Deep Purple
Burn
En 1972, Deep Purple había alcanzado la cima gracias a un álbum perfecto que sigue siendo un referente en el hard rock. “Machine Head” mostraba a la banda en su mejor forma, dando una verdadera lección de cómo hacer una placa plagada de potenciales exitosos sencillos. De ella se desprenden clásicos inmortales como ‘Highway Star’ y ‘Smoke on the Water’, sólo por nombrar un par, canciones históricas que sellaron y confirmaron la suerte de Deep Purple como una de las agrupaciones más grandes de la historia.
Pero aunque la grandeza de “Machine Head” seguirá para siempre inmortalizada, la chispa y desenfado exhibido por el grupo en esa placa comenzaría a desvanecerse rápidamente. Así, en 1973 editaban el pálido “Who Do We Think We Are” -que si no hubiese sido por ‘Woman from Tokyo’ habría pasado inadvertido en la carrera del conjunto- y con ello, las relaciones en la interna de la banda seguían debilitándose. Si siempre se rumoreaba sobre la tirante relación entre el guitarrista Ritchie Blackmore y el cantante Ian Gillan, ahora la cosa era más que una realidad.
Esta historia parte con el fin del Mark II, la clásica alineación del grupo integrada además por Roger Glover en el bajo, Jon Lord en teclados e Ian Paice en batería. Porque tras el “Who Do We Think We Are”, Gillan y Glover estaban fuera de la banda y Deep Purple por segunda vez en su carrera debía buscar reemplazo para su cantante y su bajista.
La llegada de David Coverdale en las voces y de Glenn Hughes en bajo y voces fue un tremendo refresco para el grupo. Tanto así que hoy estamos hablando de “Burn”, el primer álbum editado por esta formación como uno de los clásicos de todos los tiempos. El juego vocal desarrollado por Coverdale y Hughes le dio un nuevo aire al sonido de Deep Purple y, a pesar de la calidad de Gillan en las voces y el sello personal que le daba a la agrupación, sus reemplazantes hicieron un trabajo de primer nivel. Más aún, Hughes no sólo apoyaba en las voces, sino con una gran puesta en escena que se convertía en otro espectáculo a seguir en sus actuaciones en vivo.
Ese es el contexto y lo que se vive en “Burn”, una placa que le permitió al grupo seguir sumando fans y, de paso, confirmar que, al menos hasta ese momento, Blackmore estaba en lo correcto. Cómo no, si la apertura con ‘Burn’ es un golpe directo al mentón… ahí están los clásicos riffs de guitarra, la endemoniada performance de Paice en los tambores y la combinación vocal con un sólido Coverdale y el tremendo Hughes. ¿El resultado? Un nuevo clásico para la banda que le pelea palmo a palmo el cetro a ‘Highway Star’ de “Machine Head” como la mejor apertura de un disco de Deep Purple.
Pero este álbum no se queda sólo en el corte que le da el nombre, pues ‘Might Just Take Your Life’ nos remonta al clásico sonido Purple, con la marca registrada del teclado de Jon Lord, aunque con un estilo más bluseado y un Coverdale lleno de groove. ‘Lay Down, Stay Down’ suma agresividad y adrenalina, nuevamente con un tremendo trabajo en batería y voces perfectamente acopladas. ¿Blackmore? Muy presente con una guitarra que juguetea a lo largo de toda la canción y que desemboca en un solo grandioso, como acostumbraba el gran Ritchie.
La entrada de ‘Sail Away’ llama la atención y parece no ser Deep Purple, al menos no el viejo Purple, pero nos confirma que a partir de este disco las cosas estaban cambiando y la veta hard rock no era la única que tenía cabida. Incluso toques funk y mucha melodía vocal hacen de este corte un tema sin muchos precedentes en la historia del grupo, pero que deja su huella en la mitad del disco. ‘You fool no one’ nos devolvía al Purple de los inicios, pero más agresivo y nuevamente con un cuidado trabajo de las armonías vocales. Por su parte, ‘What’s going on here’ es pura onda y groove, con buenos cambios de ritmo y los acostumbrados largos solos de Blackmore y Lord y el aporte de vocalizaciones con guiños soul… el toque distintivo y único de esta placa.
Qué decir de ‘Mistreated’. Otro de los clásicos inmortales producidos por este disco y que por suerte hemos tenido el placer de escuchar en vivo en la voz de Coverdale y sus diferentes encarnaciones de Whitesnake. Porque claro, Purple con Gillan omite por completo este tremendo catálogo de canciones. ‘Mistreated’, con su blues aguerrido y potente es el corolario perfecto para un disco que consolidó aún más a Deep Purple y, de paso, nos brindó dos nuevas figuras del rock de todos los tiempos como Coverdale y Hughes (aunque éste último ya sumaba su paso por Trapeze). En casi siete minutos y medio, Deep Purple elaboró una canción a su altura y que conjugaba lo mejor que tenía el grupo por esos años: la sólida base musical de siempre; un guitarrista amo y señor en su punto cúlmine; y un Coverdale impecable con ese tono carraspeado y bluesero.
El final del disco es una historia diferente. ‘A200’ es un instrumental que cuenta con momentos interesantes, aunque no muy acertado en su totalidad. Sin embargo, es una isla dentro de un disco sólido, bien trabajado y que mantenía en vida a Deep Purple. Aunque esto, nuevamente, no duraría mucho, alcanzó para situar al conjunto inglés en lo más alto del hard rock de todos los tiempos… lo que vendría después, es parte de otra historia.
Rodrigo Carvajal U.
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