Elliot Smith: la melancolía es mi mejor amiga
"Figure 8", uno de los grandes títulos del recordado músico
Amo y señor de las canciones nostálgicas y emotivas hacia fines de los 90 y el comienzo del nuevo milenio. Falleció por una puñalada en su pecho en 2003, justo cuando su carrera comenzaba a dar el gran salto. Su último material de estudio, “Figure 8”, cumple 20 años de existencia, ese con el que dio el paso hacia el mainstream y le permitió grabar en el mítico Abbey Road.
Por Bastian Fernández
Dueño de una voz única y unas letras en la que exponía todos sus fantasmas, pero a través de una espesa niebla en la que solo dejaba espacio para la interpretación. Elliott Smith es uno de esos artistas que ofrecía la experiencia de su música sobre un despampanante vestuario o la imagen de un galán de Hollywood.
Dejó este mundo en 2003, cuando a penas tenía 34 años, producto de una puñalada en su pecho la que aún no se sabe si fue auto infringida o realizada por un tercero. Antes de este trágico episodio, creó “Figure 8”, su cuarto álbum de estudio que fue publicado un 18 de abril de 2000. Para llegar a esa meta, grabó un buen puñado de canciones que tenía rápidamente entre los Sunset Sound Studios de Hollywood, los Sonora Studios en Los Angeles, los Capitol Studios de Hollywood y, cumpliendo un anhelado sueño de adoelscente, en los míticos Abbey Road Studios de Londres, al igual que sus favoritos The Beatles.
Considerada su obra más cercana al maisntream –logró el puesto 99 en la lista de ventas en los Estados Unidos– dividió a la crítica especializada ahce 20 años. Algunos aplaudieron su paso al pop y otros sencillamente la sepultaron. El medio ingles New Express Music (NME) indicó que «es el mejor disco de Elliott Smith hasta el momento y eso es mucho decir». Por su parte, Spin indicó «este disco representa la progresión de un gran músico». Desde la otra vereda, Pitchfork opinó, «no es tan bueno como “XO” o “Either/Or”, aunque este tipo aún merece la pena», mientras que AllMusic escribió: «Aunque es un disco bastante impresionante, está lejos de ser la obra maestra que parece pretender ser».
Lo cierto, es que se aleja de ese sonido complejo y lleno de arreglos propuesto en sus trabajos anteriores. Aunque, obviamente, esta elección no fue hecha al azar. Con “Figure 8”, Elliott quería dejar atrás esa imagen de outsider para dar paso a algo más cercano, con el fin de eludir, de alguna forma, su depresión y adicción a las drogas. Smith quería comenzar a vivir en un mundo mejor, con más colores, por lo que con “Figure 8” quería dar ese paso. Si bien, en el álbum se aleja en parte de esa oscuridad melancólica que tanto lo caracterizaba, como muy bien señaló en su momento NME: «un caleidoscopio de sonidos e instrumentos deliciosamente inteligente», seguía habiendo un halo de sombra. Y puede ser por esa idea que le atormentaba: que nadie acudiría a su funeral cuando muriera, pero lo cierto es que sus demonios internos nunca lo abandonaron, y sus letras son aquel testimonio de aqul híbrido viaje por su interior, el que es guiado por su dulce voz, que funciona como salvavidas durante ese solemne recorrido.
Russell Simins, baterista de Jon Spencer Blues Explosion y amigo personal de Smith, declaró al repecto que: «pese a estar sumido en un auténtico pozo, Elliott quería salir de él. No me gustaría imaginármelo mortificado las 24 horas del día, porque además no es así. En nuestros conciertos bailaba sin parar. Era muy buen chico, con mucho talento y además honesto. Cuando salíamos siempre era auténtico y divertido, no le importaba nada el hecho de ser una estrella. Era una persona con los pies en la tierra. Digamos tan sólo que él tenía sus demonios y sus propias formas de arreglárselas con esos demonios. Me gustaría que la gente supiera que aunque Elliott era una persona muy inteligente…, bueno..., pero también bastante simple. Tenía un increíble sentido del humor y le encantaba reír… yo lo echo mucho de menos».
Al revisitar “Figure 8” dos décadas después, se huele y siente ese sonido de los 2000. Canciones como ‘Somebody that I used to know’ o ‘Easy way out’, recuerdan a esos soundtracks de las películas románticas de adolescentes de comienzo de milenio. Además, el álbum es fundamental para las bandas que utilizarían el piano generar para paisajes nostálgicos y emotivos. Grupos como Coldplay o Keane le deben mucho al sonido logrado por Smith durante sus primeros álbumes.
Luego de su muerte, artista como DIIV, Usuales, Julien Baker, Madonna y Amanda Palmer le han rendido tributo o señalado como una de sus grandes influencias. De hecho, en 2016 se publicó “Say Yes!”, el álbum tributo a Elliot Smith.
Si algo esta claro sobre su figura y esta obra en particular, es que sigue sonando igual de fresca y conmovedoramente emotiva. Aún se puede sentir en su voz ese anhelo de paz, calma y libertad, algo que nunca pudo alcanzar. Los arreglos son sencillamente perfectos. Todo está puesto en su justa medida y esa capacidad para iniciar melodías en instrumento, para luego terminarlas en otras y que se sienta con tal naturalidad, es algo que poco artistas han podido lograr. Esta creación de Elliott es la que mejor permite entender su mundo, ese hacía ver sencillo lo complejo, que estaba lleno de sorpresas y de líricas que hasta el día de hoy esconde más de un misterio. Uno de esos discos de culto que tiene ese siempre exquisito catálogo del rock alternativo que espera contantemente por ser devorado y valorizado.
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