Zoé
Sonidos de Karmática Resonancia

2021. Universal Music
Si hay una banda que ha hecho prácticamente de todo en sus casi 25 años de historia es Zoé. Su constante búsqueda sonora que transita entre la psicodelia, el rock y la electrónica, han transformado al quinteto en una de las bandas más prolíficas de la música en español del último tiempo. "Sonidos de Karmática Resonancia" es quizás uno de los mejores resultados de esta exploración, los mexicanos supieron aprovechar la pausa pandémica para, más que producir, crear un diseño sonoro del álbum.
La producción y posterior gira de "Aztlán" (2018) los dejó en un buen momento como banda, aprovecharon el vuelo y se metieron de lleno en el nuevo disco. En plena grabación llegó la pandemia y tuvieron que dividirla en dos partes, lo que les dió un tiempo extra para replantear arreglos y reparar en detalles. Está claro que lo bien logrado del álbum se debe al tiempo invertido, la cantidad de elementos que se asoman y se desvanecen en cada canción están elegidos de manera cuidadosa, nada sobresale, cada instrumento se acopla y dialoga con el resto, todo en función de la canción.
Al igual que su grabación, la promoción del álbum también se separó en dos tramos y liberaron prácticamente la mitad del disco desde mayo del 2020. Los singles elegidos fueron los tracks más pop y acelerados entre los que se encuentran la atrapante 'Popular', que abre los fuegos del LP; también está 'Velur' donde sacan su lado más post punk, influencia directa de grupos como Joy Division; o 'Karmadame' llena de samplers y bajos sintetizados. En palabras de León Larregui, su vocalista, esta producción hace un repaso sonoro de toda la carrera de Zoé, además la incidencia del resto de los integrantes fue mayor, “hay más integración a nivel composición de todos, entonces lo que hacemos es juntar nuestras ideas”, señaló en una entrevista a Publimetro.
Por primera vez en su carrera no trabajaron con Phil Vinall (Suede, Radiohead, Placebo) en la producción y reclutaron a Craig Silvey (Arctic Monkeys, Arcade Fire), con quien habían grabado 4 canciones de la anterior placa “Aztlan” (2018). El trabajo fue metódico en todos los ámbitos, por su parte, las letras de Larregui, que, si bien siguen con temáticas abstractas y metafóricas, se nota que tienen otro grado de madurez y sacan a relucir su lado más directo, pero también más íntimo en canciones como 'Tepoztlán' (dedicada a su hijo) o la balada 'Canción de cuna para Marte'. El resultado sonoro también fue meticuloso, el bajo perfil del quinteto es proporcional a su calidad interpretativa y en la grabación no dejaron ni un cabo suelto. Al parecer la química, después de casi 25 años, sigue intacta.
La impronta futurista del álbum genera una suerte de contradicción temporal en el sonido. El single 'SKR' nos muestra un pop más sintético y nos envuelve en un imaginario de tonos low fi con estética ochentera (al igual que su video promocional). Misma sensación provoca 'Fiebre', que con un bajo sintetizado al más puro estilo Stranger Things nos devuelve unas varias décadas en el pasado. Ambas canciones resuelven con coros de marca registrada Zoé, luminosos, melódicos y recordables, especialidad de Larregui y sus compañeros.
El timbre más clásico de la banda se ve reflejado en 'El Duelo', su melodía danzante nos rememora éxitos anteriores como 'Paula' o 'Labios Rotos'. Haciendo una contraparte con los ritmos electrónicos, la batería de 'Ese cuadro no me pinta' nos entrega un aura ritualista, que acompañados de las guitarras distorsionadas nos recuerda que el quinteto tiene raíces rockeras. El track de cierre, 'Bestiario', sigue la misma línea, esta vez con una impronta de rock psicodélico, le da una conclusión mística a esta Karmatica Resonancia que nos regala Zoé.
“Sonidos de Karmatica Resonancia'', es un título pretencioso para un disco pretencioso de principio a fin. Zoé apostó por algo único y definitivamente lo logró, demuestra madurez y fiato de un quinteto que ha estado en ruedo por más de dos décadas. Nada más que agregar, es un gran disco, quizás el punto cúspide de su carrera.
Oliver Arriola Riquelme
Si hay una banda que ha hecho prácticamente de todo en sus casi 25 años de historia es Zoé. Su constante búsqueda sonora que transita entre la psicodelia, el rock y la electrónica, han transformado al quinteto en una de las bandas más prolíficas de la música en español del último tiempo. "Sonidos de Karmática Resonancia" es quizás uno de los mejores resultados de esta exploración, los mexicanos supieron aprovechar la pausa pandémica para, más que producir, crear un diseño sonoro del álbum.
La producción y posterior gira de "Aztlán" (2018) los dejó en un buen momento como banda, aprovecharon el vuelo y se metieron de lleno en el nuevo disco. En plena grabación llegó la pandemia y tuvieron que dividirla en dos partes, lo que les dió un tiempo extra para replantear arreglos y reparar en detalles. Está claro que lo bien logrado del álbum se debe al tiempo invertido, la cantidad de elementos que se asoman y se desvanecen en cada canción están elegidos de manera cuidadosa, nada sobresale, cada instrumento se acopla y dialoga con el resto, todo en función de la canción.
Al igual que su grabación, la promoción del álbum también se separó en dos tramos y liberaron prácticamente la mitad del disco desde mayo del 2020. Los singles elegidos fueron los tracks más pop y acelerados entre los que se encuentran la atrapante 'Popular', que abre los fuegos del LP; también está 'Velur' donde sacan su lado más post punk, influencia directa de grupos como Joy Division; o 'Karmadame' llena de samplers y bajos sintetizados. En palabras de León Larregui, su vocalista, esta producción hace un repaso sonoro de toda la carrera de Zoé, además la incidencia del resto de los integrantes fue mayor, “hay más integración a nivel composición de todos, entonces lo que hacemos es juntar nuestras ideas”, señaló en una entrevista a Publimetro.
Por primera vez en su carrera no trabajaron con Phil Vinall (Suede, Radiohead, Placebo) en la producción y reclutaron a Craig Silvey (Arctic Monkeys, Arcade Fire), con quien habían grabado 4 canciones de la anterior placa “Aztlan” (2018). El trabajo fue metódico en todos los ámbitos, por su parte, las letras de Larregui, que, si bien siguen con temáticas abstractas y metafóricas, se nota que tienen otro grado de madurez y sacan a relucir su lado más directo, pero también más íntimo en canciones como 'Tepoztlán' (dedicada a su hijo) o la balada 'Canción de cuna para Marte'. El resultado sonoro también fue meticuloso, el bajo perfil del quinteto es proporcional a su calidad interpretativa y en la grabación no dejaron ni un cabo suelto. Al parecer la química, después de casi 25 años, sigue intacta.
La impronta futurista del álbum genera una suerte de contradicción temporal en el sonido. El single 'SKR' nos muestra un pop más sintético y nos envuelve en un imaginario de tonos low fi con estética ochentera (al igual que su video promocional). Misma sensación provoca 'Fiebre', que con un bajo sintetizado al más puro estilo Stranger Things nos devuelve unas varias décadas en el pasado. Ambas canciones resuelven con coros de marca registrada Zoé, luminosos, melódicos y recordables, especialidad de Larregui y sus compañeros.
El timbre más clásico de la banda se ve reflejado en 'El Duelo', su melodía danzante nos rememora éxitos anteriores como 'Paula' o 'Labios Rotos'. Haciendo una contraparte con los ritmos electrónicos, la batería de 'Ese cuadro no me pinta' nos entrega un aura ritualista, que acompañados de las guitarras distorsionadas nos recuerda que el quinteto tiene raíces rockeras. El track de cierre, 'Bestiario', sigue la misma línea, esta vez con una impronta de rock psicodélico, le da una conclusión mística a esta Karmatica Resonancia que nos regala Zoé.
“Sonidos de Karmatica Resonancia'', es un título pretencioso para un disco pretencioso de principio a fin. Zoé apostó por algo único y definitivamente lo logró, demuestra madurez y fiato de un quinteto que ha estado en ruedo por más de dos décadas. Nada más que agregar, es un gran disco, quizás el punto cúspide de su carrera.
Oliver Arriola Riquelme
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