Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
Oktubre

Podría decirse que en 1986 vimos los primeros vestigios del rock barrial en Argentina, cuando Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota lanzaron "Oktubre", al poco tiempo de su debut, "Gulp!". Con una estética que hacía alusión a los grandes movimientos de masas organizadas por la revolución, la banda trasandina logró captar a millones de argentinos que pasarían a congregarse en sus conciertos, apropiándose y haciendo patrimonio nacional cada canción cantada por el Indio Solari.
"Oktubre" llega a humanizar lo que se sabía del rock argento. Con esto se abrió una nueva variante que quería contrarrestar con lo hegemónico de la época, el rock de melodías complejas y pretenciosas. El estilo cambia respecto a lo que se aprecia en su trabajo antecesor, utilizando otros como el new wave y un poco de post punk, logrando un sonido más frío y crítico. Con las letras, vemos esa poética que caracteriza a la banda, en dónde en algunos casos no tenemos ni la más remota idea de lo que están diciendo. Hay casos en los que se les da una interpretación literaria y en muchas otras en que se dice que habla de la cocaína.
Este segundo trabajo fue grabado en los estudios Panda, lujo que se permitieron ya que tenían los ahorros suficientes para comenzar a subir el nivel en las grabaciones. Todo se gestó entre agosto y septiembre, para lanzarlo el 18 y 25 de octubre en el Paladium frente a 1200 personas, años antes de llenar estadios y grandes recintos en Argentina. Durante el registro, contaron con la participación de Daniel Melero en los teclados, quien entonces era integrante de Los Encargados, y Claudio Fernández en la percusión, que era parte de la banda Don Cornelio y la Zona.
Yendo al cuerpo del disco, 'Fuegos de Octubre', nos adentra en un clima de rebelión y lucha junto a un sonido lento pero que refleja cierta tensión, haciendo fiel uso a su nombre y a lo que vemos en la portada. 'Preso en Mi Ciudad', tiene mensaje similar, con frases como "atrapado en mi libertad", haciendo crítica a esas falsas libertades post dictaduras, que tanto Argentina y Chile conocen. Con 'Música para Pastillas', se nos viene a la mente uno de los versos más reconocibles, cuando dice: "rockeros bonitos y educaditos" siendo una crítica a la estética, comparando a las "flacas gimnastas de América" y a las "flacas austeras soviéticas", dando entender que la imagen no lo es todo, una impronta llevada a su portada, con un impactante arte creado por Rocambole, lleno de personajes y referencias.
'Semen-Up', sorprende con una musicalidad más compleja, con Skay Beilinson adueñándose de la guitarra, llevándola a otro nivel. En su contenido, vemos un juego con el nombre de la bebida Seven-Up, emulando una especie de comercial lo que deriva en una buena crítica al marketing. Con 'Divina Tv. Führer', tenemos algo parecido, pero más rock and roll, interpelando esta vez a los medios de comunicación, tal cual el título lo indica. 'Motor Psico' es quizás la mejor del disco y la más conocida, con una temática bastante existencialista. Su letra es poesía pura más un ritmo que relaja. El solo de saxo -cortesía del histórico Willy Crook- es potente y quedan frases para el recuerdo: "Siempre tengo a mi lado a mi Dios, así me das más", "Voy jugando de acuerdo al dolor, fichando de más".
'Ji Ji Ji' es una de las favoritas de los seguidores de Los Redondos, con el coro que nos hace imaginar al Indio cantando en pleno estadio, "No lo soñé". Sin duda un himno del rock argentino y de la música latina en general, pues es la música del llamado "pogo más grande del mundo", una verdadera liturgia y catarsis en vivo. 'Canción para Naufragios' habla de la gran problemática mundial de aquellos años, la Guerra Fría, tratando la lucha armamentista entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. Después de todos los conflictos armados, telebasura, la superficialidad de los rockeritos educaditos y la cultura basura del marketing, terminamos con, 'Ya Nadie va a Escuchar Tu Remera'. Su ritmo es mucho más celebrativo hablando sobre lo efímero de las cosas, todo pasa y todo tiene su final.
Con cuarenta y un minutos de canciones, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, sorprendieron a generaciones completas que hasta hoy corean las letras como himnos de una nación. Era lo que se necesitaba para dar nuevos aires a la música con guitarras, aterrizar algo y darle al rock su verdadera esencia, como lo hizo Sumo, casi al mismo tiempo. Entregar esa rebeldía que siempre amerito la música la música en el contexto que lo necesitaba.
Tomás Araya
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