Han pasado más de cincuenta años desde que Arthur Brown subió al escenario con maquillaje corporal y un casco en llamas presentándose como el “dios del fuego infernal”. Con esto, junto a The Crazy World of Arthur Brown, llegaría a ser una figura que influenciaría a toda una camada de artistas de hard rock, el shock rock y heavy metal, gracias a una propuesta de rock progresivo que estremecía con gritos, espasmos y una teatralidad salvaje. Sin contar con su profundo viaje a la psicodelia, con su otra banda: Kingdom Come.
Y hoy, a sus 80 años, regresa con “Long, Long Road”, un álbum en el que todavía vemos a un artista innovador y creativo, que cruza fácilmente por distintos géneros, con una capacidad instrumental y vocal que están en excelente estado. Muchas veces, cuesta creer que este material venga de alguien de su avanzada edad. Esto es notorio desde el inicio en ‘Gas Tanks’, pieza en la que el blues se funde con lo progresivo a través de incesantes órganos y flautas. En ‘Coffin Confession’ emerge la teatralidad mencionada antes, pues con ínfimo apoyo instrumental y psicofonías siniestras, recita graciosamente las reflexiones de una persona fallecida.
Estas divagaciones son permanentes aquí: ‘Going Down’ evoca pasajes infernales, con saxofones que se funden con los bramidos de Brown. ‘Once I Had Illusions (Part 1)’ es oscura y surrealista, con una guitarra que se mueve como un tren descarriado por frenéticas bases de percusión y piano. Este oscuro trance continúa en ‘I Like Games’, que evoca más a los desiertos tejanos que a la imaginería afro presente en ‘Shining Brightness’ y ‘The Blues and Messing Round’, con alucinógenos riffs de blues.
Para quienes buscan algo convencional, eso está en la canción homónima. La voz de Brown se escucha desnuda y poderosa, mientras recita una letra emotiva. Para el final, ‘Once I Had Illusions (Part 2)’ entrega una sensibilidad considerable, donde guitarras crudas y teclados imaginativos cierran el álbum en un nivel elevado. “Long, Long Road” es sólido, original y es difícil aburrirse con él. Mientras que sus coetáneos se retiran o sacan álbumes repetitivos, Brown nos invita a un viaje mágico en el que hay humor, letras reflexivas e imágenes extravagantes. Al final, quedamos con la seguridad que él nos seguirá divirtiendo por un par de lustros más.
Giordano Antonelli Villavicencio.
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