Queens of the Stone Age
Lullabies to Paralyze

2005. Universal
El hombre puede decir que la pasó muy bien con sus amigos, que fue más democrático que nunca, que todo el rock es un jam e improvisación pero… Josh Homme hizo lo mejor -y lo único- que podía en esta ronda, aplicó un régimen de “control maestro” que llega a tanto que su carácter impregna totalmente este "Lullabies to Paralize". De partida, esta placa es más variada en dimensiones (aunque más plana en lo sónico) y lo más obvio es que termina sonando más humana-reflexiva versus lo brutal y sorpresivo del "Songs for The Deaf". Ya que la estoy citando, esta gran placa de 2002 no quedó grabada a fuego en muchas cabezas y corazones, quizás no era tan comercial como el excelentísimo "Rated R".
Pero mucha gente no escuchó el "Rated R" en su momento tampoco y nos encontramos con que esta agrupación (ahora un trío oficial con Castillo, Van Lewueen y Homme) viene siendo una promesa de la “próxima gran banda de rock del planeta” desde hace 5 años. Y no pasa mucho más, Lullabies no convertirá a QOTSA en mega-estrellas, porque esto tampoco es una colección de canciones comerciales en el sentido de radiales, ni variaciones disfrazadas de temas hits como ’Monsters in a Parasol’, ’Go With The Flow’, ’No One Knows’ y ’The Lost Art of Keeping a Secret’.
Hagámosla fácil, es cuestión de decir que Homme vuelve a sonar “algo” más comercial y algunos de los temas incluidos aquí van a terminar infectándote el cerebro de puro pegajosas y adictivas. Entrando en algo que de verdad es relevante, "Lullabies to Paralize" no hace otra cosa que dejar más en claro la tremenda influencia que Nick Oliveri tenía en los Queens of The Stone Age. ¿Estoy diciendo algo malo? ¿Lo interpreto en positivo o negativo? Ni yo lo sé, QOTSA es una agrupación desconcertante. Sin Nick “El Demonio de Tasmania” Oliveri no hay tanta urgencia y desenfreno; sin Nick, Josh Homme tiene todo el espacio para desarrollarse como solista y es eso lo que hace a Lullabies tan especial, te guste o no. El alma de QOTSA es la misma de Josh, quien ha sido una especie de soldado reclutando voluntarios para la consecución de sus sueños; en ello démosle el crédito. En la puerta giratoria de QOTSA entran unos, salen otros, cumplen su vuelta y vuelven en la próxima. No es sólo con Nick, también con los célebres casos de Dave Grohl, Alain Johanness o Mark Lanegan.
Algunas novedades: la nueva locación de QOTSA se encuentra en un bosque y no en el desierto, el tema que le da arranque a Lullabies es una canción de cuna cantada por un ogro (Mark Lanegan) y no algo como lo que fuese ’You Think I Ain’t Worth a Dollar’ de la mano de Oliveri. De aquí en adelante entraremos en terrenos familiares, ’Medication’ y ’Everybody Knows that You’re Insane’, un par de tracks predecibles, de buena factura, bien arriba que le dan paso a ’Tangled Up In Plaid’, algo mediocre –ya empieza a ser muy típico- en comparación a otros tracks que Josh ha escrito o compartido en otros proyectos -Dessert Sesssions o el disco de Melissa Auf Der Maur-. Menciono esto porque un gran rescate de temas antiguos, como fuese el caso de ’Hanging Tree’ en el Songs for The Deaf, es ahora ’In My Head’ –que era parte de las sesiones desérticas- un tema imposible de pegajoso y ganchero. Otro potencial single junto a la ya conocida Little Sister y su cencerro diabólico.
Un punto aparte es el tenor pagano y verdaderamente oscuro de blues de pantano llamado ’Burn The Witch’ con la presencia invitada de Billy Gibbons (ZZ Top), más lo que sería la versión triste de ’In My Head’ titulada ’I Never Came’. Con lo que llevamos descrito han pasado ocho temas y estamos recién entrando en materia: cae la noche esbozada por el blues maldito con dos temas más de bosque del tipo Proyecto de la Bruja de Blair, estos son ’Someone‘s In The Wolf’ y ’The Blood is Love’. Son mágicos y tienen esa aura celestial y volátil de otros grandes momentos del "Rated R", pero ahora no es psicodelia química sino algo más oscuro y turbio. Un aura que le debe tanto a viejos grupos de rock psicodélico como a Black Sabbath, en síntesis una mística más de peso. Por muy enigmático que sea la parada de QOTSA sigue siendo el grupo de canciones para viajar, pelear y hacer cosas turbias y/o novedosas, sobre todo a la hora del sexo. Puede sonar cliché pero en la banda no tienen ni un pelo de tontos. Y lo saben.
Terminando con el ítem “rarezas”, está la muy sensual ’Skin on Skin’ y la tripleta que nos encuentra inmersos en el pre-clímax, la tensión, la histeria, el trance, el caos, el clímax, el punto cúlmine, el tripeo y el bajón posterior. Estas son ’Broken Box’, ’You Got a Killer Scene’ (con las chicas sucias de Garbage y Distillers que apenas se escuchan) y la apropiada despedida de ’Long Slow Goodbye’. Después de haber pasado por todos los tracks nos damos cuenta que, en lo estilístico, éste no es un disco terriblemente diferente a los otros tres de antes, pero en la atmósfera sí lo es. ¿La razón? Quizá Josh Homme –aunque rodeado de amigos como siempre- está solo, ahora más alienado que nunca. Algo recatado, a la defensiva, en "Lullabies to Paralize" se luce usando y abusando de todos sus trucos, coros espaciales, efectos de ecos, voces en falsete, mucha expresión dramática, una guitarra de tradición stoner y un prolijo trabajo de multi-pistas en el estudio en el que invita gente hasta para aplaudir –todos aquellos trucos que tienen su marca registrada-. Al final del día, es esa sensación de extrema seguridad y autosuficiencia la que le debe crear un conflicto a Josh Homme estos días. Mejor es estar solo y al aguante rock & roll. No obstante estos contratiempos en la carrera del “hombre”, como era de esperar, QOTSA pasó la prueba… sin problemas.
Alfredo Lewin
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