Johnny Marr
Call the Comet
2018. New Voodoo Records
El ex guitarrista de The Smiths publicó su tercera aventura en solitario, llamada Call the Comet, su trabajo más ambicioso hasta el momento. El británico se atreve con nuevos sonidos, cercanos al new wave y toques de tecno, y hasta se inmiscuye en temas políticos claramente anti-Trump. Además, deja que su banda de apoyo se convierta en una extensión de su música y no solamente en un complemento.
Como una jauría de perros hambrientos atacando por su comida. Así se puede definir la arrasante partida de este nuevo álbum de Johnny Marr. Las primeras tres canciones, Rise, The Tracers y Hey Angel, tienen una fuerza, energía y vitalidad pocas veces escuchadas en sus trabajos como solista, mostrándose más rockero que nunca, con fuertes distorsiones de guitarras y atractivos riffs. Sin embargo, es su banda la que se roba el protagonismo, y se siente como si llevaran todo una vida tocando con el legendario guitarrista. Tras ese potente comienzo, Marr nos recuerda con Hi Hello que aún sabe hacer canciones al estilo The Smiths, sin necesitar de ningún Morrissey para transportanos a Manchester, a los pasajes más nostálgicos y alternativos de los 80. Con un cautivante beat tecno y una guitarra distorsionada que asecha en cada momento, aparece New Dominions, que deja en evidencia a un compositor que se atreve a jugar fuera de su zona de confort.
Si aún quedaban dudas sobre lo acogedora que es la voz del británico, Walk Into the Sea las despeja. Este es el punto más alto del disco, que viaja a las frías playas inglesas, y nos muestra a través de su guitarra, la calma y fuerza desgarradora que puede tener el mar. Además, es acompañado por un sutil pero brutal relato: And let the slamming waves decide my fate / Because hope is all I need / And hope breaks on me, dice una parte de la letra. Bug, intenta subir los ánimos con una melodía new wave, viéndose eclipsada por Actor Atractor, una apuesta que exuda Depeche Mode, dejando boquiabierto a cualquiera y confirmando, con autoridad, que no le teme a la experimentación. Marr, en esta obra, se transforma en un camaleón, camuflándose y haciendo suyo cada nuevo sonido que propone. En Spiral City y My Eternal, si bien tienen melodías más clásicas, les da unos toques de postpunk a lo Joy Division y de pop sofisticado a lo U2. Para cerrar, A Different Gun, tema que resume muy bien el universo sonoro que propone el disco y que funciona como broche de oro.
Increíblemente, y fuera de todo pronóstico, Johnny Marr ha hecho su trabajo solista más destacado. Quizás, no estará en el radar de los medios especializados a la hora de elegir el mejor disco del año, pero es un regreso del tamaño de su trayectoria. Vigente, exploratorio, y de impecable factura sónica. Incluso, es perfecto para acompañar los fríos y nostálgicos días de invierno. Esa creación de percepciones que solo logran los artistas que manejan el poder de la experiencia.
Bastián Fernández
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