Red Fang
Arrows
Como si se tratara de una treta numerológica, la cantidad de años que pasaron entre “Only Ghost” (2016) y el nuevo “Arrows” (2021) coincide con el número de publicaciones que Red Fang lleva a la fecha, o sea, cinco. No solo el mundo ha cambiado radicalmente en ese período de tiempo, sino que varios compañeros de la generación de los 00, como The Sword o Torche, han escogido otros derroteros para llevar adelante su propuesta. The Sword fue perdiendo cada vez más solidez tratando de parecerse a Thin Lizzy, mientras que Torche hizo un giro cada vez más común en el género, o sea, se dejó encantar por los colores del shoegaze y amplió su paleta estilística obteniendo resultados muy positivos. ¿Cuál sería entonces la jugada de Red Fang en un escenario en el que el cambio parece ser ley? No tomar ninguno de los dos caminos.
Contrario al ambiente reinante en el planeta del Stoner rock, los de Portland, Oregon, decidieron aferrarse con uñas y dientes a una fórmula que no se restringe exclusivamente a los cánones del sonido sabbáthico, sino que recibe altas dosis de un punk aguerrido que en esta ocasión retrocede y se tiñe de negro. La sombría ‘Take It Back’ no solo advierte el vendaval sonoro que está por asolar las costas mentales del auditor, sino que establece una entrada bastante pedregosa que raya en lo experimental, con el bajo de Aaron Beam siguiendo la línea vocal, y ruidos ambientales tenebrosos en el talante del intermedio ‘Flames’ de “Only Ghosts” (2016) y que más adelante aparecen nuevamente en ‘Interop-Mod’. No es ese típico ataque frontal al que nos tienen acostumbrados al inicio de un disco y es interesante que hayan posicionado secciones de ruido para electrificar el ambiente, lo que tiene un doble propósito: determinar la medianía del disco cuando se escucha en formato multimedia o CD, y abrir cada lado del vinilo o casete con una puerta de ruido gigante.
Los que buscan al Red Fang más frontal lo pueden encontrar en ‘My Disaster’, ‘Rabbits in Hives’, ‘Dr. Owl’ y ‘Funeral Coach’, esta última con un riff compuesto 11 años atrás. Conservan la diversión punk de antaño, no sin caer levemente en ánimos más grises, pero salen adelante con el acelerador a fondo. Ese es un aspecto en el que Red Fang no se pierde, son expertos en hacer canciones de alto poder energético y en conservar lo que el fanático está buscando encontrar, saben entregarle la bomba al receptor en el paquete indicado para que este lo reciba gustoso y le explote en la cara.
Lo interesante de “Arrows” (2021) es el asentamiento de los vértices más opacos de Red Fang. Como si se hubieran encerrado a escuchar Melvins durante toda una cuarentena, ‘Unreal Estate’ y ‘Arrows’ proponen un tono inquietante, furioso y desequilibrante, otorgándole a la banda la oportunidad de desenvolverse con soltura. ‘Two High’, ‘Why’ y ‘Fonzi Scheme’ revelan las dinámicas de un John Sherman atento a los cambios de ritmo desde la batería, un elemento central del Stoner que se tiene que ejecutar con exactitud para que sorprenda. Sherman saca la puntuación máxima en este punto y logra destacar en las bajadas y subidas de velocidad, a pesar de que la compresión en la mezcla no lo favorezca tanto en la versión digital, ya que a veces se siente como si estuviera excluido de la muralla de guitarras. Los bajos gruesos de Aaron Beam persiguen al auditor en todo el largo con un sonido crujiente que no oculta su protagonismo en ‘Anodyne’, combinando muy bien con su entrega al micrófono repleta de gruñidos siniestros.
El epítome de esta mirada más amenazante es la gigante ‘Days Collide’, una tortuosa marejada de distorsión que cae como un yunque, una trama entre los días buenos y los días malos desde la lírica, la eterna batalla contra los demonios internos ambientada con una mixtura entre algunos riffs conciliadores que se van tornando perversos a ratos bajo las manos de David Sullivan y Bryan Giles que podría haber sido un cierre espectacular para el álbum. Si tuviéramos que bajar este giro a nombres de la escena, Red Fang se decanta por una sonoridad más barrosa a la Big Business y le baja los cambios a la velocidad fiestera deudora de Orange Goblin.
Registrado en el Halfling Studios junto a su fiel colaborador Chris Funk, la quinta entrega de esta saga no decepciona. Si bien la estela de un hito discográfico como “Murder The Mountains” (2011) está presente y sirve como una plantilla aún más reveladora que su fogoso debut homónimo en 2009, estas 13 nuevas canciones se sienten como un paso natural desde “Only Ghost” (2016), amplificando detalles que ahí no estaban expuestos de manera tan fehaciente. La soltura, la agresión, el uso prominente del ruido y la pesadumbre general que contrasta con su colorida carátula conforman un largo consistente que se entiende mejor en físico que en digital. Está a tono con lo que esperamos de Sullivan, Giles, Sherman y Beam, y no necesita de las vueltas retro de The Sword ni de los colores de Torche para mantenerse rugiendo. ¿Valió la pena la espera de cinco años? Absolutamente. Las flechas de Red Fang dan en el blanco en “Arrows” (2021).
Pablo Cerda
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