Deftones: estás libre puedes volar
En un nuevo aniversario de "White Pony"
¿Es “White Pony” el mejor disco de la generación del nu metal? A dos décadas de su lanzamiento, analizamos el trato que el tiempo le ha dado al tercer álbum de Deftones, bisagra creativa de una de las pocas bandas sobrevivientes de una generación que, en su momento, recibió ataques desde múltiples frentes. Asímismo, conversamos con periodistas, comunicadores y músicos que le dieron vida a la escena local del aggro metal, para entender su impacto en suelo chileno.
Por Felipe Godoy
Cuando apareció “White Pony”, el 20 de junio de 2000, el fenómeno nu metal ya estaba en plena explosión comercial. La escena se había abierto paso en el mainstream gracias al éxito en Estados Unidos de álbumes como “Follow the Leader” (1998) e “Issues” (1999) de Korn, que obtuvieron quíntuple y triple disco de platino, respectivamente, y el fenómeno de ventas que significó “Significant Other” de Limp Bizkit en 1999, que vendió más de siete millones de copias en su país de origen. Pese a que Deftones eran miembros fundadores del circuito, aún no habían podido lograr el mismo éxito comercial de sus compañeros de generación.
El peak del fenómeno ocurrió entre 1999 y 2001. La industria discográfica entraba en crisis y sería la última vez que una escena rockera mancomunada gozaría de éxito comercial a escala mayor. Gracias a ese primer apronte de ventas logrado por Korn y Limp Bizkit, el interés de los sellos se volcó con fuerza al fichaje de un montón de bandas que replicarían sin complejos una mezcla de todos los ingredientes que los fundadores habían forjado en los años anteriores, dando origen a una etiqueta que pocos querían portar: el nu metal. Grupos cuya calidad les permitió sobrevivir al boom –como Slipknot, System of a Down o Incubus– editaron sus álbumes más relevantes entre 1999 y 2001, y se vieron obligados a compartir una etiqueta con bandas de relevancia fugaz, como Papa Roach, Sevendust, Linkin Park y un larguísimo etcétera. Fue ahí, en el momento en que el nu metal era, al mismo tiempo, el rey de las ventas y el paria del metal, cuando Deftones lanzó su tercer álbum, nuevamente bajo la producción de Terry Date.
“White pony” tuvo un desempeño relativamente bueno en términos comerciales, comparado con los discos anteriores de la banda, “Adrenaline” (1995) y “Around the Fur” (1997). Obtuvo disco de platino en Estados Unidos, debutó el 8 de julio en tercer lugar del ranking Billboard, solo por debajo de “The Marshall Matters LP” de Eminem y “Oops!... I Did it Again” de Britney Spears, dos producciones gigantes en sus respectivos estilos. Asímismo, el disco les permitió aparecer en los charts británicos, alcanzando el lugar n°13 y manteniéndose ahí durante tres semanas, algo que no habían podido lograr antes. Sin embargo, todos estos números fueron menores comparados con los de sus compañeros como Korn, Limp Bizkit e incluso por grupos que copiaron la fórmula a la línea de avanzada: Papa Roach y Linkin Park (quienes llegaron a vender más de 11 millones de copias de “Hybrid Theory”en Estados Unidos). Estaba claro: ni en su mejor excursión en el mainstream, Deftones fue un éxito absoluto de ventas. La relevancia de “White Pony” fue, sin lugar a dudas, artística.
I watched you change
“White Pony” fue un rito de pasaje para Deftones. Si bien no existen dudas acerca de la gran contribución de sus dos primeros discos a la definición del sonido del nu metal –expandiendo la flexibilidad del género en su mezcla del metal con groove funk, contrastando voces guturales con vocalizaciones de herencia emo y algo de métrica rap–, su tercera producción fue una declaración muy clara de que no querían detenerse ahí. Por esos días, tan común como el esfuerzo de la prensa por definir etiquetas en el rock, era el ímpetu de las bandas por rechazarlas y clamar por su autodeterminación. Deftones no escatimó en declaraciones en ese sentido. «Simplemente no me siento aggro, no siento que esté haciendo música para ser agresivo (…) Creo que lo que hacemos es lo que hacemos y no me gusta compararlo con nada», declaraba Chino Moreno a Rockaxis en la antesala a su visita en enero de 2001. Por la misma época, Abe Cunningham se refería a los imitadores de la banda que proliferaban en ese año: «creo que todos copian, nosotros ciertamente hemos imitado bandas también, el tema es cómo lo tomas (…) la música tiene que pasar por el corazón y el alma, darle tu propio sello. Las bandas deberían intentar hacer su propia mierda», diría a The PRP.
Alfredo Lewin, quien los entrevistó durante su primera visita a Chile, recuerda con nitidez que el quinteto tenía muy claro lo que había logrado: «estaban convencidos que habían alcanzado la madurez y habían facturado una obra magna. Lo sabían». El buen recibimiento por parte de la prensa especializada fue inmediato, en tiempos donde el estilo no era bien visto y el esnobismo obligaba a vilipendiar a esta nueva generación del metal. Además de la sobreexposición, una de las razones por las que el nu metal fue tan maltratado era su naturaleza mestiza, el cruce con géneros más profanos como el rap o el emo, que no necesariamente gozaban entonces del beneplácito de los sectores más aspiracionales de la prensa y los fans puristas del rock. En este contexto, se entiende que una de las razones del éxito artístico de “White Pony” fue el cambio en la fuente del mestizaje, donde aparecieron estilos mucho más respetados como el shoegaze y las diversas corrientes de la new wave británica. «En este disco se ve todo el espíritu de Chino por acercarse a grupos como Cocteau Twins o Depeche Mode, que siempre ha sido una referencia para él. Y son esas atmósferas, esas capas de sonido, esa introspección que hacen de “White Pony” uno de esos grandes discos atemporales que, 20 años después, uno le sigue encontrando detalles», opina el periodista Francisco Reinoso.
Tonight, I feel like more
El proceso de composición fue duro. Pese a que había consenso en el ímpetu creativo, por primera vez las diferencias creativas se manifestaron de forma profunda al interior de la banda, especialmente entre Chino Moreno y Stephen Carpenter, como contaría el vocalista en detalle a Metal Hammer en 2000: «llegados a un punto, Stephen paró y dijo: “no pienso escribir nada meloso, solo quiero hacer rock pesado”, y yo dije como “ok”. No quería que él hiciera cosas que no quería hacer. Eventualmente, empezó a disfrutar el lado más diverso, melódico y pausado de las canciones que había escrito, pero antes de llegar a ese punto, fueron solo peleas (…) Yo quería lograr un álbum más universal en vez de algo muy directo y pesado. Entonces, fue como “Stephen, está bien si solo quieres escuchar Meshuggah, pero nuestra banda no se trata de eso”».
Deftones pensó el nombre del disco y el bosquejo de su iconografía antes que las canciones, algo bastante poco usual. Aunque estaban al tanto de la asociación que el concepto tenía con la cocaína y los sueños eróticos, lo central tenía que ver con el concepto gráfico en sí y su relación con la identidad de la banda: «el nombre empezó como una idea gráfica, el dibujo de un pony (…) pensé que deberíamos usarlo como propaganda para representar nuestra individualidad, para decir “somos el pony blanco entre todas estas otras bandas”, y nos quedamos con eso», dijo Moreno a Slamm Magazine en la época del lanzamiento del disco.
Efectivamente, “White Pony” es muy distinto a lo que la banda había hecho hasta entonces y bastante diferente a todos los álbumes que las bandas del circuito habían ofrecido hasta ahí. Los puntos cardinales para analizarlo eran distintos: las atmósferas escapaban del tono frontal de System of a Down, el sabor depresivo-biográfico del primer Korn y el hedonismo de Limp Bizkit. Era más fácil emparentarlos con Nine Inch Nails o A Perfect Circle. Así, el disco elegía transitar por parajes oníricos en donde Chino cuenta historias sugerentes, nunca explícitas, y la instrumentación juega mucho más con las texturas –el concepto favorito de la prensa para referirse al álbum–, siguiendo el modo en que los británicos comenzaron a concebir el rock desde fines de los 70, antes que la exuberancia, el grosor y la energía cinética del rock mainstream norteamericano de la época.
La canción que mejor engloba la idea de “White Pony” es su primer single, la extraordinaria ‘Change (in the house of flies)’, toda una declaración de principios que introduce en sus primeros segundos las dos novedades esenciales que traía el sonido Deftones del nuevo siglo: Chino Moreno debutando en una brumosa guitarra, de fuerte contraste con los riffs metaleros de Carpenter, y Frank Delgado agregando sombríos sonidos usando sintetizadores y tornamesas al modo de los grupos de post rock y trip-hop, jugando con los volúmenes para evitar que suene el scratch (típico del rap). La canción fue una oportunidad para todos de experimentar y meterse en terrenos inexplorados. «Mis influencias son diferentes a las del resto de la banda (…) Yo soy fan del world beat, el jazz y el reggae. En nuestro single ‘Change’, hice un bajo medio estilo dub. Pero es bien sutil», señalaba Chi Cheng en esos años a Bass Street. Por su parte, Delgado reflexionó hace algunos años en una entrevista con Broward Palm Beach New Times sobre la forma en que su rol en ‘Change’ definió la manera en que él se insertaría en el nuevo sonido de la banda como DJ: «necesitaba encontrar una forma para crear melodía y armonías dentro de las canciones como un todo. Empecé a resolver eso usando los equipos que estaban ahí dando vueltas, y finalmente de eso se trató ‘Change’. Ese soy yo tratando de mantenerme en la canción, a través de la canción, todo lo opuesto a la idea más simple de “la parte donde entra el DJ”».
“White Pony” está lleno de canciones llamativas, todas muy diferentes entre sí. La más atrevida de todas es ‘Teenager’, un trip-hop encargado de hacer la pausa en la mitad del disco. En plena fiesta de lanzamiento del álbum, Chino contó cómo llegó esta canción a la selección final: «iba a ser usada inicialmente en Team Sleep, el proyecto que tengo con DJ Crook y Todd Wilkinson. Un día grabamos algunas guitarras con Stephen y se las enviamos a Crook y él empezó a trabajar con loops y esas cosas y me envió de vuelta como siete canciones. Un día les dije a los muchachos, “amo esta canción, me encantaría ponerla en el disco”, y me dijeron “dale, lo que sea, si está buena”. Puse la voz, Stephen unos teclados y Frank un poco de sus sonidos de DJ. Fue como una pequeña y rápida jam, una canción de Deftones (…) La letra está inspirada por ese sentimiento de cuando eres joven y estás en el colegio y ahora te ves y te sientes muy diferente a lo que eras en ese entonces». Por otra parte, el hecho de que ‘Passenger’ contara con la colaboración de Maynard James Keenan, el enigmático vocalista de Tool, fue otro elemento que puso a Deftones en un escalón diferente al resto de sus pares. De alguna manera, esa participación fue como una especie de bendición de uno de los héroes de esa generación, similar a lo que ocurría con Mike Patton: «él es un muy buen amigo mío, pero no fue nada planeado. Simplemente estaba un día con nosotros en un ensayo, tocamos el tema, se puso a cantar y fue saliendo así espontáneamente, y quedó muy bien».
Who ruined it? You did!
El álbum apareció inicialmente en tres versiones distintas. Aprovechando la naturaleza cromática de la iconografía del disco –un pony blanco sobre un fondo completamente gris– diseñada por Frank Maddocks, la banda editó al mismo tiempo dos ediciones limitadas, una roja y otra negra, las cuales contienen como bonus track la canción ‘The boy’s republic’. Sin embargo, hubo una cuarta versión. Como “White Pony” no cumplía con las expectativas económicas de Maverick Records, que veía cómo otras bandas asociadas al género vendían millones de discos, le pidieron a Moreno y compañía que grabaran una canción adicional para ser usada como segundo single. Así, el 3 de octubre de 2000 se lanza la edición blanca del álbum, cuyo primer track es ‘Back to school (Mini maggit)’, canción ultra-rotada en radios y MTV que sigue a la perfección el manual del nu metal. Chino se encargó de gritar a los cuatro vientos su disconformidad con esta medida, como publicó Revolver Magazine en 2018: «ellos querían un segundo single y no veían ningún otro en el disco (…) Recuerdo que me sentaron y me mostraron cómo Papa Roach y Linkin Park habían vendido seis millones de discos mientras que nosotros habíamos vendido un décimo de eso. Para mí, ellos estaban pidiendo algo de rap rock y en ese tiempo yo ya estaba totalmente alejado de ese tipo de música. Mi primera respuesta fue “de ninguna manera”, y luego ellos me dijeron que el coro de ‘Pink maggit’ era muy bueno, así que me pidieron que la reescribiera como una canción de tres minutos. Me siguieron acosando con el tema, así que les dije “miren esto”. Porque las canciones hechas en base a fórmulas son muy fáciles de hacer». Lo cierto es que, la exigencia obsesiva del sello por hits radiales erosionó duramente la autoconfianza del vocalista, algo nada bueno para alguien que ya luchaba con adicciones a las drogas y problemas de autoestima.
En esta batalla por equilibrar inquietudes artísticas y éxito comercial, “White Pony” se convirtió en el álbum más importante de Deftones. ‘Elite’, una de las performances más brutales de Chino Moreno en toda su carrera, les valió un Grammy a “Mejor Performance Metal”; ‘Change (in the house of flies)’ es su canción más escuchada en Spotify, con más de 90 millones de reproducciones y cuatro de sus 10 canciones más escuchadas en la plataforma pertenecen a este álbum (se suman‘Passenger’, ‘Digital bath’ y ‘Back to school’); y de acuerdo al portal Setlist.fm, ‘Change’, ‘Feiticeira’ y ‘Digital bath’ están entre las diez canciones que más han tocado en vivo en toda su carrera.
El aterrizaje del “White Pony” a Chile
Pese a que en Chile ya existían fanáticos del grupo desde hace un tiempo, “White Pony” fue el disco con que Deftones irrumpió en el mainstream nacional, generando una interesante relación con nuestro país.
El impacto fue notorio. Las radios juveniles de la época le dieron bastante espacio y la audiencia respondió. El fenómeno nu metal se vivió en Chile de forma casi simultánea al resto del mundo, más nítidamente y de forma más masiva que tendencias globales anteriores como el grunge y el britpop. «En esa época ya estábamos funcionando en tiempo real, sobre todo porque ya había una oleada muy importante gracias a MTV Latino, particularmente por el rol que jugaba ahí Alfredo Lewin», recuerda Felipe Arratia, que en ese entonces había aterrizado recién en radio Rock & Pop, uno de los medios más comprometidos con la escena en la época. Matilda Svensson, otra de las voces principales de la radio en esos años, agrega que «la gente los pedía muchísimo en la radio, en la época en que se hacían pedidos al teléfono en Rock & Pop y la gente salía al aire. ‘Back to school’ y ‘Change’ sonaban todo el tiempo». El mismo Arratia recuerda la importancia que tuvo un single como ‘Digital bath’ para la ampliación del público que seguía a la banda en Chile: «Me parece que el haberla elegido como single fue sumamente valiente. Esa canción sonó muchísimo en Rock & Pop, la pedían mucho y, sobre todo, la pedían muchas chicas (…) entonces te dabas cuenta de que era una banda que si tú le dabas suficiente espacio, era capaz de ampliar su público y salir muy lejos del ghetto rockero».
En general, la prensa especializada concuerda en que “White Pony” no solamente fue un hito en términos de difusión y masividad, sino que se trató del momento en que los de Sacramento mostraron credenciales que los situaron en un nivel artístico mucho más inquieto que el resto de sus pares. Al respecto, Francisco Reinoso es claro: «fue una sorpresa para muchos que esperábamos una secuela del “Around the Fur”. Ahí Deftones mostró el ímpetu creativo y fue la señal que daba Chino Moreno para distanciarse de sus pares generacionales, con los que en cierta forma habían armado un circuito desde el año 94 en adelante». En esa misma línea, la periodista Bárbara Alcántara agrega: «Deftones finalmente se diferenció dentro del nu metal por la inclusión de texturas, de sonidos más electrónicos, teclados, y de no tener miedo a incluir influencias que fueran más inglesas y como más poperas, incluso hay algo de shoegaze». La percepción sobre los bonos que sumó la banda al jugársela por estos nuevos sonidos es bastante unánime. Matilda Svensson coincide, señalando que «el “White Pony” tiene el mérito de estar entre los mejores discos de rock del nuevo milenio. Define el cambio de década, siglo y milenio con una entrada llena interrogantes sobre lo que nos deparaba a este lado del calendario». Incluso para aquellos más identificados con el sonido de Korn, como Alfredo Lewin, este álbum no pasó desapercibido: «Deftones tenía algo que era tan atractivo como Korn, pero musicalmente más ambiciosos, más progresivos. Con “White Pony” habían captado un espíritu sónico muy de ellos».
El debut soñado
Deftones debutó en suelo nacional el 26 de enero de 2001 en el Estadio Chile (futuro Estadio Víctor Jara). Todavía no era común que nuestro país fuera una parada ineludible en las giras de los músicos de rock, razón por la cual estas visitas tenían un significado especial, convirtiéndose algunas veces en hitos relevantes para definir la relación de las bandas con el público chileno. Algo más o menos parecido a lo que ocurrió con Faith No More 10 años antes. «El debut de la banda vino en un timing atípico, porque en ese tiempo no venían muchas bandas nuevas, por decirlo de alguna forma, entonces sirvió para capitalizar todo el boom que hubo con el nu metal en Chile, toda una escena nacional que también había respondido con tocatas, con un culto», recuerda Francisco Reinoso. En la reseña del concierto publicado por Rockaxis, Héctor Aravena confirma la gran sincronía de la venida del quinteto: «la visita de Deftones en nuestro país no podría haber sido en un mejor momento. Su popularidad ha llegado a un nivel impensable hasta para ellos mismos y aquí en Chile un público fanático y enfervorizado, que debe haber bordeado las cinco mil personas en el Estadio Chile, disfrutaron de un recital lleno de poder y agresión».
El concierto fue teloneado por dos de las bandas fundamentales de la escena nu metal chilena: 2X, que ya venía cosechando fanáticos a nivel latinoamericano gracias a la buena rotación en medios de su excelente disco debut “Pateando Cráneos” y Rekiem, el grupo liderado por Julián Durney que había editado recientemente “Apgar: 0”, su segundo álbum, el que los consagraría con el correr de los meses como uno de los principales herederos de Deftones en nuestro país. Su vocalista, Gino Fuenzalida, recuerda que esa fecha –más la del show de Korn un año después– sería clave para el futuro del grupo: «fue un verdadero logro, creo que nunca había vista tanta gente junta en mi vida y atentos a lo que en ese momento estaba pasando en el escenario. Un mar de cabezas y brazos se levantaban entre bombitas de agua que lanzaba hacia ellos, ¡como tratando de apagar un incendio con una pistola de agua!». El setlist del show fue muy variado y no estuvo especialmente centrado en “White Pony”. De las 19 canciones tocadas, solo cinco pertenecían a su tercer disco: ‘Feiticeira’, ‘Korea’, ‘Change’, ‘Teenager’ y ‘Digital bath’, a diferencia de los shows que venían haciendo en Estados Unidos, donde habitualmente incluían también ‘Back to school’ y ‘Knife prty’. No obstante, el show sería solo el primer apronte de un total de nueve conciertos que realizaría la banda en Chile desde entonces, siendo el país de Latinoamérica en el que más veces se han presentado (le siguen Brasil con seis presentaciones y Argentina con cinco).
En general, el concierto es recordado por dos cosas. Lo primero, fue su tremenda intensidad: «haber vivido eso en esa época, haberlos visto en su primer show acá en Chile fue impresionante», recuerda el baterista Cote Foncea. Por su parte, Felipe Arratia coincide en la intensidad del show, pero también apunta que la acústica no fue la mejor ese día: «el comienzo con ‘Engine N°9’ fue impresionante, algo que yo no había escuchado en Chile, el nivel de potencia. Lamentablemente, esa potencia sumada a la mala acústica del Estadio Víctor Jara era un problema. Fue un concierto que derechamente no sonó bien». Lo segundo, es el recuerdo amargo del disgusto y asco de Chino Moreno ante la el comportamiento del público rockero que en esa época acostumbraba a escupir a sus artistas como muestra de “admiración y conexión”, un hábito que, por suerte, ya iba en retirada. «Todo el mundo se acuerda de lo muy molesto que estaba Chino Moreno con la asquerosa costumbre de tirarle escupos a los artistas. No diría que amenazó en algún momento con terminar el concierto, pero sí le desagradó muchísimo», recuerda Arratia.
La huella de “White Pony” en la escena chilena
Lo que ocurrió con el nu metal en Chile fue interesante: al mismo tiempo que en Estados Unidos se desataba el furor por el estilo, la escena nacional daba respuesta a esta musicalidad con distintos grupos. Rama editaba su debut homónimo en 1999, Dracma hacía lo propio bajo la co-producción del experimentado Gustavo Santaolalla, 2X lanzaba “Pateando Cráneos” al año siguiente –alcanzando gran aceptación a nivel regional gracias a sus singles ‘La fuerza policial’ y ‘A romper la calma’–, y un año más tarde, Rekiem editaba su relevante “Apgar: 0”.
«Por alguna razón que todavía no entiendo, todo el mundo quería imitar a Chino Moreno. No sé, tal vez Jonathan Davis es muy difícil de imitar o Chino, quizá por sus raíces latinas, pegaba más acá, no sé, pero la cagó la cantidad de “Chinos Morenos” que había en las bandas acá en ese tiempo», recuerda el productor Pepe Lastarria. Para los músicos de la generación del aggro metal –como fue conocido el estilo en Chile–, Deftones y el “White Pony” significaron un aporte en frentes diversos. Para Daniel Campos, guitarrista de Rama, lo central fue el giro en la forma de componer del grupo, algo con lo que se siente identificado (y que, ciertamente, podemos oír en la evolución de la banda, desde el “Disco Amarillo” a “Manifiesto”). «Lo que me llamó mucho la atención del disco es justamente que seguían manteniendo esta brutalidad en el sonido, pero se sumó la guitarra de Chino Moreno para darle una onda más fogatera, y definitivamente las canciones tomaron una onda más melódica y de canción. Justamente eso era lo que yo estaba buscando».
Uno de los vocalistas en los que se podía detectar la influencia de Chino Moreno es Gino Fuenzalida de Rekiem. «Fue un aporte interesante y validador, siempre me gustó mucho poder variar mi registro entre gritos, melodías y efectos impostados que logré aprender gracias a la experimentación vocal», nos señala. Cote Foncea, por su parte, recuerda el equipamiento usado por Abe Cunningham en el disco: «En ese tiempo, se caracterizaba por tener una caja muy grande, pese a que cuando salió “White Pony” usó una caja Piccolo, chiquitita, que yo también ocupaba con Dracma. Una caja que cortara las guitarras, teniendo siempre un significado musical. Que no fuera la típica caja de rock».
Finalmente, Pepe Lastarria resalta el gran sonido del disco: «ha envejecido maravillosamente, pongo play y siento lo mismo que hace 20 años atrás: la misma sensación, la misma frescura. Y en sonido, ese principio en ‘Digital Bath’, esa batería, esa caja, esa hueá suena, o sea, ojalá alguien pudiera hacer un disco que suene así hoy».
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