Hay bandas que se niegan con uñas y dientes a volver a sus raíces, pero Paradise Lost ha demostrado que el viaje de ida y de vuelta es posible, incluso obteniendo resultados admirables. Por más de 30 años han escrito las reglas del metal extremo a total gusto, desde un death metal cavernario, pasando por el death/doom, el metal gótico, el synth pop, el metal electrónico, el doom tradicional hasta llegar al death/doom otra vez. Dieron la vuelta completa y lo mejor aún, incorporando nuevos clásicos al estilo, ¿qué mejor prueba de vigencia? Con este bagaje a sus espaldas, analizar la discografía de la banda de Halifax no es una tarea sencilla, pero sus constantes cambios la convierten en una aventura emocionante, una búsqueda de ese paraíso perdido que puede dividirnos y unirnos a la vez. ¿Valen la pena los discos de ese período synth pop? ¿Cuál es el mejor desde su regreso a los terrenos del metal más lento y aplastante? ¿”Draconian Times” o “Gothic”? Les damos la bienvenida a esta verdadera catedral gótica llamada Paradise Lost.
16- “Host” (1999)
Independientemente de quién se lleve el último lugar, es obligatorio manifestar que Paradise Lost no tiene disco malo. Objetivamente, “Host” tiene un sonido increíble, una producción de lujo y canciones elegantes como ‘It’s Too Late’, ‘Last Day of Summer’ y ‘Permanent Solution’. Nick Holmes se viste de crooner y la sensualidad de su voz es uno de los puntos más fuertes de una placa misteriosa y desafiante que abandona las guitarras para lanzarse de lleno a los teclados y los sintetizadores. ¿Y si es tan bueno entonces por qué es tan resistido? Precisamente, es el despojo de la pesadez lo que desconcierta a varios, no tener ese filo metálico parece imperdonable para una banda de guitarras tan duras como Paradise Lost. En un contexto en el que Depeche Mode había lanzado “Ultra” solo un par de años antes, “Host” puede pecar de beber excesivamente de la fuente alimentada por Martin Gore cuando una de las grandes banderas de Holmes y los suyos fue siempre la originalidad y la vanguardia en los terrenos del metal. “Miro a la escena metalera hoy en día y me doy cuenta de que no ha pasado nada emocionante en años. De hecho, las bandas ochenteras de New Wave son nuestra fuente de inspiración más importantes”, decía un convencido Gregor Mackintosh en la revista Breakout de la época, una evidencia indiscutible de que esta séptima incursión discográfica era parte de una experiencia que debía vivirse para seguir evolucionando. Increíble pensar que estamos hablando de la misma banda que solo 10 años antes de “Host” había sido una piedra angular para el death/doom europeo.
15- “Symbol of Life” (2002)
El más guitarrero de la “trilogía synth”. “Symbol of Life” no solo se caracteriza por el progresivo retroceso de la dominación sintetizada, sino que también es el último disco con el baterista Lee Morris. Goza de una lista de invitados envidiable, con Lee Dorrian contribuyendo en la magnífica ‘Erased’, el histriónico Devin Townsend levantando las guitarras de la potente ‘Two Worlds’ y Joanna Stevens complementándose con Holmes de manera magnífica en ‘Primal’ y ‘Mystify’, todo con un sentido de ferocidad que llenaba de esperanza a los fanáticos que esperaban una vuelta de tuerca hacia lo pesado. “Symbol of Life” fue el comienzo para encontrar un riel en el que se sentirían más cómodos con la ayuda del productor Rhys Fulber (Fear Factory), tras varios años en que buscaron su dirección siempre con un ojo en la experimentación. Un disco soberbio, algo inconsistente cuando se mira de cuerpo completo, pero arrolladoramente potente.
14- “Believe In Nothing” (2001)
La continuación de “Host” es similar en tono y forma, pero da un poco más de espacio a las guitarras y eso se nota desde la triada inicial compuesta por ‘I Am Nothing’, ‘Mouth’ y ‘Fader’. A medida que el álbum va avanzando por ‘Look At Me Now’, ‘Something Real’ o ‘Divided’ se va notando más el balance entre el synth pop del anterior y el metal más electrónico del siguiente, lo que posiciona a esta octava placa un paso más arriba de ambos. No es un secreto para nadie que la misma banda no quedó contenta con su producción, quizá porque es el que suena más “ligero” desde que decidieron emprender el camino de la exploración, además de la intromisión de EMI en el proceso creativo y de los problemas personales que asolaban a los integrantes de la banda. A pesar de que luego se reeditó para mejorar su sonido, pareciera ser que las guitarras tomaron demasiada posesión en comparación con el bajo y la batería, todavía no encuentra ese equilibrio que canciones como ‘World Pretending’ merece, una señal de que en medio del mareo creativo en el que la propia banda ha reconocido estar durante ese período, el espíritu de Paradise Lost estaba ahí, solo había que sacarlo del limbo.
13- “Paradise Lost” (2005)
Tras la “trilogía synth”, este homónimo se encamina hacia el encuentro del estilo definitivo en el que Holmes y los suyos se sienten más cómodos. Sin Lee Morris en la batería y con Jeff Singer ocupando su lugar, encontramos canciones fuertes como ‘Close Your Eyes’, ‘All You Leave Behind’ o el cierre ‘Over The Madness’ que ya van mostrando la recuperación de su faceta más aguerrida y frontal, mientras que en ‘Red Shift’, ‘Forever After’ o ‘Shine’ hay todavía un énfasis en los gachos melodiosos resguardados por los elementos electrónicos en ciertos rincones. A diez años del batacazo de “Draconian Times”, se ve a un Holmes que va golpeando con más fuerza y a una maquinaria instrumental liderada por Mackintosh que lentamente va recuperando la forma. El upbeat bailable que se toma ciertas licencias en los discos anteriores desaparece, lo que sorprende a varios fanáticos que no esperaban encontrarse con un disco como este. “Paradise Lost” se siente como un nuevo comienzo, quizá sin tantos clásicos para el catálogo, pero sí un paso en la dirección correcta.
12- “Medusa” (2017)
El anterior “The Plague Within” dejó la mesa lista para un disco de death/doom sin concesiones y “Medusa” llegó en buena hora para cumplir con ese propósito. Desde la miseria de ‘Fearless Sky’ hasta la épica siniestra de ‘Symbolic Virtue’, el décimo quinto esfuerzo de los ingleses explora el nihilismo y la oscuridad del ser humano con sus capacidades instrumentales al máximo combinando órganos sepulcrales con guitarras espesas, bajos vibrantes, baterías melancólicas y voces de ultratumba, todo lo que haga falta para demostrar que su portentosa armadura sónica toma una segunda juventud en parte gracias a la incorporación del baterista firlandés de 22 años en su momento Waltteri Väyrynen. La gira por Europa incluyó a compañeros de ruta como Sinistro y Pallbearer, discípulos que aprenden de unos maestros que son capaces de oscurecer su propuesta y encajar perfectamente en un contexto contemporáneo sin palidecer, una gracia que solo veteranos como Paradise Lost se pueden permitir. Con su aura densa y maldita, “Medusa” sigue petrificando a todo aquel que se deje encantar por sus sonidos.
11- “In Requiem” (2007)
Al llegar a su onceavo disco de estudio, Paradise Lost cierra el círculo completo de su etapa experimental y con ‘In Requiem’ dejaban muy en claro su regreso al metal más pesado, lúgubre, doom y gótico. ¡Y qué pedazo de regreso se marcaron! Un disco glorioso y grandioso en el que las guitarras de Gregor Mackintosh y Aaron Aedy recuperaban todo su filo, volvía la voz desgarrada de Nick Holmes y la base rítmica del bajista Steve Edmondson y el baterista Jeff Singer volvían a crear muros de sólido concreto. Desde la oscura y genial portada del artista griego Seth Siro Anton, el disco resume calidad y potencia a través de canciones enormes como ‘Never For The Damned’, ‘Ash & Debris’, ‘The Enemy’, ‘Requiem’ y ‘Sedative God’, demostrando que estos genios del metal gótico solo andaban de parranda. A partir de este momento se inicia una segunda y dorada juventud para la banda, una segunda etapa “100% metalera” llena de grandes discos que se iniciaron a partir de este titánico ‘In Requiem’. ¡Gracias por volver!
10- “One Second” (1997)
Tras venir de un éxito internacional a gran escala con “Draconian Times”, aclamado tanto por la crítica como por los fans, la banda de Halifax continuaba con su marcha evolutiva imparable entregándonos su sexto disco en ocho años de carrera desde su álbum debut. Y lejos de irse a la segura y repetir la fórmula ganadora que les hubiera reportado muchos réditos, Paradise Lost asumen el riesgo de incorporar en “One Second” una gran cuota de teclados y sonidos electrónicos de influencia directa de Depeche Mode, mientras que al mismo tiempo también fluye con notoriedad el legado gótico/melódico de The Sisters Of Mercy, creando una amalgama sonora que aún se sostenía en una base áspera. Fue desde este punto cuando Nick Holmes y Gregor Mackintosh, los líderes de PL, comienzan a alejarse del metal más duro a pesar de que el disco mantiene un alto nivel con canciones como el gran tema título, el exitoso single ‘Say Just Words’ y otros cortes relevantes como ‘Another Day’, ‘This Cold Life’ y ‘Blood Of Another’. La desbordante creatividad de Paradise Lost en este período de su carrera los hacía caminar peligrosamente sobre la cornisa.
9- “Lost Paradise” (1990)
Hay algunos discos debut que a veces son injustamente relegados a un segundo plano por “culpa” de un sophomore demasiado rompedor, de una discografía demasiado amplia o bien por ambas razones. Ese es precisamente el caso de “Lost Paradise”. Demasiado rústico, dicen algunos, y si bien tienen razón, esa es la característica principal que lo hace tan especial. Esa forma tan huraña de hacer death metal, como se puede apreciar en ‘Deadly Inner Sense’, ‘Our Saviour’ o ‘Frozen Illusion’, no es otra cosa que el producto de un underground inglés en el que Holmes y los suyos se toparon con Napalm Death, Doom o Extreme Noise Terror, o sea, la escena hardcore y grindcore. No tenían idea de que Winter en Estados Unidos o diSEMBOWELMENT en Australia estaban en la misma sintonía que ellos, nombres que estaban lejos de obtener las cuotas de notoriedad que sí obtendría Paradise Lost con el siguiente “Gothic” (1991), creando a demonios pútridos que siguieron ese tenebroso camino: My Dying Bride, Anathema y Katatonia. Pero nada de eso podría haber sido posible sin esa piedra angular que es “Lost Paradise”, supieron afinar una plantilla que el mismo padre de Peaceville Records, Paul "Hammy" Halmshaw, produjo, según cuenta la misma banda, “haciendo headbanging con una botella de whiskey y un poco de marihuana”. Si bien está debajo de un presente tan sólido como “Obsidian”, del regreso maravilloso a las pistas del death/doom de “The Plague Within” y a toda su época de oro en la primera mitad de los 90, “Lost Paradise” merece su lugar como el engendro malévolo de una época en la que Paradise Lost estaba haciendo historia con sus propios medios.
8- “The Plague Within” (2015)
Después de un gran disco de metal más “tradicional” como “Tragic Idol”, en el que la voz limpia de Holmes se luce entre las mareas de distorsión de Gregor Mackintosh y Aaron Aedy, el siguiente “The Plague Within” expande los horizontes de Paradise Lost para dar con seguridad uno de sus pasos más celebrados por gran parte de su fanaticada. La elegancia gótica está presente, sobre todo cuando Holmes intercala la voz limpia y el gutural en ‘An Eternity of Lies’ o ‘Sacrifice The Flame’, mientras Steve Edmondson, Adrian Erlandsson, Aaron Aedy y Greg Mackintosh aceleran las pulsaciones en ‘Terminal’ o ‘Flesh From Bone’ mirando más hacia el metal extremo que al clásico, lo que ya marca diferencias con su antecesor. Tras la participación de Holmes en “Grand Morbid Funeral” de Bloodbath, la vuelta a los guturales era cosa de tiempo y el impacto fue inmediato superando todas las expectativas. “The Plague Within” es el retorno al death/doom en toda regla con muchas más armas estilísticas bajo el brazo y un testamento sónico como ‘Beneath Broken Earth’, el punto de partida para lo que vendría a futuro.
7- “Obsidian” (2020)
El último disco de estudio de la banda (el número 16 de su carrera de 33 años), y editado en plena pandemia, es otra clara e inspirada demostración de la inagotable veta creativa de Paradise Lost, transformándose en un caleidoscopio de los momentos más pesados, doom y góticos de la banda, incluyendo aquellos donde Nick Holmes nos suelta sus voces guturales. Y no podía tener mejor título que aquel que se refiere a una piedra negra y filosa que se forma de la lava volcánica para brillar con todo su fulgor metalero en medio de una época oscura y desalentadora como lo puede ser una pandemia mundial. El mejor antídoto para el oscurantismo puede ser precisamente música oscura y depresiva, pero al mismo tiempo sanadora y esperanzadora, de la mano de los maestros del estilo que con canciones notables como ‘Darker Thoughts’, ‘Fall From Grace’, ‘Ending Days’ y ‘Hope Die Young’ se encumbraron hasta el séptimo lugar de nuestro ranking, demostrando el gran disco que es.
6- “Tragic Idol” (2012)
Manteniendo su sana costumbre de editar un nuevo disco de estudio cada 2 o 3 años, la placa número 13 de Paradise Lost los pillaba en otro momento álgido de creatividad como lo ha sido desde que volvieron al metal con “In Requiem” el 2007. El “Ídolo Trágico” es una muestra feroz y brutal del mejor doom metal gótico y es que estos tipos hicieron escuela en este estilo y con justa razón son considerados los padres del mismo. Los ritmos arrastrados de canciones enormes como ‘Solitary One’, ‘Crucify’, ‘Honesty In Death’ y ‘The Glorious End’ caen como lápidas de granito puro, enaltecidos por la gran producción del maestro sueco de las perillas Jens Bogren. Como en cada disco de Paradise Lost, la portada juega un rol fundamental para complementar el mensaje de la música, y en este caso la desarrollada por el artista Valnoir le hace justicia a la calidad intrínseca del álbum, no por nada escaló hasta el sexto puesto de nuestro ranking.
5- “Faith Divides Us – Death Unites Us” (2009)
Tras un prometedor regreso por todo lo alto al doom metal gótico con “In Requiem”, el quinteto de Halifax debía confirmar si aquello era sólo una golondrina de verano o se mantendría en el tiempo y tras un gran título como “La Fe nos Divide, la Muerte nos Une” que cuenta además con la genial pintura “Danse Macabre” del año 1538 como portada, Paradise Lost nos regalaba un discazo de enormes proporciones para reafirmar que habían vuelto al metal totalmente inspirados. Solo es cosa de escuchar el doble bombo granítico de ‘I Remain’ o las durísimas guitarras de ‘First Light’ o la desgarradora emoción de los guturales de Holmes en el tema título, para rendirnos una vez más a la grandeza de una banda que parece no tener techo y que siempre se rodea de las personas indicadas para capturar lo mejor de cada momento de su carrera. En este caso, el gran productor sueco Jens Bogren nos sirve en bandeja un sonido de gran calidad, pero con ese punto de aspereza tan necesario para realzar los atributos de este grandísimo disco.
4- “Icon” (1993)
Con el cuarto disco de estudio de Paradise Lost, no estamos solamente ante uno de los mejores y más geniales discos de la banda, sino también el que puede ser muy probablemente el mejor disco de doom metal gótico de toda la historia. Es solo cosa de mirar esa grandiosa portada tipo vitral religioso para al extenderla encontrarnos con una foto de la banda en la que ellos mismos parecen tener el aspecto de los hijos de Dios, a lo Jesús de Nazareth, con sus greñas larguísimas y una inocencia juvenil en sus miradas, donde quizás aún no percibían que ya eran los padres creadores del estilo. Cada canción de este disco es una obra maestra por sí sola, el nivel de inspiración sobrepasa las expectativas más altas, en el que la música, la letra, los ambientes y los paisajes sonoros se fusionan a la perfección con todos los detalles góticos del gran arte interior, una pieza mayúscula que desde el momento mismo de su edición se transformó en un clásico instantáneo. Canciones como ‘Embers Fire’, ‘Remembrance’, ‘Forging Sympathy’, ‘Widow’ o ‘True Belief’ son solo el ejemplo de un disco perfectamente producido por Simon Efemey en el que Paradise Lost preparaba su gran asalto mundial. Esa gira europea de PL abriendo para Sepultura en el “Chaos A.D. Tour” era un hito con el que muchos en Chile soñábamos vivenciar. Fue también el último disco con el baterista original Matthew Archer y el primero sin contar con voces guturales de parte de Nick Holmes, pero ante todo ¡es un discazo monumental!
3- “Shades of God” (1992)
Para su tercer disco de estudio en tres años, Paradise Lost venía evidenciado un ritmo vertiginoso de evolución estilística pasando del death metal purista de su disco debut “Lost Paradise” a ese doom metal gótico con voces líricas femeninas en “Gothic” (aspecto en lo cual fueron pioneros por mucho que Christofer Johnsson de Therion nos quiera convencer de lo contrario), hasta llegar a las “Sombras de Dios”, en el que el grupo acelera los ritmos con punzantes dobles bombos y Gregor Mackintosh mete varios solos cargados de emoción con su inspirada mano izquierda. Simon Efemey toma las riendas del sonido dotándolo de mayor pulcritud y el arte de tapa comienza a ser un factor importante en cada disco. En este caso, es una obra del reconocido artista Dave McKean, todo conjugado para que Paradise Lost entregara uno de los más geniales discos de su carrera a pesar de la etapa primigenia en la que se encontraban como banda. Canciones extensas como ‘Crying For Eternity’, ‘Daylight Torn’, ‘No Forgiveness’ y ‘Your Hand In Mine’ todas de más de siete minutos de duración representan un hito en este disco con pasajes, progresiones y cambios de ritmo que lo hacen totalmente único dentro del catálogo de la banda, además aquí encontramos el primer “hit” radial del grupo de la mano del himno gótico por excelencia, la genial ‘As I Die’. ¡Álbum descomunal!
2- “Draconian Times” (1995)
Los “Tiempos Draconianos” representan el disco más popular, reconocido, exitoso y vendedor del grupo a nivel mundial. Fue tanto su impacto que le valió al grupo portadas de revistas enormes como Metal Hammer y Kerrang, con la prensa apurándose a nombrarlos como “los nuevos Metallica” porque en este disco el tono de Nick Holmes encontró un punto vocal muy a lo Hetfield y los riffs más simples, orejas y radiales recordaban al “Black Album”, pero con el consabido matiz gótico de Paradise Lost. Todo ello no hace más que confirmar que “Draconian Times” es a todas luces un disco enorme. El álbum fue editado en junio de 1995 y tan solo un mes y medio después Paradise Lost se estaba presentando por primera vez en Chile en el mejor momento de su carrera como parte del festival Monsters of Rock, en una jornada absolutamente inolvidable donde compartieron escenario con Faith No More y Ozzy Osbourne, una noche histórica que quienes estuvimos ahí recordaremos por siempre, sobre todos los que éramos fanáticos de PL y pudimos disfrutar en vivo de joyas de este disco como ‘Enchantment’, ‘Hallowed Land’, ‘The Last Time’, ‘Once Solemn’ o ‘Shadowkings’. La producción del disco es de absoluto lujo una vez más a cargo de Simon Efemey (nunca más el grupo ha contado con este presupuesto de grabación estelar), además de un arte maravilloso para la portada y el librito interior a cargo del estudio de diseño Stylorouge, siendo también la primera grabación del baterista Lee Morris, el mejor percusionista que ha tenido la banda en su formación y que en vivo era una verdadera bestia. ¡Todo ello hace de “Draconian Times” una absoluta y brillante obra maestra que 26 años después sigue encumbrada alumbrando el firmamento metálico!
1- “Gothic” (1991)
“Gothic” constituye el típico caso del sophomore que supera al debut, de hecho, le saca varios cuerpos de ventaja. Sí, “Lost Paradise” es una de las piedras angulares del death/doom, pero fue “Gothic” el que expandió la fórmula y dio el golpe de gracia. Tan solo en su segunda incursión, Paradise Lost anotó un golazo, un registro melancólico, dramático y poderoso que combina la voz femenina de estirpe clásica de Sarah Marrion, contactada a través de un anuncio en la NME, con los gruñidos lóbregos de Nick Holmes en la titular ‘Gothic’ o en las brutales ‘Dead Emotion’ o ‘The Painless’. La doble hacha de Aaron Aedy y Gregor Mackintosh corta cabezas en los riffs de ‘Angel Tears’ o ‘Falling Forever’, deambula como almas en pena en el limbo de ‘Shattered’ o ‘Eternal’, mientras la batería de Matthew Archer y el bajo de Stephen Edmondson protagonizan las dinámicas de ‘Rapture’, agregando una pequeña cuota de post-punk a ese death/doom agrio y arrastran al auditor hacia las catacumbas en la inmensa ‘Silent’, aunque ciertamente este disco es mucho más que la suma de sus partes. Fue editado por la icónica Peaceville en un año clave para el rock y el metal como 1991, pero su influencia, fuera de los grandes focos de otros contemporáneos, sigue siendo un verdadero elixir hasta el día de hoy, tal como lo fue en una época en que bandas como My Dying Bride o Anathema se empaparon de él. Si bien la triada compuesta por “Shades Of God”, “Icon” y “Draconian Times” marcan el cénit de su primera etapa, “Gothic” es la transición perfecta entre el death metal a la vieja usanza y la búsqueda de un sonido macabro, siniestro y lento que fue una explosión de inspiración para todo un género. Pura emoción gótica, desolada y eterna ¡y que se posiciona con todos los honores el primer lugar de nuestro ranking!
Por Pablo Cerda y Cristian Pavéz
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