Imagine Dragons
Mercury - Act 1

2021. Kidinakorner / Interscope
Imagine Dragons es una banda que prácticamente nació grande, su éxito no tardó en llegar luego de la publicación de su primer álbum ‘Night Visions’ (2012). Con un sonido descomunal que mezclaba influencias del rock, el folk y del hip hop, rápidamente se transformaron en un referente de la música popular del nuevo milenio. Desde ahí en adelante, su nombre es sinónimo de grandilocuencia, superventas, masividad y todos los calificativos que una banda “comercial” pudiera adjudicarse. Si bien es algo de lo que nunca han renegado, esta propuesta llena de pirotecnia (propia de su natal Las Vegas), antepone un cierto filtro que no deja apreciar su obra con la seriedad que buscan. Su última placa, “Mercury - Act 1” (2021), sufre un poco de aquello. Este nuevo álbum nos muestra una faceta más madura del cuarteto, con líricas reflexivas e introspectivas que, sin embargo, se ve empañada por la plasticidad que precede su carrera.
“Mercury - Act 1” llega luego del receso que se tomó el grupo en 2019, por lo que encontramos a un Imagine Dragons más calmado y alejado de la vorágine de las giras. Dan Reynolds, vocalista y compositor del conjunto, es el principal responsable de este nuevo proceso. Luego de atravesar dolorosos momentos, como la muerte de un familiar y una ruptura amorosa, el autor exploró temáticas más personales que desembocaron en las letras de los 13 cortes que arman la placa. Canciones como “Wrecked” o “Easy Come Easy Go”, son el resultado del gran trabajo en las letras de Reynolds que, con melodías simples y palabras sinceras, es capaz de componer verdaderos himnos de crecimiento y superación.
Pasando a lo estrictamente musical, la calidad del disco es impresionante. Cada pasaje está pensado como un gran espectáculo, siendo la misma grandilocuencia de sus anteriores producciones, su principal cualidad. Tracks como “Follow you”, “Lonely” o “My Life” muestran todo el potencial de este nuevo álbum. Con tránsitos cadenciosos que van desde suaves licks de guitarra de Daniel Wayne Sermon, pasando por la susurrada voz de Reynolds, hasta las baterías más explosivas de Daniel Platzman. Una clara diferencia con su anterior placa “Origins” (2018), es el esfuerzo por humanizar la gran maquinaria que Imagine Dragons representa. Para esto reclutaron al histórico productor Rick Rubin (Lana Del Rey, Metallica, Red Hot Chilli Peppers), quien se encargó de suavizar el sonido del cuarteto y los hizo explorar con sonoridades más orgánicas, esto combinado con los marcados trazos electrónicos, resultaron grandes canciones como “Monday” o “One Day”. Dando un claro paso hacia nuevas fronteras musicales, que sin duda cruzarán en próximas entregas.
El mérito al esfuerzo por tomar nuevos rumbos está, aunque por momentos se genera una suerte de contraste entre la lírica y la música de “Mercury - Act 1”. En ciertos pasajes se siente forzado el tránsito al lado más orgánico del quinteto. En canciones como “Dull Knives”, donde los repentinos gritos de Reynolds, aunque bien ejecutados, se escuchan derechamente exagerados. Misma sensación provoca la electrónica “Cutthroat”, la bien lograda base de drum machine y piano, se ensucia con la desgarrada melodía vocal, que no resulta en un gran aporte para el track. A continuación, le sigue “No Time For Toxic People”, uno de los temas más ‘oreja’ del disco, que, si bien es un tema parejo y perfecto para hacer cantar a un estadio completo, su letra resulta liviana y sin consistencia, aunque se nota que buscaban un hit pegadizo y radial, desmorona todo lo construido líricamente en gran parte de la producción.
A pesar de haber ciertos baches, una de las grandes fortalezas del álbum, (y de la carrera de la banda en general) es la mezcla de estilos que se presentan. Si bien todo está atravesado por el grueso manto de pop, no existen tapujos al momento de tomar prestados elementos del hip hop, folk, indie e incluso del rock más pesado. Esto nos demuestra que el grupo se encuentra en una constante búsqueda sonora o bien, haciendo una doble lectura, su ambiciosa apuesta los hace apuntar a todos los lugares posibles, obteniendo buenos frutos por momentos, aunque varios desaciertos en otros.
En definitiva, “Mercury - Act 1” es un sólido paso a la madurez de Imagine Dragons, sin embargo, siguen con un pie instalado en la fantasía pop que los llevó a la fama en 2012. Esta indecisión provoca los altibajos mencionados anteriormente. Si la mayoría del álbum hubiera seguido la línea de grandes canciones como “Wrecked”, “Follow You” o “Easy Come Easy Go”, habrían obtenido la homogeneidad necesaria que escasea en el disco. En general es una obra dispersa, aunque el mensaje es potente y lleno de positividad, este se vuelve difuso a medida que transcurren los tracks, con pasajes exagerados y palabras carentes de profundidad. Si bien, resulta difícil saber si darán el salto rotundo a la adultez en un futuro, es de esperar que sigan una línea similar en un posible “Mercury - Act 2”.
Oliver Arriola Riquelme
Imagine Dragons es una banda que prácticamente nació grande, su éxito no tardó en llegar luego de la publicación de su primer álbum ‘Night Visions’ (2012). Con un sonido descomunal que mezclaba influencias del rock, el folk y del hip hop, rápidamente se transformaron en un referente de la música popular del nuevo milenio. Desde ahí en adelante, su nombre es sinónimo de grandilocuencia, superventas, masividad y todos los calificativos que una banda “comercial” pudiera adjudicarse. Si bien es algo de lo que nunca han renegado, esta propuesta llena de pirotecnia (propia de su natal Las Vegas), antepone un cierto filtro que no deja apreciar su obra con la seriedad que buscan. Su última placa, “Mercury - Act 1” (2021), sufre un poco de aquello. Este nuevo álbum nos muestra una faceta más madura del cuarteto, con líricas reflexivas e introspectivas que, sin embargo, se ve empañada por la plasticidad que precede su carrera.
“Mercury - Act 1” llega luego del receso que se tomó el grupo en 2019, por lo que encontramos a un Imagine Dragons más calmado y alejado de la vorágine de las giras. Dan Reynolds, vocalista y compositor del conjunto, es el principal responsable de este nuevo proceso. Luego de atravesar dolorosos momentos, como la muerte de un familiar y una ruptura amorosa, el autor exploró temáticas más personales que desembocaron en las letras de los 13 cortes que arman la placa. Canciones como “Wrecked” o “Easy Come Easy Go”, son el resultado del gran trabajo en las letras de Reynolds que, con melodías simples y palabras sinceras, es capaz de componer verdaderos himnos de crecimiento y superación.
Pasando a lo estrictamente musical, la calidad del disco es impresionante. Cada pasaje está pensado como un gran espectáculo, siendo la misma grandilocuencia de sus anteriores producciones, su principal cualidad. Tracks como “Follow you”, “Lonely” o “My Life” muestran todo el potencial de este nuevo álbum. Con tránsitos cadenciosos que van desde suaves licks de guitarra de Daniel Wayne Sermon, pasando por la susurrada voz de Reynolds, hasta las baterías más explosivas de Daniel Platzman. Una clara diferencia con su anterior placa “Origins” (2018), es el esfuerzo por humanizar la gran maquinaria que Imagine Dragons representa. Para esto reclutaron al histórico productor Rick Rubin (Lana Del Rey, Metallica, Red Hot Chilli Peppers), quien se encargó de suavizar el sonido del cuarteto y los hizo explorar con sonoridades más orgánicas, esto combinado con los marcados trazos electrónicos, resultaron grandes canciones como “Monday” o “One Day”. Dando un claro paso hacia nuevas fronteras musicales, que sin duda cruzarán en próximas entregas.
El mérito al esfuerzo por tomar nuevos rumbos está, aunque por momentos se genera una suerte de contraste entre la lírica y la música de “Mercury - Act 1”. En ciertos pasajes se siente forzado el tránsito al lado más orgánico del quinteto. En canciones como “Dull Knives”, donde los repentinos gritos de Reynolds, aunque bien ejecutados, se escuchan derechamente exagerados. Misma sensación provoca la electrónica “Cutthroat”, la bien lograda base de drum machine y piano, se ensucia con la desgarrada melodía vocal, que no resulta en un gran aporte para el track. A continuación, le sigue “No Time For Toxic People”, uno de los temas más ‘oreja’ del disco, que, si bien es un tema parejo y perfecto para hacer cantar a un estadio completo, su letra resulta liviana y sin consistencia, aunque se nota que buscaban un hit pegadizo y radial, desmorona todo lo construido líricamente en gran parte de la producción.
A pesar de haber ciertos baches, una de las grandes fortalezas del álbum, (y de la carrera de la banda en general) es la mezcla de estilos que se presentan. Si bien todo está atravesado por el grueso manto de pop, no existen tapujos al momento de tomar prestados elementos del hip hop, folk, indie e incluso del rock más pesado. Esto nos demuestra que el grupo se encuentra en una constante búsqueda sonora o bien, haciendo una doble lectura, su ambiciosa apuesta los hace apuntar a todos los lugares posibles, obteniendo buenos frutos por momentos, aunque varios desaciertos en otros.
En definitiva, “Mercury - Act 1” es un sólido paso a la madurez de Imagine Dragons, sin embargo, siguen con un pie instalado en la fantasía pop que los llevó a la fama en 2012. Esta indecisión provoca los altibajos mencionados anteriormente. Si la mayoría del álbum hubiera seguido la línea de grandes canciones como “Wrecked”, “Follow You” o “Easy Come Easy Go”, habrían obtenido la homogeneidad necesaria que escasea en el disco. En general es una obra dispersa, aunque el mensaje es potente y lleno de positividad, este se vuelve difuso a medida que transcurren los tracks, con pasajes exagerados y palabras carentes de profundidad. Si bien, resulta difícil saber si darán el salto rotundo a la adultez en un futuro, es de esperar que sigan una línea similar en un posible “Mercury - Act 2”.
Oliver Arriola Riquelme
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