Queensrÿche
Tribe

2003. Sanctuary
Mentiría si no dijera que éste era uno de los discos que con más ansías estaba esperando para este año. Queensryche, la banda de Seattle, precursora del metal progresivo a la par con Fates Warning y mucho antes que Dream Theater, sin duda ha marcado algunos hitos indelebles en los anales del rock, como el haber germinado el mejor álbum conceptual en toda la historia del heavy metal: el cerebral e insuperable "Operation: Mindcrime" de 1988.
Pero su carrera no se estancó en un solo disco, sino que la palabra calidad siempre ha sido sinónimo de su trayectoria. Prueba de ello están esos testamentos inmortales como el perfecto y multiplatino "Empire" de 1990, el tecnológicamente muy adelantado a su época "Rage for Order" de 1986 o el emotivo y oscuro "Promised Land" de 1994. Hoy, a casi 4 años de su último trabajo, el apocalíptico "Q2K", la banda regresa con un álbum pletórico y variado y que traía devuelta al hijo pródigo: el guitarrista Chris De Garmo, pilar en la composición de la banda y que tras el álbum "Hear in the now frontier" había dado un paso al costado. Lamentablemente, fue sólo un regreso a medias, ya que De Garmo (quien está prácticamente semi retirado de la música dedicándose a pilotar aviones, su actual gran pasión), participó en la composición y performance de sólo 5 temas, es decir, en la mitad del disco. De la otra mitad se encargó el nuevo guitarrista Mike Stone.
A pesar de este triste detalle, la banda se despachó "Tribe" un trabajo espectacular, donde continúan esa exploración del alma humana a través de canciones oscuras, con un tinte de melancolía que deja de manifiesto que Queensryche no sigue ningún parámetro, viven en un universo paralelo, en un mundo particular donde su música no tiene puntos de concomitancia con su entorno. Es decir, siguen instaurando sus propios imperios sónicos con una personalidad avasalladora. Los que sean seguidores de siempre de la banda, conocen de sobra que Queensryche JAMÁS ha hecho dos veces el mismo álbum, por lo que esperar un nuevo "Empire", "Operation" o incluso un nuevo "The Warning" es imposible.
Así, el inicio con 'Open' resulta espectacular, un tema oscuro, pesado, con un gran riff metálico arrastrado y repetitivo, que lentamente se comienza a meter bajo tu piel como un virus, con grandes armonías vocales y esos acordes abiertos que quedan como flotando en el aire; marca registrada de la banda y que tan buenos resultados les han dado en cortes inmortales como 'Jet city woman', 'Damaged' o 'Liquid sky'. La dupla De Garmo/ Tate sigue siendo insuperable en la composición y toda la banda se luce en la ejecución: ¡¡temazo!!
'Losing myself' marca el debut en la composición de Mike Stone, y este tema con algunos detalles electrónicos, puede recordar un poco el trabajo solista de Geoff Tate, que de paso sigue demostrando que es uno de los 5 mejores vocalistas en la historia del metal... (¿los otros... hace falta que diga que son Dio, Halford, Dickinson y Ozzy?).
'Desert dance' tiene esas estructuras enrevesadas tan propias de Queensryche, que luego de un par de escuchas te tienen tendidos a sus pies. Aquí la base rítmica de esos monstruos que son Eddie Jackson al bajo y Scott Rockenfield en batería, demuestran una vez más toda su creatividad y esencia musical. Las guitarras (muy pesadas), de Michael Wilton y Chris De Garmo se lucen con un aproach oriental de sumo gusto.
Las siguientes 'Fallind behind', 'The great divide' y 'Rhythm of hope' marcan un segmento semi-acústico ultra interesante, donde nuevamente se nota el aporte de De Garmo en la composición y las guitarras, con un Tate inspiradísimo en las voces y con esas progresiones en las estructuras que hacen de estos temas una esencia de melodías que calan el alma sin llegar a ser baladas, son oscuros, tristes, melancólicos... impresionantes.
Los guitarras heavies regresan con todo para rematar el álbum con 'Tribe' (la canción); otra muestra de que las estructuras de Queensryche son imposibles de imitar... son tan complejas... ¡¡¡¡cuántas ideas tienen estos tipos en la cabeza!!!! Y los sonidos que le sacan a la guitarras ¡¡¡¡Dios mío!!!!
'Blood' es otra pieza maestra del disco con un Tate muy emotivo, cantando bajo y susurrado y con un Rockenfield con un groove demoledor en la batería. 'The art of life', por su parte, tiene esos riff marciales a lo 'Operation' y con un Tate que va 'hablando' la letra, sólo cantando en las armonías... De Garmo y Wilton geniales en la guitarras y el bajo de Jackson cadencioso y marcado... ¡¡¡temazo!!! Así, el final cae con 'Doin' fine' un rock lento y reflexivo, con un Tate que la rompe y que luego de 10 tracks y 41 minutos de música, lo único que quieres es poner 'play' de nuevo.
En resumen, un disco más completo, global y cohesionado de lo que fue "Q2K", un trabajo que a pesar de contar con temas realmente brillantes, tenía algunos pozos que demostraban la ausencia de De Garmo. Lo único criticable e imperdonable de "Tribe" es que el booklet no incluye las letras, un verdadero pecado considerando que Queensryche se ganó el calificativo de hacer "metal para el hombre pensante", debido a la impresionante brillantez de su lírica.
Lamentablemente, DeGarmo tampoco estará en la gira, pero a modo de consuelo, el grupo se embarcó en un tour como co-headliner con Dream Theater y Fates Warning como teloneros... ¡¡¡¡si este no es un cartel soñado para cualquier fan del metal progresivo que me parta un rayo!!!
Cristian Pavez
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