God Damn Evil
2018. Frontiers
En cada entrevista, Michael Sweet se ha encargado de gritar a los cuatro vientos que este es el mejor, más completo y más pesado disco de Stryper hasta la fecha. Considerando que es el líder, vocalista, guitarrista y compositor casi excluyente de la banda, Sweet sabe de lo que está hablando, pero esta vez sus ganas e inspiración no se condicen con lo que realmente ofrece el álbum.
Take It to the Cross , su primer single, donde el grupo afirma haber compuesto el primer tema thrash en la historia de Stryper utilizando las voces guturales de Matt Bachand del grupo Shadows Fall, resultó ser un experimento fallido. Parece que Sweet olvida que compuso un tema realmente pesado hace treinta años con la monolítica The Writings On The Wall de In God We Trust de 1988, muy superior a esta canción que parece un hijo bastardo del Children Of The Grave de Black Sabbath.
Con ese torcido inicio, es a partir del segundo track, Sorry donde aparece el Stryper de toda la vida, con un ritmo que engancha enseguida, con las voces agudas de Sweet, las armonías vocales dobladas, muy buenos solos de guitarra de Oz Fox y una base rítmica poderosa de Robert The Visual Timekeeper Sweet en la batería. Lost acrecienta lo anunciado en el tema anterior con un Michael Sweet yendo muy arriba con su voz. Realmente un gran tema, de lo mejor del disco. God Damn Evil, el tema título, es un excelente recuerdo a la onda y vibración del gran Against The Law de 1990. Un ritmo contagioso, grandes armonías vocales de toda la banda y un coro sumamente ganchero para redondear una notable canción que aporta variedad a una placa dominada por los medios tiempos.
You Dont Even Know Me arranca con los clásicos juegos de riffs de la banda, suena críptica, pero se hace algo repetitiva y monótona; mucho más apocalíptica, pesada y contundente suena la siguiente The Valley, con escalas arábigas que le dan ese ambiente bíblico absolutamente propicio para la letra de la canción. Beautiful tiene garra y una melodía con mucho sentimiento, donde se destaca la fuerza vocal de Michael Sweet, quien además clava un solo de muy buena factura, porque también es un gran guitarrista solista. Las baladas, siempre un punto fuerte de la banda, se manifiestan aquí con una hermosa Cant Live Without Your Love, delicadamente bordada con unas bellas y románticas líneas de guitarra y un perfecto y sutil arrope de teclados. Para el cierre, el grupo reserva el tema más duro y metálico del disco, dominado por un sólido y contundente doble bombo, donde realmente el cuarteto desata una tormenta de heavy metal, recordando el material más pesado de registros ilustres como Soldier Under Command (1985) y To Hell With The Devil (1986). Con demasiados medios tiempos y pocos temas como éste, God Damn Evil queda varios peldaños más abajo que las recientes entregas de la banda, los rutilantes No More Hell To Pay (2013) y Fallen (2015), y está lejos de ser memorable. Al menos esta vez, las plegarias no fueron suficientes para alcanzar el paraíso metálico.
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