Rainbow Mirror
2017. Profound Lore Records
Alejándose del noise extremo y del power electronics que acostumbra, el ruidista estadounidense Prurient uno de los alias del prolífico Dominick Fernow- publica a finales del año 2017 este colosal Rainbow Mirror, álbum que supera largamente las tres horas de extensión, de esencia contaminada y en el que diez de sus pistas son capaces de superar los quince minutos. Una enorme mole electrónica en la que se cruzan el drone, el dark ambient, el black minimal y un noise subterráneo de características espesamente rítmicas. Un conjunto creativo que Prurient no tardó en denominar como Doom Electronics, y que arroja, a su vez, una naturaleza colaborativa, ya que abandona su solitaria misantropía e invita a los músicos Matt Folden y Jim Mroz, dos dedicados a la creación digital.
Un mundo vacío aparece en las introductorias Barefoot God y Walking On Dehydrated Coral, pistas de lenta opacidad, de espasmódicas y turbias pulsaciones que posteriormente se reinventan en el dinamismo tenebroso de Midnight Kabar, una pieza que repiquetea enérgica e incisiva, como de rayos en huida, disparos que enriquecen matemáticamente el extraño mundo de los sonidos del estadounidense. Todos ruidos claustrofóbicamente seleccionados, como encontrados dentro de una vibrante oscuridad, nacidos desde una mirada perdida. Si esta pieza es dinamismo, Chaos Sex es convulsión: su espectro métrico se torna incalculable, indescifrable. El drone se encumbra y su densa violencia estructural habla de Merzbow y Pan Sonic.
Una encerrada luz se enciende en Falling in the Water, en la que el ritmo se encandece entre sus cimientos de drone espacial y un bucle confusamente onírico. Un lento espejismo que cita la retórica del error de William Basinski, esa que habla del triste desvanecimiento de las cosas. Luego, la descomposición de los ya citados Pan Sonic y su minimalista oscuridad renacen en forma casi expresa en Okinawa Burial Vaults, taladrante y tenebrosa frente a la nauseabunda April Fools Day Aspect Sinister, pista que pareciera proyectar una naturaleza étnica en su inicio, para terminar por deslumbrar entre las explosiones de ruido que atraviesan la trágica sonata que se encuentra en su interior.
Ese caótico espíritu melódico aparece en el comienzo de Cruel World, de expresión exótica en sus acordes de cuerdas deformadas. Una banda sonora de un western metafísico y putrefacto que luego muta en una atmósfera tenebrosa y gravemente subterránea. La rítmica contaminada de Conrad Schnitzler aparece y se moderniza a través de un frenetismo explícito y decadente, uno que cierra los minutos finales de la pieza. En la siguiente pista, las frecuencias agudas sirven de presentación a la enérgica Naterecum, que en su primera mitad desarrolla una crisis ondulante, una psicodelia delirante entre la que la voz deforme de Prurient aparece y desaparece fantasmalmente a través de un lenguaje de acento inanimado.
Luego nace la media hora de ruidos que concentran solo dos pistas: Blue Kimono Over Corpse y Path is Short. Con la primera se abandona el oscuro trance anterior a través de una ambientalidad medianamente luminosa que arroja su inicio, sin embargo, un arrullo casi animal toma protagonismo dirigiendo la pista hacia una naturaleza asfixiante, de melodía incomoda y lisérgica, incisiva por instantes y llegando hasta un final cercano a una atmósfera silente. La segunda de estas pistas posee características similares en sus extensos minutos de ambientales exploraciones industriales, aunque profundizando sus aspectos ruidosos, sobre todo desde su último tercio, en el cual la pista acelera su opresivo desarrollo.
A continuación de las dos tibias partes de Buddha Strangled in Vines (quizás las menos creativas del disco), aparecen los corrosivos sonidos iniciales de Lazarus Flamethrower Sleepwalk, teñidos de una profunda voluntad industrial, de delirantes máquinas, de motores frenéticos que avanzan entre una neblina monolítica e introspectiva de ruido y furia. En Buddhist State las ondas electrónicas continúan sus características expansivas a través de distorsionados timbres en confuso contrapunto, una aguda selva electrónica que muta hacia zumbidos tenebrosos sobrevolados por una dinámica cargada de bucles difuminadamente rítmicos. Una pieza que cierra un disco en el que Prurient tan solo toma otro sendero. Desciende a través de otras formas, por otros caminos, para llegar hasta la misma oscura aura en la cual habita.
Carlos Navarro A.
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