I Forgot To Breathe

2017. Trost Records
En el cuarteto Lean Left se unen dos duplas provenientes de mundos que solo en apariencia parecen distantes. Por una parte, se encuentra el free-jazz del vientista estadounidense Ken Vandermark y la percusión del sueco Paal Nilssen-Love, y por la otra, el ruido de Andy Moor y Terrie Hessels, las dos actuales guitarras de The Ex, banda holandesa nacida a finales de los setenta, que a pesar de tener un origen anarco-punk similar al de los británicos Crass o Subhumans, logró sobrepasar dicho sonido y transformarse en una banda del todo inclasificable, una que arrojó tintes experimentales ya desde Tumult (1983), su tercer LP, característica que nunca abandonaría, sino por el contrario, profundizaría, llevándola incluso a adentrarse en variados estilos: la word music en su disco doble Joggers & Smoggers (1989), el jazz étnico en lo realizado junto al etíope Getatchew Mekuria (a quien visitaron en su propio país hace muy poco), o en el mundo de la libre improvisación, tal como sucede en el presente proyecto o en las colaboraciones junto a Sonic Youth, Hank Bennink o Tom Cora, trabajos que a pesar de su amplitud estilística siempre han estado impregnados por su admirable ética de independencia y autogestión.
La presente colaboración se inicia con la velocidad dislocada de Costal Surface y el grave fraseo del saxo barítono de Ken Vandermark, un alud sónico que se desenvuelve guturalmente entre la dinámica percusión de Nilssen-Love y las ásperas guitarras de Moor y Hessels, mismas que se tornan ambientalmente disonantes en su final, así como en el comienzo de Margo Inferior, una pieza alejada de la herencia del free-jazz estadounidense y más cercana a la libre improvisación europea, y en la que prima, por tanto, una aún más profunda dispersión rítmica e instrumental. Luego aparecen los casi quince minutos de Groove for Sub Clavian Vein, en cuya extensión se distinguen una variedad de etapas en las que las dos guitarras surcan caminos diversos junto a Vandermark: una guitarra rasguea y la otra punza, una golpea y la otra sacude, ambas de líneas simples, indirectamente punks y agriamente maquinales, que se asemejan a lo hecho en Saisoro (1995), álbum colaborativo entre el guitarrista británico Derek Bailey y la cambiante dupla japonesa Ruins, así como también recuerda la ruidosa desilusión llevaba adelante por Sonic Youth en Evol (1986) o Washing Machine (1995), discos en que el sonido de los neoyorkinos se hacía más tosco y agresivo.
A continuación aparece Oblique Fissure, en la que la percusión incansable de Nilssen-Love contagia la pista de una violencia ascendente, con un Vandermark que improvisa múltiples acordes de frenética persistencia, una fuerza que se impone como una anárquica evolución del antiguo bebop de Charlie Parker, el mismo que encontraba un legítimo heredero en el saxo tenor de Sonny Rollins, y que se volvía violentamente dramático en el furor de Ornette Coleman y Albert Ayler. El disco cierra con el díptico integrado por Pleural Lobe, de estridencia exquisita y la más desarticulada del álbum, y Cardiac Impression, la que sigue el curso disgregado de la anterior, pero desde una perspectiva aún más críptica, ambas cercanas a los cuatro minutos y en las que las técnicas extendidas y el ánimo radical de sus ejecutantes fusionan sonidos y personalidades hasta lograr una compleja, destacada e intrigante colaboración. Cuatro idiosincrasias creando el ruido que exige una época. Es probable que no resulte tan cierto aquello de que la máxima libertad sería la existencia de un solo hombre sobre la tierra.
Carlos Navarro A.
Tags
Ultimos Contenidos