Cheap Trick
At Budokan
En la década de 1970, los conciertos se transformaron en producciones impresionantes, incorporando utilería, pirotecnia y un fuerte componente teatral. La industria musical estaba experimentando cambios significativos, y junto con ellos, las innovaciones tecnológicas para mejorar la calidad, el volumen y la intensidad de las actuaciones en vivo permitieron que las bandas de rock llenaran estadios. Esta evolución no solo convirtió la promoción de un álbum en una experiencia excepcional, sino que también llevó a un cambio en la preferencia del público, que empezó a invertir más en conciertos que en discos. Este crecimiento drástico dejó a las discográficas buscando formas de aumentar las ventas de sus artistas. La solución llegó en forma de... bueno, álbumes en vivo.
Al principio, solo consagrados tenían acceso a estos registros, que se entendían como un recuerdo para mantenerlos comercialmente. Sin embargo, el formato despegó cuando artistas emergentes convirtieron ese material en discos de oro y platino, elevándolos a megaestrellas. Así como ''Alive!'', de KISS (1975) o ''Comes Alive!'' (1976) de Peter Frampton empujaron las carreras de estos artistas a la estratosfera, ''At Budokan'' llevó a Cheap Trick a las revistas y estaciones radiales de todo el mundo y a la inmortalidad dentro de la cultura pop. Recordemos que, para entonces, ellos ya había publicado dos discos de estudio de modesta recepción.
Mientras que en su país eran los típicos teloneros o banda de bares, se convirtieron en todo un suceso en Japón, donde desataron una histeria casi comparable a lo de los Beatles una década antes. Era cosa de tiempo para que llegaran a la isla en abril de 1978 y realizara dos shows en el imponente Budokan de Tokyo. Los ejecutivos de Epic, ni cortos ni perezosos, vieron una oportunidad monetaria y decidieron grabar el concierto para ser comercializado en el mercado japonés. Funcionó tan bien que en febrero de 1979 se decidió lanzar en Estados Unidos, donde gracias a que ya era noticia su popularidad asiática, no solo se convirtió en multiplatino, sino que también levantó las ventas de sus tres álbumes anteriores, quienes llegarían a ser discos de oro de manera tardía. En medio de los gritos de las adolescentes japonesas, ellos iniciaron su espectáculo con una versión a todo tarro de 'Hello There'. No hay nada científico aquí. Solo rock and roll a la vena. 'Come on, come on' sigue la misma onda: Robin Zander es muy atractivo al micrófono y por si acaso, Rick mete un espectacular solo. Sigue 'Ain't That A Shame', cover de Fats Domino. Si bien se mantiene fiel a la original, también añaden elementos de su cosecha, siendo los más notorios los riffs y el estruendoso solo inicial de batería.
Ahora vienen los clásicos, que suenan en versiones remozadas y definitivas: 'I Want You to Want Me' pasa de ser una canción algo lenta a un hard rock vertiginoso. Al mismo tiempo, la acritud de 'Surrender' brilla en este formato en vivo. Las líneas de sintetizador son reemplazadas por vigorosos riffs de guitarra, mientras que los coros de Rick y Tom dan profundidad. Para este punto, cualquier fanático se encontraría satisfecho. Sin embargo, vuelven a pisar el acelerador en 'Goodnight Now', acumulando la energía suficiente para llevar a su ya emocionada audiencia a una sumisión total con 'Clock Strikes Ten'. Una vez más, es un rock cargado de energía, el cual comienza a desarmarse a medida que termina para implosionar y dejar un silencio interrumpido por los aplausos.
''At Budokan'' es un testimonio perenne de la magia del rock en toda su expresión. Cada pista es más ruidosa que la anterior, redondeando en cuarenta minutos de alto voltaje. La herencia de Cheap Trick ha logrado trascender géneros y generaciones, pese a que en su momento eran catalogados de blandos. Muchos líderes de bandas de heavy y hard rock de la década siguiente tomaron como referente a Zander, quien más allá de las apariencias, es uno de los vocalistas más atractivos del género. Y qué decir de Nielsen, cuya guitarra es magnífica. La versión remasterizada, lanzada en 1998, refleja lo acrónico de esta producción, manteniendo su atractivo y recordándonos por qué ellos siguen siendo relevantes, pues son una de las bandas más divertidas para ver y escuchar.
Giordano Antonelli Villavicencio
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