Apuntes sobre "Celebrity Skin", la obra maestra de Hole
La celebridad, un anhelo. Courtney Love siempre quiso ser famosa y nunca tuvo empacho en admitirlo, al contrario de tantas estrellas que niegan la búsqueda de focos, pese a compartir el mismo anhelo en lo más profundo de su ser. Cuando tenía doce años, la futura ideóloga de Hole le escribía cartas a Andy Warhol, soñando con ser elegida como una de sus superstars. Eventualmente conseguiría su atención: en 1987, apareció en Fifteen Minutes, un programa hecho por Warhol que salía al aire en MTV, presentada por la mismísima Debbie Harry.
En el camino, Love acumuló experiencias en otras bandas. Fue vocalista de Faith No More y sus compañeros la echaron, temerosos de acabar en una dictadura liderada por ella. También pasó, se supone, por las influyentes Babes in Toyland, un dato que ha sido puesto en disputa por la banda. Cuando Hole por fin empezó, Love ya tenía las cosas muy claras. Su determinación era admirable: pagó los primeros instrumentos del grupo trabajando como stripper.
La celebridad, una cruz. Cuando Kurt Cobain se mató, la opinión pública se volcó en contra de Courtney Love, pese a que el líder de Nirvana era un hombre adulto que venía tomando malas decisiones desde mucho antes de conocerla. De alguna forma, Cobain pasó a ser el equivalente rockero de los navegantes atraídos por los cánticos de sirenas asesinas, el clásico mito. Básicamente, esto es simple misoginia. La maléfica arpía seduce y mata al frágil héroe. "Es el Síndrome Yoko, la Conspiración Courtney", publicó hace algunos años Salon en un artículo llamado "Courtney no mató a Kurt", que describe a la perfección el sesgo machista que días atrás tuvo como víctima a Ariana Grande tras la muerte de su ex.
Se recuerda menos, pero también le echaron la culpa de la muerte de Kristen Pfaff, la bajista de Hole que falleció por sobredosis apenas dos meses después de Cobain. Que Courtney Love era una mala influencia, que estaba maldita, que poco menos ella misma le dio el pinchazo letal a su amiga. Se dijo de todo para justificar que la idea de una mujer rockstar desafía la comprensión de muchos. A un hombre en el mismo lugar sí se le permite ser ambicioso, drogadicto y conflictivo. Son rasgos celebrados en algunos casos... siempre y cuando no uses vestido.
La celebridad, una obra. "Celebrity Skin" es un concepto perfecto porque el disco, desde todas las aristas posibles, fue afectado por la fama de Courtney Love. El tercer álbum de Hole tardó en salir por su trabajo como actriz en Hollywood (lo hace estupendamente bien en The People vs. Larry Flint de Milo Forman, dicho sea de paso), contiene en sus letras varias referencias a la vida en la luz pública y, como los anteriores lanzamientos del grupo, también fue dañado por el odio gratuito hacia ella. Se rumoreaba que no escribía sus propias canciones y que, a falta de Kurt Cobain para hacerle el trabajo, Billy Corgan había sido el maestro titiritero de "Celebrity Skin". Pamplinas: el líder de los Smashing Pumpkins solamente se integró al proyecto de forma breve y con el material bastante avanzado.
Lo cierto es que el disco, pese al redondeo de bordes que antes eran puntiagudos, no podría haber sido más propio de Courtney Love y su imaginación. Es su obra maestra, la representa mejor que ningún otro de sus trabajos. Expone su visión acerca de la ranciedad de la fama y la falsedad detrás del glamour. De paso, supera las limitaciones mentales del adoctrinamiento punk, del que se mostró abiertamente desilusionada mientras leía la carta suicida de Cobain, un gesto valeroso y lúcido que le valió mucha antipatía. En Celebrity Skin, mostraba una consecuencia a prueba de balas. En lo musical, es la concreción de su anhelo juvenil, suena exactamente a lo que buscaba al iniciar el grupo y publicar un aviso buscando a gente que admirara a Sonic Youth tanto como a Fleetwood Mac. Por un momento, en este disco, Hole encontró el equilibrio pese a ser la clase de grupo que siempre parecía estar desmoronándose.