Megadeth
Peace Sells... but Who's Buying?

En diciembre de 1985, Dave Mustaine en una entrevista para Metal Forces reveló que la banda ya había comenzado a escribir nuevo material para el segundo álbum que traería canciones más rápidas. Este sería “Peace Sells... But Who's Buying?”, lanzado el 19 de septiembre de 1986.
Durante los primeros dos meses de ese año, Megadeth encabezó una breve gira por la costa este de los Estados Unidos. En los espectáculos, prácticamente una continuación de la gira “Killing for a Living”, donde la banda interpretó varias canciones de su próxima producción. Después de la conclusión, la banda tenía la intención de comenzar a hacer el disco en el estudio Music Grinder en Melrose Avenue en Hollywood. Dentro de todo esto, Mustaine tomó el nombre del álbum de un artículo de Reader's Digest, que se tituló "Peace Would Sell But No One Would Buy It".
Después de la descarga de furia que supuso su debut discográfico, “Killing Is My business... And Business Is Good!” (1985), tenían toda la energía para continuar con la potencia y velocidad que los caracteriza. Su sello en ese momento, Combat Records, proporcionó un presupuesto de grabación de $25,000, lo que permitió a la banda contratar a un productor independiente, Randy Burns (Suicidal Tendencies, Dark Angel, Death, Kreator, Possessed, Nuclear Assault, entre otros). ?La grabación resultó ser muy difícil para la banda, porque Mustaine y Ellefson no tenían dónde vivir en ese momento; por otro lado, el guitarrista Chris Poland y el baterista Gar Samuelson no aparecían durante horas debido a la adicción a la heroína.
La grabación del álbum fue conflictiva, debido a los problemas con drogas que tenían los integrantes, resultando en el despido del guitarrista Poland y el baterista Samuelson, poco después de finalizar el tour promocional. La carátula muestra a la mascota de la banda, Vic Rattlehead, frente a un edificio en ruinas de las Naciones Unidas. Él es retratado como un agente de bienes raíces, que vende los restos devastados de la sede de la organización. El artista a cargo de la portada, Repka, considera que la portada de arte es un "hito significativo" en su carrera. Todo esto presenta desde el primer segundo el bajo siempre presente de Dave Ellefson, la batería machacante de Gar Samuelson y los duelos guitarreros entre Chris Poland y el propio Mustaine se adueñan de ti y tus oídos.
El disco inicia con ‘Wake Up Dead’, misterio, con grandes riffs de guitarra y una batería potente que se abalanza dar un gran comienzo. La letra fue escrita por Mustaine para vengarse de su novia Diana, mencionada en la canción. Luego, unos originales riffs que empiezan a crecer y unirse a los instrumentos, ‘The Conjuring’, una de las etapas más oscuras, ligadas a la brujería por parte del cantante. Esta vez Mustaine nos decanta con letras satánicas que hablan sobre una secta y de cómo se vuelve maldita.
Luego, una obra del thrash metal que se convirtió en un himno, ‘Peace Sells’. En este tema el bajo tiene un gran protagonismo, con un coro pegajoso, más tranquilo a los temas anteriores y una rapidez mezclada entre la guitarra y batería. Todo esto es acompañado por una temática inspirada en las creencias sobre los estereotipos alrededor del metal, los que encasillan a músicos y fans dentro de la sociedad. David Ellefson en una entrevista comentó que definió la fantástica línea de bajo, diciendo que “con Dave vivíamos en un bungalow en Hollywood Hills y éramos muy pobres. No teníamos electricidad incluso. Yo tenía un bajo al que le había arrancado los trastes y Dave empezó a tocarlo. Y básicamente ese riff se convirtió en el riff de guitarra y del bajo del tema”.
A través de unos suaves acordes acústicos que te engañan y causan suspenso inicia ‘Good Mourning/Black Friday’, van tomando fuerza a través de pesados riffs de guitarra, nos va contando la historia de un hombre dominado por un demonio y se vuelve asesino. Luego se hace un repentino cambio de ritmo, haciendo que tenga más potencia y energía.
Con una gran entrada sorpresiva, ‘Bad Omen’, parece un tema sacado de una película de terror, musicalmente no posee una estructura como tal, va utilizando diferentes ritmos pesados que varían, pero posee un tratamiento de voces desgarradoras. Tras esto, inician con un cover de Willie Dixon, ‘I Ain’t Superstitious’, el siguiente tema, es el único momento disonante, es una especie de rock and roll un poco más denso de lo normal, tiene onda y estilo. De un momento a otro, sube la velocidad y crea un ambiente ligado al disco completo.
El tema que cierra la obra ‘My Last Words’, donde demuestran la creatividad de la banda. cuenta la historia del terror psicológico que vive este jugador de ruleta rusa descrito en la canción. El cambio de ritmo, una vez más y como tantos en este disco, es apoteósico, energético, dónde el ritmo lo marca la manera de cantar de Mustaine, así como el trabajo impresionante de la base rítmica de David Ellesfon y Gar Samuelson.
Un disco de enorme virtuosismo, ambicioso, que reflejó claramente lo fuerte que Megadeth quería pisar en la escena thrash y cómo quería convertirse en la banda referente del género. El crítico profesional de rock Steve Huey señaló la combinación del álbum de "conciencia política punk con una cosmovisión oscura, amenazante y típicamente heavy metal".
Fernanda Schell
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