Corría el año 1992 cuando en medio del apogeo del grunge, un humilde y aguerrido cuarteto oriundo de Los Angeles lanzaba su disco homónimo: “Rage Against The Machine”. Justamente, “la rabia contra la máquina” hacía explosionar a la generación de los 90’s de un solo y acertado golpe. Liderados en la voz por el caudillo, descendiente de chicanos, Zack de la Rocha, acompañado en la guitarra por el eximio Tom Morello, en el bajo por Timmy Commenford y con Brad Wilk a la batería.
Pioneros en la nueva fusión del rock, rap y metal (ahora mal llamado agro-metal o nu-metal) este explosivo cuarteto estaba vinculado musicalmente a la escuela que habían iniciado Faith No More, Living Colour, entre otros y sus correspondientes fusiones. Mientras que en cuanto a actitud y lírica se vieron influenciados por bandas como The Clash, MC5, Urban Dance Squad y Public Enemy.
La incendiaria lírica de la banda y, en particular, de Zack de la Rocha, demostraba que no tenían tapujos en decir lo que pensaban y detestaban. Su principal ‘objetivo’ respecto a su incisiva crítica social, era su país natal. Contra el ‘american dream’, la tierra prometida del Tío Sam y sus políticas de estado enarbolaban principalmente sus banderas de lucha y protesta. Es así, como con una clara y publicitada ideología izquierdista los RATM. no dejaron indiferente a nadie. Como tampoco a sus principales críticos, quienes argumentaban la inconsecuencia de la banda al tener por un lado, una actitud revolucionaria y a la vez, militar en una multinacional como Epic. Un tema de larga discusión, pero que es harina de otro costal.
En cuanto al disco, éste abre con la clásica 'Bombtrack', que con el característico sonido del cuarteto nos entrega el primer aperitivo de marca registrada de la banda. Quizás la canción más popular como sobre-expuesta es 'Killing In The Name', la que con una base rítmica completamente adictiva nos deja degustar de la enrabiada rima de De La Rocha. ¿Quién no tarareó la rima “And now you do what they told ya"? Mención aparte merece la estridencia distorsionada de las seis cuerdas de Tom Morello, quien durante todo el disco saca a relucir sus mejores experimentos sonoros que influenciaron a bandas por doquier en adelante.
La explosiva 'Take The Power Back' habla por sí sola, la utópica referencia de “tomar devuelta el poder” no deja de diseminarse, mientras la sólida base rítmica que imponen Timmy C. y Brad Wilk en bajo y batería no da tregua. 'Settle For Nothing' habla sobre la relación de Zack con su padre y es el único tema apolítico del disco, que lentamente va imponiendo quiebres sonoros. La sigue 'Bullet In The Head', que con un inicio más apegado al hip-hop es una especie de manifiesto anti-violencia contra las pandillas, aunque su videoclip fue censurado por la Comisión Federal de Comunicaciones estadounidense debido a su crudeza.
Ya en la mitad del disco, 'Know Your Enemy' (Conoce a tu enemigo) deja clarísimo el sitial en el cual sitúan al imperio del norte. “I've got no patience now / So sick of complacence now / Yes I know my enemies / They're the teachers who taught me to fight me / Compromise, conformity, assimilation, submission, Ignorance, hypocrisy, brutality, the elite / All of which are American dreams”. El alarido gutural de 'Wake Up' y su letra no deja a nadie indiferente, a “despertar” es el llamado y la violencia sónica es la consigna común. 'Fistful Of Steel' con sus riffs pegajosos, cortesía de Morello, y la rima conscientizadora de De La Rocha no dan pie atrás. Al igual que “Township Rebellion” donde la ansiada rebelión es realidad por unos minutos (Why stand on a silent platform? / Fight the war, fuck the norm). Mención aparte merece el último track, la clásica 'Freedom', que oscila entre un rap acompasado hasta la demencia de un hardcore infernal. Líricamente representa todo lo que RATM desea, odia y protesta. La libertad de presos políticos y la acción de los indígenas americanos.
R.A.T.M., con este disco, dejó las cartas tiradas sobre la mesa, los ingredientes listos para que fuesen “cocinados y horneados” por una multitud de bandas que más tarde exprimiría con distintos resultados su fórmula (Korn, 311, Deftones, Limp Bizkit, Linkin Park, etc.). El disco con el monje budista inmolándose en Saigón (Vietnam) en 1963 por protesta contra las normas anti-budistas aplicadas por el imperialismo estadounidense en ese país, fue el más notable del cuarteto de Los Ángeles. Si bien, las tres placas posteriores (“Evil Empire”, “The Battle of Los Angeles”, “Renegades”) son igualmente agresivas, la dinámica grupal y musical sigue siendo la misma, y el desgaste cansa. La nueva fuerza renovadora (de aquel tiempo) es la que hace de este disco el más trascendente y esencial del cuarteto. Con el agregado de su lírica panfletaria y contestataria, que en De La Rocha y Morello tuvo a sus más firmes creadores e impulsores. Inspirados en la figuras de Leonard Peltier y la comunidad india, Mumia Abu-Jamal, los Black Panthers, Malcolm X, Martin Luther King, el Ché Guevara, el Comandante Marcos y la Liga Anti-Nazi, entre otros.
Siguiendo la estela de disoluciones de grandes bandas de los 90’s, (Soundgarden, Faith No More, Smashing Pumpkins, entre otros), Rage Against The Machine siguió el mismo camino en octubre de 2000, debido a la salida de su alter ego y principal compositor e inspirador, Zack De La Rocha, quien se fue en medio de su tedio, además de las claras diferencias musicales en busca de nuevos aires de creación. Por todos es sabido que, Audioslave fue el lugar donde recayeron los tres huérfanos de la ‘Máquina’. Morello, Timmy C. y Wilk unieron su sólida y explosiva base a la exquisita y ya clásica voz del ex Soundgarden, Chris Cornell, para así conformar este nuevo proyecto musical (que muchos anhelaban) y que ya tiene un trabajo homónimo a su haber.
Las ideologías de lucha y protesta se heredan, dicen algunos. El padre del enrabiado Zack pintaba murales de protesta por la causa chicana en Los Angeles, mientras el progenitor de Morello fue miembro de la guerrilla Mau Mau que luchó por la independencia de Kenya con Gran Bretaña, luego su primogénito se graduaba de Harvard con honores en Ciencias Políticas. Rage Against The Machine, desde su concepción tenía clara sus propuestas y metas políticas y no podía más que odiar al ‘Evil Empire’. Y es con este gran e inolvidable disco donde cumplen a cabalidad sus intenciones musicales y políticas. Sencillamente porque para R.A.T.M. “el odio es un don” (ANGER IS A GIFT).
Ricardo Bustamante
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