Def Leppard
Hysteria

1987. Mercury Records
Se podrían ocupar ríos de tinta (con algunas gotas de sangre), para escribir todo lo que rodeó la grabación del cuarto LP del quinteto de Sheffield, Inglaterra. Fueron cuatro largos años los que le tomaron a la banda poder volver a los escenarios luego del éxito internacional de “Pyromania”, su primer disco en triunfar amplia y masivamente en Estados Unidos. Sin duda, ese lapso fue toda una eternidad tanto para la banda, como para su sello y sus fans.
Pero la grabación de “Animal Instinct” (originalmente el álbum se iba a llamar así), no podía empezar peor: el mundialmente afamado productor Robert John “Mutt” Lange, responsable de placas multiplatino como “Highway to Hell” y “Back in Black” de AC/DC, “4” de Foreigner y del propio “Pyromania” entre otros, abandonaba el proyecto aduciendo un fuerte agotamiento físico y mental debido a su sobrecarga de trabajo. En su reemplazo, el sello puso al mando de la grabación al compositor Jim Steinman, famoso por su éxito con el disco “Bat Out of Hell” de Meat Loaf, pero, desde un principio, el grupo tuvo diferencias creativas con él.
Eso no fue todo. En la noche del 31 de diciembre de 1984, por ir echando una carrera en su Corvette junto a otro auto que se dio a la fuga, el baterista Rick Allen se volcó saliendo eyectado del auto por ir sin cinturón de seguridad. Al golpearse con el pavimento, su brazo izquierdo se desprendió de cuajo de su cuerpo a la altura del hombro. Testigos del accidente encontraron su brazo tirado varios metros más allá de la escena del accidente y lo pusieron en hielo. Allen fue trasladado de urgencia a un hospital y luego de una cirugía de varias horas, su brazo logró ser re-injertado, pero al cabo de unos días, su organismo lo rechazó, debiendo ser amputado definitivamente, siendo la propia banda la que le debió comunicar a Allen que había perdido el brazo para siempre. Lo primero que pensó el músico era que nunca más podría tocar la batería, pero gracias a su ímpetu juvenil (al momento del accidente Allen sólo tenía 21 años), a los seis meses ya estaba comenzando a practicar con un nuevo kit de batería electrónica, donde todo lo que golpeaba con su brazo izquierdo ahora lo hacia con los pies mediante unos pedales especiales.
Con Allen recuperándose y trascurridos un año y medio de pre-producción, ni el conjunto ni el sello estaban satisfechos con el material maqueteado, así que decidieron tirar todo por la borda, despedir a Steinman y traer de vuelta a “Mutt” Lange para empezar el disco desde cero, sin ocupar ni una sola canción de las que habían compuesto hasta ese momento. De esta forma, Def Leppard empezó nuevamente el proceso de composición junto a Lange y el nombre del álbum fue cambiado a “Hysteria”, debido al revuelo mundial que creó la prensa cubriendo el accidente de Rick Allen.
Según los cálculos de los managers, los notables Peter Mensch y Cliff Bernstein de Q Prime Inc. (que además de Leppard, en su staff tenían nada menos que a Metallica, Queensrÿche, Dokken y Mötley Crüe), el grupo debía vender como mínimo tres millones de copias de “Hysteria” para recién cubrir los gastos de grabación y producción, por lo que la vara era realmente alta. Finalmente, “Hysteria” llegó a las calles el 3 de agosto de 1987 y debutó en el número uno en Inglaterra, pero en Estados Unidos, nada. El primer single en ese país, ‘Women’ no tuvo ningún impacto, siendo recién con el tercer single -seis meses después- que el disco explotó en Norteamérica con la balada ‘Love Bites’, llegando al primer puesto del Billboard, con ventas que superaban en promedio las 200.000 copias por semana. Para terminar con las estadísticas, del disco finalmente se extrajeron nada menos que siete singles y videos, logrando un récord absoluto para un disco de rock (por ejemplo, del disco “Negro” de Metallica se lanzaron cinco singles y videos, del “New Jersey” de Bon Jovi seis, del “Empire” de Queensrÿche, seis), superando en ese momento la barrera de los tres millones necesitados y llegando hasta el día de hoy a las nada despreciables 20 millones de copias sólo en Estados Unidos.
Musicalmente, hace algunos años atrás el productor “Mutt” Lange comentó en una entrevista que la principal motivación era crear un álbum tan perfecto en su composición y producción como el “Thriller” de Michael Jackson, un disco donde cada canción tenía que ser un “Hit”, algo que estuvieron muy cerca de lograr, ya que instalaron en las listas, siete singles de los 12 temas del registro. Sin duda, el accidente de Allen también influyó indirectamente en este logro, ya que al usar baterías electrónicas, el trabajo sonaba mucho más comercial y “pop rock”; mucho más radio friendly que su predecesor “Pyromania” que aún tenía un sonido bastante conectado con el Heavy Metal. Con las melodías y armonías vocales trabajadas hasta la saciedad e infinitas capas de sonido superpuestas, “Hysteria” sonaba como si hubiera sido grabado en una estación espacial de la NASA, totalmente High Tech y con un arte de tapa futurista y digital muy adelantado a su época, mucho antes que el diseño gráfico mediante computadoras fuera algo común y corriente.
Como decía, las melodías y armonías vocales estaban tan perfectamente trabajadas, que bastaba escuchar sólo una vez el álbum para quedarse “tarareando” los temas de forma inmediata; imposible no tener ganas de moverse y bailar al ritmo de ‘Animal’ y ‘Armageddon It’; seducir a alguna damisela con la balada ‘Love Bites’; hacer un ejercicio vocal pre-rap con los riffs entrecortados de ‘Pour Some Sugar On Me’; dejarse llevar por la cadencia melancólica de ‘Hysteria’ (la canción), y rockear con los Leppard más contundentes de antes, que aparecen en ‘Women’ y ‘Rocket’.
Hasta aquí tenemos los singles y los temas más conocidos, pero en todo álbum “clásico” que se precie de tal, siempre hay joyas “escondidas” como ‘Gods of War’ (la letra más seria y realista del disco), la acelerada ‘Run Riot’ (que recuerda mucho la gran etapa del “Pyromania” con la batería más contundente de toda la producción con un notable Rick Allen), o la provocativa ‘Excitable’ con sus gemidos femeninos incluidos, donde los excelentes coros del bajista Rick Savage se acoplan a la perfección con la voz del líder Joe Elliot, quien destaca sobre manera en los temas más melódicos como ‘Hysteria’, ‘Love Bites’ o ‘Animal’.
Mención aparte merecen el gran trabajo de la dupla de guitarristas Phil Collen y Steve ‘Steamin’’ Clark, sobre cuyos riffs y solos se asienta toda la dinámica de “Hysteria”, que consiguen momentos de notable lucidez interpretativa, redondeando un trabajo que, a pesar de ser germinado con lupa, casi como un experimento de laboratorio, logró transformarse en un clásico con todas las de la ley y por derecho propio, catapultando a Def Leppard a la estratósfera del olimpo musical. Hay quienes dicen que lo mejor de los ingleses se concentra en sus tres primeros discos, y puede que sea de ese modo, pero la manifiesta comercialidad de “Hysteria” no empaña para nada su valor intrínseco, quedando en la memoria del soundtrack de varias generaciones.
Lamentablemente, una vez concluidos los tres años de gira mundial de “Hysteria”, el 8 de enero de 1991, la tragedia nuevamente golpearía muy fuerte en el seno interno de la banda, cuando el guitarrista Steve Clark (y responsable absoluto del reconocible sonido del grupo hasta ese momento), fue encontrado muerto por una mezcla fatal de alcohol y drogas, un tormento que lo perseguía hace tiempo y que acabó con su vida cuando recién tenía 30 años de edad. Pero eso es tema para otra ocasión, porque para celebrar la vida y obra de Clark y Def Leppard, es mucho mejor ponerse “histérico”.
Cristián Pavez
Se podrían ocupar ríos de tinta (con algunas gotas de sangre), para escribir todo lo que rodeó la grabación del cuarto LP del quinteto de Sheffield, Inglaterra. Fueron cuatro largos años los que le tomaron a la banda poder volver a los escenarios luego del éxito internacional de “Pyromania”, su primer disco en triunfar amplia y masivamente en Estados Unidos. Sin duda, ese lapso fue toda una eternidad tanto para la banda, como para su sello y sus fans.
Pero la grabación de “Animal Instinct” (originalmente el álbum se iba a llamar así), no podía empezar peor: el mundialmente afamado productor Robert John “Mutt” Lange, responsable de placas multiplatino como “Highway to Hell” y “Back in Black” de AC/DC, “4” de Foreigner y del propio “Pyromania” entre otros, abandonaba el proyecto aduciendo un fuerte agotamiento físico y mental debido a su sobrecarga de trabajo. En su reemplazo, el sello puso al mando de la grabación al compositor Jim Steinman, famoso por su éxito con el disco “Bat Out of Hell” de Meat Loaf, pero, desde un principio, el grupo tuvo diferencias creativas con él.
Eso no fue todo. En la noche del 31 de diciembre de 1984, por ir echando una carrera en su Corvette junto a otro auto que se dio a la fuga, el baterista Rick Allen se volcó saliendo eyectado del auto por ir sin cinturón de seguridad. Al golpearse con el pavimento, su brazo izquierdo se desprendió de cuajo de su cuerpo a la altura del hombro. Testigos del accidente encontraron su brazo tirado varios metros más allá de la escena del accidente y lo pusieron en hielo. Allen fue trasladado de urgencia a un hospital y luego de una cirugía de varias horas, su brazo logró ser re-injertado, pero al cabo de unos días, su organismo lo rechazó, debiendo ser amputado definitivamente, siendo la propia banda la que le debió comunicar a Allen que había perdido el brazo para siempre. Lo primero que pensó el músico era que nunca más podría tocar la batería, pero gracias a su ímpetu juvenil (al momento del accidente Allen sólo tenía 21 años), a los seis meses ya estaba comenzando a practicar con un nuevo kit de batería electrónica, donde todo lo que golpeaba con su brazo izquierdo ahora lo hacia con los pies mediante unos pedales especiales.
Con Allen recuperándose y trascurridos un año y medio de pre-producción, ni el conjunto ni el sello estaban satisfechos con el material maqueteado, así que decidieron tirar todo por la borda, despedir a Steinman y traer de vuelta a “Mutt” Lange para empezar el disco desde cero, sin ocupar ni una sola canción de las que habían compuesto hasta ese momento. De esta forma, Def Leppard empezó nuevamente el proceso de composición junto a Lange y el nombre del álbum fue cambiado a “Hysteria”, debido al revuelo mundial que creó la prensa cubriendo el accidente de Rick Allen.
Según los cálculos de los managers, los notables Peter Mensch y Cliff Bernstein de Q Prime Inc. (que además de Leppard, en su staff tenían nada menos que a Metallica, Queensrÿche, Dokken y Mötley Crüe), el grupo debía vender como mínimo tres millones de copias de “Hysteria” para recién cubrir los gastos de grabación y producción, por lo que la vara era realmente alta. Finalmente, “Hysteria” llegó a las calles el 3 de agosto de 1987 y debutó en el número uno en Inglaterra, pero en Estados Unidos, nada. El primer single en ese país, ‘Women’ no tuvo ningún impacto, siendo recién con el tercer single -seis meses después- que el disco explotó en Norteamérica con la balada ‘Love Bites’, llegando al primer puesto del Billboard, con ventas que superaban en promedio las 200.000 copias por semana. Para terminar con las estadísticas, del disco finalmente se extrajeron nada menos que siete singles y videos, logrando un récord absoluto para un disco de rock (por ejemplo, del disco “Negro” de Metallica se lanzaron cinco singles y videos, del “New Jersey” de Bon Jovi seis, del “Empire” de Queensrÿche, seis), superando en ese momento la barrera de los tres millones necesitados y llegando hasta el día de hoy a las nada despreciables 20 millones de copias sólo en Estados Unidos.
Musicalmente, hace algunos años atrás el productor “Mutt” Lange comentó en una entrevista que la principal motivación era crear un álbum tan perfecto en su composición y producción como el “Thriller” de Michael Jackson, un disco donde cada canción tenía que ser un “Hit”, algo que estuvieron muy cerca de lograr, ya que instalaron en las listas, siete singles de los 12 temas del registro. Sin duda, el accidente de Allen también influyó indirectamente en este logro, ya que al usar baterías electrónicas, el trabajo sonaba mucho más comercial y “pop rock”; mucho más radio friendly que su predecesor “Pyromania” que aún tenía un sonido bastante conectado con el Heavy Metal. Con las melodías y armonías vocales trabajadas hasta la saciedad e infinitas capas de sonido superpuestas, “Hysteria” sonaba como si hubiera sido grabado en una estación espacial de la NASA, totalmente High Tech y con un arte de tapa futurista y digital muy adelantado a su época, mucho antes que el diseño gráfico mediante computadoras fuera algo común y corriente.
Como decía, las melodías y armonías vocales estaban tan perfectamente trabajadas, que bastaba escuchar sólo una vez el álbum para quedarse “tarareando” los temas de forma inmediata; imposible no tener ganas de moverse y bailar al ritmo de ‘Animal’ y ‘Armageddon It’; seducir a alguna damisela con la balada ‘Love Bites’; hacer un ejercicio vocal pre-rap con los riffs entrecortados de ‘Pour Some Sugar On Me’; dejarse llevar por la cadencia melancólica de ‘Hysteria’ (la canción), y rockear con los Leppard más contundentes de antes, que aparecen en ‘Women’ y ‘Rocket’.
Hasta aquí tenemos los singles y los temas más conocidos, pero en todo álbum “clásico” que se precie de tal, siempre hay joyas “escondidas” como ‘Gods of War’ (la letra más seria y realista del disco), la acelerada ‘Run Riot’ (que recuerda mucho la gran etapa del “Pyromania” con la batería más contundente de toda la producción con un notable Rick Allen), o la provocativa ‘Excitable’ con sus gemidos femeninos incluidos, donde los excelentes coros del bajista Rick Savage se acoplan a la perfección con la voz del líder Joe Elliot, quien destaca sobre manera en los temas más melódicos como ‘Hysteria’, ‘Love Bites’ o ‘Animal’.
Mención aparte merecen el gran trabajo de la dupla de guitarristas Phil Collen y Steve ‘Steamin’’ Clark, sobre cuyos riffs y solos se asienta toda la dinámica de “Hysteria”, que consiguen momentos de notable lucidez interpretativa, redondeando un trabajo que, a pesar de ser germinado con lupa, casi como un experimento de laboratorio, logró transformarse en un clásico con todas las de la ley y por derecho propio, catapultando a Def Leppard a la estratósfera del olimpo musical. Hay quienes dicen que lo mejor de los ingleses se concentra en sus tres primeros discos, y puede que sea de ese modo, pero la manifiesta comercialidad de “Hysteria” no empaña para nada su valor intrínseco, quedando en la memoria del soundtrack de varias generaciones.
Lamentablemente, una vez concluidos los tres años de gira mundial de “Hysteria”, el 8 de enero de 1991, la tragedia nuevamente golpearía muy fuerte en el seno interno de la banda, cuando el guitarrista Steve Clark (y responsable absoluto del reconocible sonido del grupo hasta ese momento), fue encontrado muerto por una mezcla fatal de alcohol y drogas, un tormento que lo perseguía hace tiempo y que acabó con su vida cuando recién tenía 30 años de edad. Pero eso es tema para otra ocasión, porque para celebrar la vida y obra de Clark y Def Leppard, es mucho mejor ponerse “histérico”.
Cristián Pavez
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