Justicia Divina: Skid Row - "Subhuman Race"
Rescatamos grandes discos olvidados

En Rockaxis, abrimos una nueva puerta, que hemos llamado Justicia Divina, tal como se refiriera el sempiterno Julio Martínez, cuando en el Mundial de Fútbol de 1962, celebrado en Chile, el recientemente fallecido Leonel Sánchez dejó sin opción a Lev Yashin, "La Araña Negra", con un violento lanzamiento de tiro libre, que tendría que haber sido penal. El arquero del seleccionado ruso no tuvo más opción que mirar cómo la pelota se colaba en el arco sur del Estadio Carlos Dittborn, de la nortina ciudad de Arica, provocando la algarabía de la gente, e inmortalizando el relato de JM. Se hizo justicia, y de manera simplemente divina.
En el fútbol, la vida, la política (por citar algunos), y por cierto en el Rock, se han cometido injusticias. ¿Por qué? Porque es una condición humana, un capricho, una sentencia si se quiere, un mal hábito si es posible, que ha dejado a más de un damnificado clamando por justicia. Y a la usanza de los futboleros, "las penas del futbol, se pasan con futbol"; yo digo "las penas del Rock, se pasan con Rock". Es en esta nueva sección, citaremos los que consideramos los discos más subvalorados del universo del Rock y sus subgéneros. ¿Capricho?, ¿Mal hábito? ¿Naturaleza humana? Veamos.
El año 1995 recién amanecía, y estábamos a escasos cinco años de cambiar de milenio. En la siempre vertiginosa y cambiante industria musical, todo era grunge. MTV, así lo entendió, colmando hasta el hastío su parrilla programática con bandas asociadas al movimiento. Lo mismo hicieron revistas y radios, porque el show debe continuar (ya había muerto Kurt Cobain), y el negocio también. Bandas como Alice In Chains, Nirvana y Soundgarden, principalmente, sacaron cuentas alegres, pavimentaron el ripio y crearon tendencia. Pero, ¿qué estaba sucediendo en el derrotero del Hard Rock? Un género que gozó de los mismos privilegios mediáticos en la década de los ochenta, y comienzos de los noventa, lucía extraviado, un tanto añejo y definitivamente fuera de foco. Fueron muchos los que cayeron, exponentes de fuste, que veían cómo sus días de gloria se difuminaban. Entre ellos, Skid Row.
Formados en 1986 en Toms River (New Jersey) por Rachel Bolan (bajo) y Dave Sabo (guitarra), estuvieron cerca de tres años tocando en sótanos de casa, bares de mala muerte y fiestas. Sin embargo, todo cambiaría con la incorporación de Sebastian Bach, oriundo de Canadá y por entonces vocal de Madam X. Era precisamente lo que Skid Row andaba buscando, el factor X en cuanto a calidad vocal, estética y presencia escénica.
Con la ayuda de sus coterráneos Bon Jovi, un viejo amigo de Sabo, y el productor Doug Mcghee, la banda ficha por Atlantic Records y sacan al mercado su álbum debut homónimo en 1989, producido por Michael Wagener (Dokken, Extreme, Raven, Warrant). Rápidamente escalan a posiciones de privilegio gracias a los hits '18 & Life', 'I Remember You' y 'Youth Gone Wild', vendiendo 10 millones de copias. Abren los shows de Bon Jovi, Mötley Crüe, Mr. Big y Aerosmith, además participan en el mítico Festival por la Paz, celebrado en la ex Unión Soviética, junto a destacados artistas. Todo era miel sobre hojuelas para el conjunto, y quedaba aún mucho por venir. La historia recién comenzaba a escribirse.
"Can't be King of the world if you're slave to the grind"
Una vez finalizada la gira en soporte del álbum debut, la banda regresó a los estudios para registrar "Slave to the Grind", nuevamente con Michael Wagener en la producción. Fue lanzado en junio de 1991, y es la transición definitiva de los elementos típicos del Hard Rock a parajes más riesgosos. Pero que no se mal entienda, esto tampoco es Enuff Z'Nuff, Vixen o Nelson, o esa hornada de bandas ochenteras musicalmente pobres y de originalidad discutible. El disco propone y va al frente.
Años atrás leí una entrevista a Sabo para Metal Hammer, donde se refería a "Slave to the Grind". Cito sus palabras: "Este tendría que haber sido nuestro álbum debut, porque están todos los elementos e influencias con las que crecimos. Somos todos muy fans del Heavy Metal, el Thrash y el Punk. Si no lo hicimos, fue más bien por asuntos contractuales y de intereses económicos. Pero estuvo bien, el homónimo nos dio independencia y autonomía para ser la banda que queríamos ser desde la partida, y eso está en Slave#, concluyó. Dicho trabajo fue certificado doble disco de platino. En 1993, la banda editaría el EP "B-Sides Ourselves", para dar paso a un receso de cinco años sin material original.
En el fútbol, la vida, la política (por citar algunos), y por cierto en el Rock, se han cometido injusticias. ¿Por qué? Porque es una condición humana, un capricho, una sentencia si se quiere, un mal hábito si es posible, que ha dejado a más de un damnificado clamando por justicia. Y a la usanza de los futboleros, "las penas del futbol, se pasan con futbol"; yo digo "las penas del Rock, se pasan con Rock". Es en esta nueva sección, citaremos los que consideramos los discos más subvalorados del universo del Rock y sus subgéneros. ¿Capricho?, ¿Mal hábito? ¿Naturaleza humana? Veamos.
El año 1995 recién amanecía, y estábamos a escasos cinco años de cambiar de milenio. En la siempre vertiginosa y cambiante industria musical, todo era grunge. MTV, así lo entendió, colmando hasta el hastío su parrilla programática con bandas asociadas al movimiento. Lo mismo hicieron revistas y radios, porque el show debe continuar (ya había muerto Kurt Cobain), y el negocio también. Bandas como Alice In Chains, Nirvana y Soundgarden, principalmente, sacaron cuentas alegres, pavimentaron el ripio y crearon tendencia. Pero, ¿qué estaba sucediendo en el derrotero del Hard Rock? Un género que gozó de los mismos privilegios mediáticos en la década de los ochenta, y comienzos de los noventa, lucía extraviado, un tanto añejo y definitivamente fuera de foco. Fueron muchos los que cayeron, exponentes de fuste, que veían cómo sus días de gloria se difuminaban. Entre ellos, Skid Row.
Formados en 1986 en Toms River (New Jersey) por Rachel Bolan (bajo) y Dave Sabo (guitarra), estuvieron cerca de tres años tocando en sótanos de casa, bares de mala muerte y fiestas. Sin embargo, todo cambiaría con la incorporación de Sebastian Bach, oriundo de Canadá y por entonces vocal de Madam X. Era precisamente lo que Skid Row andaba buscando, el factor X en cuanto a calidad vocal, estética y presencia escénica.
Con la ayuda de sus coterráneos Bon Jovi, un viejo amigo de Sabo, y el productor Doug Mcghee, la banda ficha por Atlantic Records y sacan al mercado su álbum debut homónimo en 1989, producido por Michael Wagener (Dokken, Extreme, Raven, Warrant). Rápidamente escalan a posiciones de privilegio gracias a los hits '18 & Life', 'I Remember You' y 'Youth Gone Wild', vendiendo 10 millones de copias. Abren los shows de Bon Jovi, Mötley Crüe, Mr. Big y Aerosmith, además participan en el mítico Festival por la Paz, celebrado en la ex Unión Soviética, junto a destacados artistas. Todo era miel sobre hojuelas para el conjunto, y quedaba aún mucho por venir. La historia recién comenzaba a escribirse.
"Can't be King of the world if you're slave to the grind"
Una vez finalizada la gira en soporte del álbum debut, la banda regresó a los estudios para registrar "Slave to the Grind", nuevamente con Michael Wagener en la producción. Fue lanzado en junio de 1991, y es la transición definitiva de los elementos típicos del Hard Rock a parajes más riesgosos. Pero que no se mal entienda, esto tampoco es Enuff Z'Nuff, Vixen o Nelson, o esa hornada de bandas ochenteras musicalmente pobres y de originalidad discutible. El disco propone y va al frente.
Años atrás leí una entrevista a Sabo para Metal Hammer, donde se refería a "Slave to the Grind". Cito sus palabras: "Este tendría que haber sido nuestro álbum debut, porque están todos los elementos e influencias con las que crecimos. Somos todos muy fans del Heavy Metal, el Thrash y el Punk. Si no lo hicimos, fue más bien por asuntos contractuales y de intereses económicos. Pero estuvo bien, el homónimo nos dio independencia y autonomía para ser la banda que queríamos ser desde la partida, y eso está en Slave#, concluyó. Dicho trabajo fue certificado doble disco de platino. En 1993, la banda editaría el EP "B-Sides Ourselves", para dar paso a un receso de cinco años sin material original.

"You look at me like am subhuman, you talk to me like am subhuman, you treating me like am subhuman, you're jumping into the subhuman race"
Las etiquetas nunca han sido lo mío. Es más, me molestan de sobremanera. Hay algunas que tolero un poco más que otras, pero en general me parece que limitan el potencial creativo del artista, y predisponen los oídos. Con esto en el bolsillo, y sin importar el reinado de la música alternativa, Skid Row encararía lo que sería su cuarto álbum de estudio, el subvalorado "Subhuman Race", de 1995.
Producido por Bob Rock (Metallica, The Cult, Mötley Crüe), "Subhuman Race" resultó ser un fracaso comercial para los estándares de la banda. Muy por debajo de las ventas millonarias del álbum debut, y lejos también de "Slave to the Grind". Sin embargo, el grupo no negoció su identidad, fue al sacrificio y se mantuvo consecuente. Musicalmente me parece el trabajo más equilibrado y complejo de los de New Jersey. Si "Slave..." es rabioso, "Subhuman Race" es reflexivo. Hay mucho entre líneas a lo largo y ancho de una obra rica en matices y texturas, y sólido en estructura. Un par de escuchas son insuficientes para entender y absorber lo expuesto, su asimilación y posterior asociación se producen gradualmente.
Oscuro y críptico en los cortes 'Frozen' y 'Eileen'. Deslenguado y rabioso en 'Bonehead' y 'Subhuman Race'. Consistente en 'Beat Yourself Blind' y 'My Enemy'. Emotivo y doloroso en 'Into Another' y 'Breakin' Down'. Una obra maciza y redonda, una suerte de fina selección de los valores polifónicos de la agrupación y quirúrgica mixtura respecto a sus discos anteriores.
Otro punto a destacar son las letras. Ignoro cuántos han reparado en su evolución para llegar hasta acá. Esto permite detectar argumentos, motivaciones y objetivos del relato. Fiesta y rebeldía juvenil en un comienzo. Corrupción, opresión y decadencia después, para decantar en una técnica muy cinematográfica: crear espacios comunes en favor de la asociación e inminente compenetración. Ejemplo: La perversa e indolente categorización del ser humano. Eso está en toda la obra en cuestión.
El pleno de la corte del rock 'n' roll descansa, y ha fallado en favor de la raza subhumana, ante las querellas presentadas por los representantes y seguidores de la música alternativa, por encontrarlas insuficientes. Se hizo justicia, tal como ocurriera esa tarde de 1962 en Arica. Perdón, se hizo ¡justicia divina!
Gustavo Moraga Z
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