MUF 2023: el despertar de un ritual masivo

11 y 12 de marzo, 2023
Camping Chitaquelindo

 

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Hablar de lo que vimos en la segunda versión de MUF es por decirlo poco, complejo; complejo porque su primera versión fue hace ya 4 años ya pareciera que fue ayer, la pandemia parece habernos robado un par de año o haber acelerado el tiempo, complejo porque su crecimiento fue exponencial en todos los aspectos, complejo porque no existen muchos referentes de festivales independientes de esta magnitud en chile.

MUF fue un festival en el sentido profundo del término, una catarsis de emociones, un espacio atemporal de liberación y comunidad, de goce, de comunidad y sensualidad, una fiesta para todos los sentidos, excepto el olfato, pues el polvo en suspensión nos robó ese placer. Es fácil poner el mote de FEST a una actividad de cualquier tipo, pero el título de festival no se lo pueden atribuir todos, festivales en chile hay pocos y MUF se abre paso entre ellos.

Las emociones y los niveles en los cuales leerlos son demasiados así que contare solo un par, el par de experiencias que a mi personal entender fueron las más relevantes: el público y las bandas No sé qué a qué tipo de hipnosis recurre la producción del festival para mantener ese nivel de energía positiva y convivencia virtuosa, solo alegría y comunidad donde sea que se mirara, solo sonrisas, baile, fiesta y pasión por la música, la producción una vez más decidió mantener a los guardias solo con credenciales y sin uniformes, supongo que en la búsqueda de un control lo menos represivo y autoritario posible, y les resulto, no existió el más mínimo amague de problemas ni conductas inadecuadas, un respeto irrestricto por los niños y familias presentes y una catedra de respeto y comunión, sin palabras.

 

Las bandas por otro lado, la parrilla bien coordinada en general, sin bloques extensos de un mismo género, con bandas para todos los gustos sin perder el centro de lo que la producción plantea como espíritu del festival: la música de autor de los que vienen de abajo haciéndolo con pasión y rigor profesional, y la música de instrumentista, de los pocos locos que aun apuestan por desarrollar el arte como oficio, como una práctica ritual (está en su web site así tal cual). Las bandas no fallaron, desde las más desconocidas hasta cada uno de los head liners, al menos ninguna de las que pude ver, estuvo bajo el nivel que el festival proyectaba. Un verdadero honor tener una curatoría de este nivel.

El punto débil al igual que el festival anterior fueron los retrasos, uno de los escenarios términos con más de dos horas de retraso, lo que como publico termina siendo tedioso, la parrilla prometida permitía ver al menos 20 minutos de cada banda, con los retrasos se hizo imposible planificar y se terminaba viendo lo que se podía, mas ojo la producción con este tema en futuras ocasiones.

Sin embargo, en términos generales el festival estuvo más a la altura de lo prometido y los percances de tiempo fueron menores en relación a la experiencia completa, sonido, parrilla, locación, foodtruck, organización, publico, todo funciono como un reloj coordinado de manera espontánea, lleno de amor por lo que nos convocaba: su majestad la música. En síntesis, MUF se levanta y camino a paso firme.

Manu Bravo