algunas de las características que circulan alrededor del concepto de manifiesto propuesto por la autora, quien pone en valor y en perspectiva la trayectoria de una banda aún subvalorada, nacida en una época de transición, ingenuidad y medida por éxitos plasmados en números. En este punto, Marisol también pone en contexto una visión más amplia de los noventas en la música local, tomando en consideración un punto más disruptivo que lo impuesto por el mainstream. «Confío en aportar a pistas de referencia para un tiempo de la música chilena que suele recordarse entre simplificaciones», relata en el texto que introduce al libro. ¿Es esta una de las principales motivaciones al momento de abordar la historia de la banda? En una investigación larga, como lo fue esta, conviven varias motivaciones. Pero sí, una de las más relevantes era poder darle forma a un recuento sobre la música chilena de los años noventa un poco más nutrido, diverso y, por qué no, disidente de lo que ha quedado establecido como el relato oficial, que casi siempre jerarquiza según resultados contables y atención masiva, pero que para mí son categorías insuficientes de análisis cuando se trata de música. Tengo plena conciencia de que Panico no fue una banda "exitosa" en los términos convencionales, y que no pueden medir sus conquistas al lado de las de Los Tres, La Ley o Illapu. Pero precisamente por eso me interesó detenerme en su historia, pues incluso así su huella y referencia es innegable. ¿A qué se debe, entonces? En cuanto al manifiesto que propones, ¿esta fue tu tesis inicial al momento de comenzar a investigar o fue una idea que se fue forjando a lo largo del proceso investigativo? Creo que al inicio era solo una intuición. Podía recordar y notar que en la banda había habido una apuesta por llevar a su trabajo códigos tomados de otros campos del arte: el cine, la performance, etc. Pero al iniciar la investigación, y sobre todo luego de mis sucesivas entrevistas con los ex integrantes de la banda, eso no solo se confirmó sino que se amplió. Los músicos de Panico son gente culta, con formación en disciplinas artísticas, que desde siempre devora referencias del mundo pop y que además comprende los efectos que todo ello tuvo en la sociedad del siglo XX. Vinculan creación y política, en el sentido de cuestionamiento y sacudida a la convención y a los acuerdos que elegimos darnos. Comprenden la música mucho más allá del desarrollo de un cancionero. Llega, incluso, a su estilo de vida. De ahí el título del libro. «Las canciones nunca se tratan solo de canciones», asegura Marisol en la introducción del libro, cuando se refiere a la escritura de la música popular, un terreno amplio y diverso por el cual ha transitado en diferentes investigaciones, y que con rigurosa pluma ha plasmado en publicaciones que a simple vista parecen ser tan dispares como Canción Valiente. 1960 – 1989. Tres décadas de canto social y político en Chile (2013) y Llora, Corazón. El latido de la canción cebolla (2017). Tomando en consideración tus otros libros, en donde abordas por ejemplo la canción social y la canción cebolla, ¿consideras que hay un hilo conductor entre ellas y la investigación de Panico? El hilo en mi trabajo es siempre mi convicción de que la música popular –las canciones, en específico– dice mucho sobre la historia reciente de Chile y la convivencia que hemos tenido en las últimas décadas. Es un relato que complementa el que se suele instalar desde el análisis político, la estadística, lo sociológico, etc. Para mí, las canciones y la escucha que les damos dan pistas poderosas de cómo somos. Y eso corre para Ramón Aguilera, Patricio Manns o Panico. Lo creo sinceramente, y por eso no he tenido conflictos en investigar géneros o circuitos musicales que en apariencia son tan distantes. Seré siempre una gran admiradora de quienes dedican su vida a la música, y la disciplina y sensibilidad que ello les da. ¿Consideras que existe una especie de comodidad en el campo del periodismo musical chileno al momento de elegir qué investigar y a qué artistas relevar? Entiendo que se hable de el “periodismo musical chileno”, pero yo, que estoy dentro del oficio hace más de 20 años, creo que éste es hoy demasiado divergente como para definirlo de una vez y de una sola manera. Por ejemplo, creo que el periodismo sobre música es diferente al que cubre tendencias en torno a la música, promociona actividades comerciales en las que participan músicos o que ejerce más bien la investigación académica (al margen de las pautas de medios). Están el periodismo de datos y el de opinión. Y el que roza lo publicitario y el personalizado en quien lo ejerce. Están los youtubers y quienes hacen documentales. Son maneras muy diferentes de cubrir la música, aunque tienden a confundirse, y más aún hoy, en un mapa de medios en que la precariedad casi no permite preservar el rigor ni la dedicación exclusiva. En ese panorama, más que los temas que se elijan investigar, aplaudo tan solo el impulso por hacerlo. Al fin, se trata de persistir en lo que para mí es una convicción y que es que la música popular es una expresión social muy relevante, que dice mucho sobre nosotros y nuestra época, y que por lo tanto merece un tratamiento serio y con todo el rigor que se merece la atención al campo cultural. Es una lástima cómo ha perdido espacio y relevancia lo que podríamos llamar “periodismo cultural”, cuyo ejercicio practicamos todavía entre otras actividades, pese a que éste es vital en un mapa de medios y debate público sano. Al estilo Panico no es la típica biografía lineal, sino que es un relato estructurado en secciones, que aborda de forma clara y precisa la propuesta de la banda, desde una revisión de su discografía completa, su obra multiformato, su sonido en constante evolución, su propia identidad propuesta en el manifiesto e incluso desde la visión y rol de sus fans, entre otras aristas que contextualizan el legado de la agrupación. La experiencia al sumergirse en el libro va más allá del contenido mismo. Su lectura es rápida y entretenida, de la mano de un diseño atractivo y colorido, incluyendo material diverso e interesante para las fanáticas y fanáticos, como fotos inéditas, testimonios, recortes de prensa e incluso un cómic especial para la publicación. ¿Está el libro propuesto y concebido “al estilo Panico”? Se hizo lo que se pudo. Y lo que se pudo contó con la complicidad de la editorial Clubdefans, que entendió la importancia de lo visual en Panico. Al final, cada libro te va dictando el formato que debes darle, más o menos solemne, visual, fragmentado, etc. Con Panico hubo coherencia en todo aquello de la música como permiso para un manifiesto multiformato. En la introducción, también señalas que esta investigación fue siempre estimulante y seductora, con sorpresas y revelaciones. ¿Qué descubrimientos fueron nutriendo tu interés en poner en valor el legado de Panico? Además de las anécdotas y datos nuevos, que van apareciendo en el libro, para mí fue inspirador notar hasta hoy en todos los ex integrantes de la banda un tipo de vida coherente con sus viejas convicciones en torno a la creación, la autonomía y la vida fuera del carril del éxito, tal cual se entiende en una sociedad de consumo. No es solo cosa de opiniones: cuando investigas tanto tiempo a una banda, conoces sus rutinas, casas, disposición, etc. Aprendí mucho de ellos y el tipo de vida adulta que han elegido darse. Hay un capítulo dedicado a la relación de la banda con sus fans, los chicos y chicas Panico. Acá nos encontramos con testimonios de algunos de estos seguidores y la mayoría coincide en que una de las características de ser parte de este concepto es el desprejuicio, la libertad y curiosidad musical. ¿Tú te consideras una chica Panico? Entrevisté varias veces a Panico en los años noventa, pues ya había comenzado a trabajar como periodista. Así es que desde un inicio quedé en un lado que creo que me descalifica como chica Panico auténtica, pese a cuánto disfruté sus shows y su música. Nuestra relación fue otra. Lo que importa es que los auténticos chicos y chicas Panico fueron de enorme ayuda para mi investigación. Me siento honrada de haberlos tenido de mi lado. Me encanta que tengan un espacio propio en el libro, donde además revelan muchas pistas sobre dinámicas de complicidad y entusiasmo por la música que son conmovedoras. A la luz de tu investigación y viendo la carrera de la banda en perspectiva, se puede apreciar y valorar la importancia de su trabajo para la música chilena independiente. ¿La banda tenía consciencia de lo trascendentales que fueron para una época o una visión completa de su propia huella artística o el libro, de alguna forma, les sirvió para ordenar y valorar su propio legado? Creo que la reciente visita a Chile de Eduardo y Caroline fue una revelación fuerte en ese sentido, tanto por las conversaciones que el libro permitió tener como también todo lo que sucedió con sus conciertos de reunión. Me da la impresión que aún están procesando ese entusiasmo, que por primera vez vino también de auditores mucho más jóvenes, que no los vieron en los años noventas. No puedo hablar por ellos, pero intuyo que su idea de la huella de Panico en la música chilena se amplió y profundizó. Además, que lo pasaron muy bien. Me imagino que estuviste en los shows de la banda en el contexto del Lollapalooza. ¿Qué significado tuvieron para ti? ¿Cómo lo viviste siendo parte del público? Verlos en Santiago, en Lollapalooza y en Coliseo, de algún modo volvió a “ponerme en mi lugar”, en el sentido de superar el paréntesis temporal de haber sido una investigadora sobre la banda y sus cercanos, pensando por un par de años en cómo ordenar lo que iba recogiendo e intentando ser fiel a lo aprendido. Volver a la audiencia, a cantar y bailar con su música, fundida en el cariño colectivo hacia su legado: tarea cumplida y a disfrutar. Tags #Marisol García #Panico #2023 Please enable JavaScript to view the comments powered by Disqus. 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