The Cars
The Cars
Durante gran parte de los setenta, coexistieron sin problemas géneros como el power pop, el punk y el hard rock. Sin embargo, a fines de esa década, estos comenzaron a chocar y establecer diálogos interesantes. Grupos como Talking Heads o Blondie buscaron deshacerse de la etiqueta de "punk" que los limitaba, adoptando ganchos más pop, ritmos bailables y sintetizadores. Pero a diferencia de ellos, The Cars tuvo la ventaja de debutar con una combinación única de rock clásico, pop sintetizado y un gran sentido de estética, sin la necesidad de pasar años tocando en antros de mala muerte o públicos que no entendían su propuesta.
Desde un comienzo aportaron al ambiente un sonido fresco y accesible gracias a las composiciones de su líder Ric Ocasek, quien también las dotó de una voz excéntrica y entrañablemente nerd. A él se suma la habilidad del guitarrista Elliot Easton para tejer líneas con precisión quirúrgica, Greg Hawkes y sus sintetizadores de texturas futuristas, y la sólida sección rítmica de Benjamin Orr en el bajo y David Robinson en la batería. Es importante señalar que Ocasek y Orr habían formado bandas de jazz y folk en el pasado. Este antecedente podría explicar por qué las canciones mantenían una perspectiva musical sofisticada sin rechazar convenciones comerciales.
Desde el momento en que comienza el álbum, nos vemos transportados a un universo sonoro meticulosamente diseñado por el reconocido productor Roy Thomas Baker. El no solo capturó la crudeza de la banda, sino que también la pulió en cada detalle hasta lograr una claridad cristalina que destacó su destreza instrumental. Quizá sea exagerado decir que fueron vanguardistas al cien por ciento, pero aunque seguían un parámetro similar al de sus contemporáneos sí tenían un enfoque novedoso. Así, en este álbum podemos encontrar ritmos pegajosos, riffs rebosantes de estática, coros grandilocuentes y el recurso de las multipistas, especialmente en las armonías vocales, algo que nos recuerda que Baker era colaborador frecuente de Queen. 'Good Times Roll' es una declaración de intenciones con su ritmo pulsante y una letra que ironiza sobre el hedonismo del rock más masivo de esa época. 'My Best Friend's Girl' sigue con gran parte de esa misma fórmula, que es notorio desde el riff más simple hasta un arreglo en conjunto. Aunque incorpora elementos pop simples, como la interacción vocal de llamadas y respuestas, la banda no se exime de sonar poderosa, donde la guitarra de Easton se luce junto a los teclados de Hawkes. En 'Just What I Needed', la banda dio con el molde definitivo del new wave, donde los riffs se entremezclan con los teclados en un diálogo muy equilibrado. Debido a su fuerte acento melódico, aquí canta Orr en lugar de Ocasek, y fue el primer gran éxito internacional del grupo. Estos tres tracks iniciales se aprecian como un verdadero golpe al mentón y se convirtieron en grandes éxitos radiales en esa época.
The Cars baja un poco el voltaje en 'I'm In Touch With Your World', donde es Hawkes quien se lleva el protagonismo con inmersivos efectos de sintetizador. Aunque se entiende que el tema propone un cambio de motivo y ánimo, ese salto se siente abrupto. 'Don't Cha Stop' tiene un ritmo y un estribillo pegadizo. Aunque no destaca de inmediato, tras un par de repeticiones se vuelve muy convincente y es una elección perfecta para cerrar esta primera parte del disco. Al mismo tiempo, la prolijidad y el cálculo de la banda se ven interrumpidos por solos que resuenan como convincentes improvisaciones. 'You're All I've Got Tonight' se abre paso con riffs que van creciendo de forma gradual y un patrón en contratiempo de batería bastante original. A simple vista resuena estéril, pero Easton desenfunda un solo que evita que desfallezca. En términos de voltaje, 'Bye Bye Love' es otro golpe directo de riffs poderosos que permite que el álbum siga fluyendo desde una perspectiva rockera. Orr regresa al micrófono hasta el final, destacándose también en el bajo.
En 'Moving In Stereo' vuelven a reducir la marcha. Siendo lo más cercano a una balada en el álbum, nos ofrece una experiencia sonora más oscura, teatral e intensa, ideal para entusiastas del art rock de grupos como Roxy Music. Esta canción también muestra la progresión que se consolidaría en sus álbumes futuros: menos protagonismo de la guitarra y más enfocado en el uso de sintetizadores. 'All Mixed Up' concluye el disco con mucha altura. Si bien la canción mantiene algunos de los elementos new wave del álbum, se adorna con sintetizadores que imitan cuerdas, un retorno del saxo y riffs contundentes. Además, tiene cambios sutiles de ritmo y ambientes expansivos que le permiten a los músicos de la banda entretejer sus partes sin interferir entre ellos ni perder la melodía central.
Este debut no solo fue un éxito que alcanzó el puesto 18 en las listas de Billboard, sino que también destacó dentro del temprano new wave. Con una modesta duración de 35 minutos, evita olímpicamente elementos superfluos, demostrando que a veces menos es más. Con una recepción crítica positiva, elogiando su producción impecable y su composición inteligente, este álbum puede verse como su producción más cohesiva, tanto en calidad instrumental como en cuerpo de trabajo.
Giordano Antonelli Villavicencio
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