Bullet for My Valentine

2021. Universal Music Operations Ltd.

Para una banda de la talla de Bullet For My Valentine, la crítica y el hype no debieran importarles demasiado. Sus más de dos décadas de historia, siete álbumes de estudio y las millones de reproducciones en streaming, son una más que sólida base para confirmar su posición en el mundo del metal. Sin embargo, de una u otra manera su estatus se vió afectado por la salida de “Gravity” (2018), un disco que los alejó de sus raíces metaleras, pero que los acercó a la masividad. Aunque la crítica más purista no tuvo tantos halagos y prácticamente destrozó esta entrega. En respuesta a esto, el cuarteto liderado por Matt Tuck liberó su homónimo en esta temporada, una placa que vuelve al sonido violento y a los riffs pesados los inicios, pero con la madurez adquirida a lo largo de estos 20 años en la carretera.

Puede que la vuelta a las raíces sea una de las razones por las que este álbum se llama simplemente “Bullet For My Valentine”. Ni conceptuales ni nada, esta placa no necesita un nombre especial para enlazar estos 10 tracks de metal puro y duro soberbiamente ejecutados por los galeses. La pista inicial, 'Parasite', con su ambigua intro de un minuto y medio, nos da un panorama general de lo que nos vamos a encontrar: velocidad, riffs distorsionados y los potentes guturales del frontman. Efectivamente, Bullet está de vuelta. Sin embargo, lo melódico no se los saca nadie y las voces limpias del coro hacen el contrapeso necesario entre el viejo Bullet y su actual propuesta. 'Knives' continúa con la misma lógica, pero con un toque de modernidad y complejidad que lo convierten en uno de los puntos altos de la placa. Por su parte 'My Reviere', sin perder peso, llega a ralentizar un poco las cosas. En este track los guturales siguen ocupando un lugar predominante, aunque el que lleva todos los créditos es Michael "Padge" Paget con su genial solo de guitarra, rescatando influencias clásicas que nos recuerdan los wah-wah de Kirk Hammett de Metallica. 'No Happy Ever After', retoma la leve velocidad perdida y nos mete de nuevo en la vorágine del álbum. De este track es inevitable destacar la performance de Jason Bowld en la batería, quien con su doble pedal y poderosos redobles llevan esta canción a otro nivel.

En 'Can't Escape The Waves' vuelven a predominar las melodías. Si bien el bajo distorsionado de Jamie Matthias nos anuncia que la masacre de riffs continúa, el coro llega con la luminosidad necesaria para relajar el headbanging, luego de cinco canciones imparables, y cantar a todo pulmón, sin duda una de las infaltables del nuevo repertorio del cuarteto. 'Bastards' funciona como una perfecta apertura para la segunda mitad del disco. Los cánticos filtrados, gritos al unísono y otro estribillo para hacer gritar a las masas se combinan de gran manera en este sexto track.

En la segunda mitad del álbum podemos escuchar a un Bullet For My Valentine en un constante diálogo con sus diversas épocas. Aunque se nota el esfuerzo por mantener la esencia metalera de esta entrega, no pierden la oportunidad de meter los pasajes melódicos que tanto caracterizan su propuesta. Si bien, no es nada nuevo en su carrera, han convertido este diálogo entre la luminosidad y la violencia en una marca registrada. Canciones como 'Rainbow Veins' o 'Death By a Thousand Cuts' son un claro ejemplo de esto.

En definitiva, esta última entrega representa un salto abismal con respecto a su anterior producción. Puede que “Gravity” (2018) los haya llevado a tocar en sus shows más importantes y alcanzar millones de reproducciones, sin embargo, dejó una deuda con los fans más acérrimos que les exigían la vuelta a sus raíces del metal. Esta última placa homónima llega a saldar esa deuda y de paso taparle la boca a los críticos que destrozaron al grupo un par de años antes. Sin dudas, es el disco más pesado del cuarteto hasta la fecha y los consolida como uno de los grupos de metal moderno más importantes de la actualidad.

Oliver Arriola Riquelme