Dream Theater
Train of Thought
2003. Warner Music
Tras un disco excesivamente autoindulgente, donde Dream Theater llevó los límites de su estilo a un nivel instrumental imposible y difícil de digerir como lo fue “Six Degrees of Inner Turbulence”, hoy regresan con “Train of thought”, un álbum que de entrada se muestra mucho más conciso, cohesionado y directo que el anterior. Aquí la banda tomó una vibración mucho más “metálica” que “progresiva” para encarar las canciones y el resultado general es un disco pesado, con una actitud “in your face”.
Producido por la dupla Petrucci/Portnoy (¿los nuevos Hetfield/Ulrich del metal?) y mezclado por el habitual Kevin Shirley, este disco presenta los mismos problemas de sonido que el reciente “Dance of death” de Iron Maiden (“coincidentemente” también mezclado por Shirley), es decir, un sonido corrosivo, con poca nitidez y con varios pasajes donde la caja desaparece por completo. Tal vez la banda no quiere sonar sobreproducida y llena de “overdubs”, pero estas nuevas técnicas de grabación tienen mucha pérdida generacional y no me gusta cuando algún instrumento desaparece a ratos de la mezcla definitiva. En fin, es cosa de gustos, pero yo adoro el sonido claro y limpio que tienen trabajos como “Images & Words” y “Awake”.
La placa empieza demoledora con la excelente ‘As I am’, primer single del álbum, muy metálica y directa y con un solo impresionante de Petrucci, que, a la primera escuchada, (por la técnica de digitación que usa y la velocidad que le imprime), me recordó de inmediato a Paul Gilbert de Racer X.
‘Endless sacriface’, en cambio, parte lenta y dramática, con una vibración a lo “Scenes from a memory” hasta que se produce el quiebre y se pasa a un riff demoledor para arremeter con un pasaje final ultra pesado. ‘Honor thy father’ recuerda a esa genial dupleta de ‘Lie/The mirror’ del “Awake”, donde Portnoy está brutal, siempre sorprendiendo con patterns de batería novedosos e imposibles, en un tema épico de extensa duración y con unas exquisitas líneas de bajo en plan Maiden de John Myung.
En ‘Vacant’, nos encontramos con un piano inspiradísimo de Jordan Ruddes, lento, nota por nota, que puede recordar un poco la belleza de ‘Wait for sleep’ del “Images & Words” y que aquí sirve de puente para conectar con la maravillosa ‘Stream of consciousness’. Éste es, quizás, el mejor tema de la placa, una canción instrumental que cuenta con un riff base tan simple y cautivador, que es imposible que la melodía no te atrape enseguida y donde Jordan Ruddes nuevamente destaca de sobremanera.
Y la incorporación de sonoridades novedosas y actuales siempre están presentes en los discos de Dream Theater, así se manifiestan algunos “pitos” medio industriales que Petrucci hace con su guitarra en ‘This dying soul’ y algunas voces distorsionadas y medio rapeadas que hace James Labrie en este mismo tema. Pero, no se asusten, porque son sólo detalles que aggiornan la canción, sin tener una presencia preponderante. A propósito de Labrie, últimamente me gusta más su labor vocal en sus discos solistas, donde se muestra variado y emotivo, tal vez sea porque este “Train of thought” es mucho más pesado musicalmente que lo que él hace en solitario.
En resumen, son sólo 7 nuevos tracks, pero en total tienen una duración superior a los 70 minutos de música, con todos los cortes, salvo ‘Vacant’ bordeando los 10 minutos de duración. Esto me hace sentir que Dream Theater, quizás, ha perdido un poco su habilidad para componer temas cortos de 4 ó 5 minutos, tan matadores como ‘Pull me under’ o ‘Burning my soul’, por ejemplo. También se echa de menos esos temas más simples, compuestos con sólo un par de acordes, pero que conmueven hasta la médula, como las maravillosas ‘Silent man’ y ‘Hollow years’.
En fin, Dream Theater y sus integrantes siguen componiendo música como verdaderas máquinas trogloditas, dejando claro que viven y respiran música las 24 horas del día, sino vean en cuantos proyectos “paralelos” están involucrados: Trasatlantic, OSI, Liquid Tension Experiment, Playtipus… ¡¡¡yo ya perdí la cuenta!!!
Lo cierto es que en cada proyecto donde meten sus narices, siempre hay buena música para disfrutar y vacilar, y este nuevo álbum de Dream Theater no es la excepción. Sólo falta que de una vez por todas vengan a pagar su deuda con el ejército de fans que tienen en Sudamérica. Un estadio Víctor Jara con Dream Theater en vivo, seguro sería un sueño para muchos. Me incluyo.
Cristián Pavez
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