Scorpions
Love at First Sting
“Amor al primer mordisco”, qué buen título para un disco de rock que, con una maravillosa portada en tonos blanco y negro, invitaba a fantasear con la refinada belleza y oscura sensualidad de las mujeres alemanas. Pero detrás de ese gran título y esa provocadora carátula (que en el tamaño de los antiguos discos de vinilo cobraba una impactante y detallada visión), se esconde algo mucho más importante: uno de los más grandiosos y sensacionales discos de hard rock y metal de la historia de la música pesada.
En efecto, la banda más grande, exitosa y trascendente del rock germano de todos los tiempos, conquistaba al mundo a lo ancho y a lo largo, con uno de los mejores discos de su carrera, donde varios temas se convirtieron en himnos inmortales de un estilo de música que ya tenemos claro que nunca va a morir. El grupo venía subiendo sus niveles de popularidad en forma vertiginosa, gracias a que ya había conquistado el mercado japonés y el europeo con trabajos como “Virgen Killer” (1977), “Tokio Tapes” (en vivo, 1978), el impresionante “Lovedrive” (1979) y “Animal Magnetism” (1980). Sólo faltaba entonces el mercado norteamericano, lo que ocurrió en forma más tímida a partir de “Lovedrive” y que terminó por explotar con niveles de auténtica euforia con “Blackout” (1982), otro álbum inmenso y absolutamente clásico, que fue el long play con el cual los jóvenes rockeros y metalheads americanos terminaron de descubrir a Scorpions y rendirse ante su letal picotazo.
De esta forma, Scorpions tuvo dos discos metidos en el top ten de ventas del Billboard en 1984, por lo cual, cuando salió a las calles “Love at First Sting”, se convirtió en álbum de platino casi de inmediato. Ese inmenso éxito, apoyado fuertemente por la incipiente MTV, no tardó demasiado en cruzar todas las fronteras y llegar a lugares tan lejanos como Chile; de esta forma, singles como ‘Rock you like a hurricane’ y ‘Still loving you’ pasaron de inmediato a dominar el dial FM nacional, y aunque muchos no lo sepan (aunque en su momento la noticia apareció hasta en el diario La Tercera), los Scorpions estuvieron realmente muy cerca de tocar en el Festival de Viña de 1985, ya que unos días antes actuaron en la mítica y recordada primera versión de mega festival Rock in Rio (en un cartel francamente monstruoso junto a Queen, Iron Maiden, AC/DC, Ozzy Osbourne y Whitesnake). Al final por problemas de agenda y unos dólares de diferencia, Scorpions no tocó en Viña siendo reemplazados por los suizos de Krokus, quienes en ese momento también gozaban de un gran éxito internacional gracias a canciones como ‘Midnite maniac’ y el cover de Sweet ‘Balroom blitz.’
Ese fue el contexto entonces que rodeó mis vivencias personales con una placa, que, desde el momento mismo en que llegó a mis manos, pasó a formar parte indeleble del soundtrack de mi vida, acompañando cuanta fiesta escolar se presentara; es que LAFS es de esos discos que gustan y atrapan de inmediato, para nunca más volver a salir de tu colección. Es un álbum atemporal, que jamás suena gastado o desfasado, que no pierde su genial inspiración, ni siquiera escuchándolo hoy a 24 años de su lanzamiento. Incluso los mensajes de sus letras, siguen siendo tópicos actuales y universales; Scorpions siempre se interesó por temas como los problemas sociales (la guerra, la política, el desempleo, la contaminación ambiental), el amor en todos sus niveles y por supuesto, el sexo (ya que no necesariamente va de la mano de lo anterior).
Era cosa de poner en LP en el tornamesa, esperar unos eternos segundos con sonidos de “papas fritas” y de pronto, de golpe y porrazo, entraba esa cascada de notas del genial guitarrista Matthias Jabs, para golpearte la cabeza con un martillo con esa genial ‘Bad boy running wild’. Desde el mismo título en adelante, esa canción pintaba para un clásico inmortal, con su groove vicioso y sus punzantes riffs. Qué notable comienzo para un gran disco. La producción de Dieter Dierks, el productor de casi toda la vida de la banda, suena precisa, con cuerpo, con contundencia, dejando la voz del pequeño pera gran Klaus Meine en un lugar de destacado protagonismo. En este período, el éxito del grupo (y los excesos), dejaron algunos cuantos damnificados, al menos momentáneamente, entonces el baterista Hermann Rarebell y el bajista Francis Buchholz no estuvieron en condiciones adecuadas para grabar la placa, siendo el gran Bobby Rondinelli (Rainbow, Black Sabbath) en el encargado de los tambores, y Jimmy Bain (Rainbow, Dio), quien grabó el bajo.
En los demos de la placa, tocó otro ilustre: el británico Neil Murray (Whitesnake, Black Sabbath), otra gran bajista de todos los tiempos. Claro que esto se supo muchos, muchos años después, ya que antes los grupos (y como no había Internet), eran muy cuidadosos para manejar estos temas “delicados”, ya que los contratos con los grandes sellos eran muy estrictos y demandantes, porque había mucho, muchísimo dinero de por medio; para que se hagan una idea, un sello fácilmente podía gastar un par de millones de dólares en arrendar un estudio para que una banda del status de Scorpions grabara su disco, por lo cual no podía saberse que algunos músicos no estaban grabando la placa por problemas de drogas o alcohol, por eso, Jimmy Bain y Bobby Rondinelli no aparecen en los créditos del disco como músicos invitados, porque además se les pagaba para poder omitir sus nombres, en el fondo, se compraba su “silencio”, algo que sería prácticamente imposible de hacer en nuestros tiempos, donde el más mínimo rumor o chisme de backstage llega rápidamente a la World Wide Web.
Volviendo a la música, el disco seguía de manera magistral con ‘Rock you like a hurricane’, no sólo un gran clásico de este disco, sino uno de los temas más importantes en la historia de Scorpions y un himno dorado para la historia del rock. Todo eso representan los maravillosos 4 minutos y fracción de ‘Hurricane’, cuyo video con toda la banda encerrada en una celda, también era una auténtica gozada. Tras un inicio aplastante y sin fisuras, llegaba una más melódica ‘I’m leaving you’, un mid tempo con ese sabor grandioso que logra Scorpions con sus notables armonías vocales y grandes líneas de guitarra. Aquí la banda replicaba un gran tema en la línea de su exitoso y querido ‘No one like you’ de su anterior disco “Blackout”. ‘Coming home’ era el primer tema de temática “seria” del disco. Un tema que habla de volver a casa con vida luego de la guerra. Parte con unas guitarras limpias en plan balada, con una gran voz de Meine, para dar paso a una tormenta desatada de auténtico heavy metal teutón. Qué grandes son estos alemanes, bandas como Scorpions, Accept, Helloween, Rammstein tienen algo inclasificable, pero a la vez muy propio de ellos, muy enraízado con su procedencia. Sin duda, ‘Coming home’ es un temazo y fue precisamente con esta canción que Scorpions abrió su show la primera vez que visitó Chile en 1994 e hicieron un concierto de antología en el Teatro Caupolicán. Inolvidable show.
La siguiente es ‘The same thrill’, un tema estridente, de guitarras sucias, que recuerda el pasado setentero de la banda, con guitarras afiladas, voces agudas, patrones repetitivos, logrando subir los decibeles de la placa casi al paroxismo. A continuación llegaba otro momento más relajado y melódico con otro gran hit clásico del disco: ‘Big city nights’, otro himno rockero para irse de fiesta y descubrir los placeres de la noche que están presentes en todas las ciudades del mundo. Un tema tremendo, con un sencillo para emocionante lead de Rudolf Schenker, el cerebro en la composición en el seno de la banda, un ídolo de toda la vida, por su aplastante talento para crear notables riffs y grandes melodías. ‘As soon as the good times roll’ es otro tema fuerte, lleno de guitarras; aquí es la técnica exquisita y depurada de Matthias Jabs la que se roba la película, en otro momento de insana intensidad en un disco que no da respiro y que no decae en ningún segundo.
Le sigue ‘Crossfire’ una de las canciones más interesantes y experimentales del disco. Es otro tema que habla de la guerra, un tema muy sensible sobre todo para lo alemanes, ya que por ejemplo los abuelos y padres de los músicos tuvieron que ir a la guerra obligados por el régimen genocida de Hitler. Por eso, esa batería con redobles militares del comienzo del tema cobran tanto sentido, le dan tanta emotividad a un tema que no es una balada, sino más bien es casi un himno militar en honor a los caídos, a todos esos compatriotas alemanes que direon la vida por una causa que no entendían ni compartían. Gran momento del disco, que duda cabe. Y ese momento de profunda reflexión se engancha naturalmente con ‘Still loving ypou’, sin cuestionamientos, una de las más grandes power ballads en la historia del rock. Unas simples notas, unas melodías inspiradas, una voz maravillosa de Meine y otro solo que deja sin aliento de Schenker hacen de esta canción un auténtico himno al amor; que rockero(a) no ha hecho el amor con ella, es casi imposible negarse a ese mágico ambiente que provoca, incluso cuando se está solo y los recuerdos del corazón poblan la mente.
De esta forma, con sólo 9 canciones y algo más de 40 minutos de música, los legendarios alemanes de Hannover, que partieron sus historia en 1965 de la mano de un niño de 14 años llamado Rudolf “Rudy” Schenker, ponían al mundo a sus pies con la magia de su rock y el letal y adictivo efecto de su veneno. Varias décadas han pasado desde entonces, pero aún es posible “sentir amor al primer mordisco”. Nunca olviden algo como aquello, les puede cambiar la vida.
Cristián Pavez
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