Mad Season
Above
En una época turbulenta, cuando el grunge vivía su ocaso, y el brit-pop asaltaba la escena musical mundial, cuatro músicos se reunieron para formar una banda, un proyecto que a pesar de tener una corta carrera y haber lanzado un solo álbum, se convertiría en una agrupación de culto, y su disco en uno de los más importantes de la década de los noventa. Aquella legendaria colaboración se llamó Mad Season, y su único fruto, “Above”, nuestro elegido.
La calidad de este trabajo no fue producto de la suerte, pues sus integrantes eran miembros de algunas de las bandas más representativas de Seattle: Layne Staley (vocalista de Alice in Chains), Mike McCready (guitarrista de Pearl Jam), Barrett Martin (baterista de Screaming Trees) y John Baker Saunders (bajista de los menos conocidos The Walkabouts). En “Above”, Mad Season plasmó el dolor y la melancolía que rodeaba la adicción a las drogas de tres de sus músicos; son diez canciones que se mueven entre atmósferas nebulosas, apoyadas en instrumentalizaciones directas y potentes, que dan como resultado un trabajo sobrecogedor, a ratos inquietante, pero que cautiva en cada escucha.
Prepárense para sumergirse en la melancolía y el desamparo de la adicción química, capturado magistralmente en la música de Mad Season. En ese tono es que “Above” se presenta ante nosotros con ‘Wake Up’, un viaje letárgico de casi ocho minutos, donde la voz de Staley nos transporta lentamente hacia el mundo de la banda. Contrastante con esta obertura, somos arrollados por la intensidad de ‘X-Ray Mind’, una canción marcada por el sólido pulso de Barrett Martin y la espaciosa guitarra de Mike McCready, que se aparta del sonido que caracterizaba su participación en Pearl Jam por aquellos años. ‘River of Deceit’ fue el primer single y el mayor éxito de la banda. Sus letras, íntimamente personales, reflejan el momento por el que pasaba el vocalista y su constante batalla con las drogas. En sus palabras, “el dolor que he elegido”.
‘I’m Above’, canción que da nombre al LP, nos lleva al rock más convencional, con un riff que suena a banda de estadio, y un coro explosivo y poderoso; en el fondo, la inconfundible voz de Mark Lanegan, dándole a la canción aquel misticismo que rodea su música. De aquel sonido clásico, pasamos al blues de ‘Artificial Red’, canción que nos arrastra a la oscuridad de una taberna decadente: poca luz y una atmósfera sofocante, donde lo único que resuena son las aún más asfixiantes letras de Staley. El pesimismo lírico no cesa en ‘Lifeless Dead’, donde Mike McCready continúa la expansión sonora de su guitarra en una mezcla de texturas y solos. La faceta más heavy del cuarteto se materializa en ‘I Don’t Know Anything’, destacable por su ritmo machacante, ruidos industriales, y la poderosa batería de Martin.
“Above” no es sólo rock, guitarras y una maciza base rítmica. Percusiones tribales se combinan con un saxofón, contrabajo, marimba y guitarras acústicas para crear ‘Long Gone Day’. Como si no fuera suficiente, Lanegan y Staley coronan la pieza, sonando más emotivos que nunca. Contar con dos voces así en un disco es una suerte; tenerlas a ambas en una misma canción, sencillamente increíble. Cautivante por donde se le mire.
La sección final del disco, ‘November Hotel’ y ‘All Alone’, son dos jams hechos canción, cada uno más atractivo que el otro, donde se mezcla la sicodelia, el rock, y la fuerza de la base instrumental con la delicadeza de la voz de Staley, que, en su desilusión característica, cierra el disco clamando “All alone, we’re all alone”.
Si nos detuviéramos a hablar sobre Layne Staley, tendríamos que decir que en todo momento suena increíblemente sincero, desde el primer verso de ‘Wake Up’ hasta el último de ‘All Alone’. Por muy retorcidas que fueran sus letras y el contenido del disco, el tipo era un talento, y su voz, tan poderosa como una voz puede ser. Mad Season no era la suma de Pearl Jam, Alice in Chains y Screaming Trees, tampoco la intersección del sonido de esas tres bandas. Mad Season fue algo original y único, un elemento muy superior a la suma de sus partes, surgido de la comunión de cuatro personas que vivían experiencias similares en un momento determinado.
Los fantasmas de la droga continuaron acechando a los miembros de la banda, hasta la muerte de Baker en 1999 y Staley en 2002, ambos por sobredosis. Aunque la carrera de la banda quedó truncada por la partida de dos de sus integrantes, su legado continúa viviendo en su música y en el consuelo de saber que ambos descansan en algún lugar, con la tranquilidad de saber que crearon algo inmortal.
Álvaro Rojas Meza
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