The Smashing Pumpkins
ATUM - Act III

2023. Martha's Music
Puede que sea uno de los trabajos musicales más ambiciosos de una banda de rock de talla mundial como lo es The Smashing Pumpkins. Seamos sinceros, no son muchos los grupos o artistas que a estas alturas se atreven con producciones de largo aliento, y una ópera rock de tres partes es un riesgo que pocos se atreven a tomar. Este punto lo tiene merecidísimo Billy Corgan y compañía. Lo cierto es que una treintena de canciones tiene que ser una suerte de experimento con una línea argumental que conecte toda la obra. Aquí inevitablemente se presenta algunos baches. Además de que no estamos habituados a escuchar al grupo en clave atmosférica con sintetizadores, y casi dejando de lado el formato banda rockanrolera. Puede que “ATUM - Act I y Act II” hayan pecado mucho de eso y de alguna forma desencantaron a cierto fanbase. Sin embargo, la tercera es la vencida y el acto III de esta gran obra llega con las guitarras un poco más desempolvadas y promete ser la parte más potente de esta trilogía.
Este tercer acto comienza con ‘Sojourner’, un tema que nos da la bienvenida con un sintetizador ochentero, en donde la voz de Corgan se va inmiscuyendo con su suave melodía al compás del beat marcado de Jimmy Chamberlin. Un correcto inicio que nos deja flotando para estrellarnos de golpe con ‘That Wich Animates the Spirit’. En este track se recuperan las guitarras y los riffs podridos que tanto nos gustan del cuarteto. Una de las características que hacen especial a estos discos es la inclusión de los coros de ópera que dramatizan cada pasaje. Un acierto que va muy de la mano con lo que quisieron transmitir. También en este segundo tema se escuchan algunas guitarras octavadas al más puro estilo Brian May. Uno de los más grandes referentes del rock operístico.
Desde el tema tres nos muestran el lado más suave y popero de la placa. ‘The Canary Trainer’ es una pista que suena moderna, como si fuera de una banda que nació en este milenio. Un referente actual pueden ser los estadounidenses Future Island. Por su parte, en ‘Pacer’ mantienen el beat acelerado y nos muestran un pop oscuro y más orientado a los sintetizadores. También en ‘Fireflies’ continúan con la lógica de los arpegiadores. Sin duda, un buen puñado de tracks para atesorar en el futuro.
Si extrañábamos las guitarras afiladas, Corgan y los suyos nos satisfacen con ‘In Lieu of Failure’, eso sí se siente un track un poco insípido en algunos pasajes y no termina de convencer del todo, pero se agradece el intento. Por su parte, ‘Harmageddon’ se inmiscuye en los terrenos del trash con ese riff y esa batería machacante que marca cada corte con los platos a reventar. Sin embargo, sucede algo similar con el anterior. Puede que sean sus coros demasiado luminosos lo que no nos permiten llegar a la oscuridad que tanto nos gusta de los Smashing. Eso sí, hay que darle todos los créditos a James Iha, quien se luce con su solo de Wah-Wah, evocando por momentos el sonido de Kirk Hammett de Metallica. Para terminar con este tridente llega ‘Spellbinding’, un tema que combina lo sintético con el rock de guitarras, que culmina con un coro que nos rememora a ‘Keep On Rocking in the Free World’ de Neil Young, una referencia clarísima por el tono, la progresión de acordes y la melodía.
Si juzgamos el disco por lo que ha hecho anteriormente The Smashing Pumpkins, obviamente no está ni cerca de ser lo mejor de su discografía. Si bien, tiene grandes aciertos, también tiene algunas caídas en lo que respecta cierta intensidad y consistencia en algunas canciones. Lo que sí podemos sacar en limpio es la inquietud y constante búsqueda de Corgan por explorar nuevos horizontes musicales. Independiente de las percepciones personales, es indudable que sale jugando en mayor o menor medida en prácticamente toda la obra. Sin dudas es un terreno al que no estamos acostumbrados a ver a los Smashing, pero no podemos negar el inmenso talento del cuarteto. En definitiva es una obra que probablemente no pase a la historia, pero si será recordada como una trilogía atípica, inesperada y sobre todo arriesgada. Y es justamente en los riesgos en donde se ponen a prueba los que trascienden en la posteridad.
Oliver Arriola Riquelme
Puede que sea uno de los trabajos musicales más ambiciosos de una banda de rock de talla mundial como lo es The Smashing Pumpkins. Seamos sinceros, no son muchos los grupos o artistas que a estas alturas se atreven con producciones de largo aliento, y una ópera rock de tres partes es un riesgo que pocos se atreven a tomar. Este punto lo tiene merecidísimo Billy Corgan y compañía. Lo cierto es que una treintena de canciones tiene que ser una suerte de experimento con una línea argumental que conecte toda la obra. Aquí inevitablemente se presenta algunos baches. Además de que no estamos habituados a escuchar al grupo en clave atmosférica con sintetizadores, y casi dejando de lado el formato banda rockanrolera. Puede que “ATUM - Act I y Act II” hayan pecado mucho de eso y de alguna forma desencantaron a cierto fanbase. Sin embargo, la tercera es la vencida y el acto III de esta gran obra llega con las guitarras un poco más desempolvadas y promete ser la parte más potente de esta trilogía.
Este tercer acto comienza con ‘Sojourner’, un tema que nos da la bienvenida con un sintetizador ochentero, en donde la voz de Corgan se va inmiscuyendo con su suave melodía al compás del beat marcado de Jimmy Chamberlin. Un correcto inicio que nos deja flotando para estrellarnos de golpe con ‘That Wich Animates the Spirit’. En este track se recuperan las guitarras y los riffs podridos que tanto nos gustan del cuarteto. Una de las características que hacen especial a estos discos es la inclusión de los coros de ópera que dramatizan cada pasaje. Un acierto que va muy de la mano con lo que quisieron transmitir. También en este segundo tema se escuchan algunas guitarras octavadas al más puro estilo Brian May. Uno de los más grandes referentes del rock operístico.
Desde el tema tres nos muestran el lado más suave y popero de la placa. ‘The Canary Trainer’ es una pista que suena moderna, como si fuera de una banda que nació en este milenio. Un referente actual pueden ser los estadounidenses Future Island. Por su parte, en ‘Pacer’ mantienen el beat acelerado y nos muestran un pop oscuro y más orientado a los sintetizadores. También en ‘Fireflies’ continúan con la lógica de los arpegiadores. Sin duda, un buen puñado de tracks para atesorar en el futuro.
Si extrañábamos las guitarras afiladas, Corgan y los suyos nos satisfacen con ‘In Lieu of Failure’, eso sí se siente un track un poco insípido en algunos pasajes y no termina de convencer del todo, pero se agradece el intento. Por su parte, ‘Harmageddon’ se inmiscuye en los terrenos del trash con ese riff y esa batería machacante que marca cada corte con los platos a reventar. Sin embargo, sucede algo similar con el anterior. Puede que sean sus coros demasiado luminosos lo que no nos permiten llegar a la oscuridad que tanto nos gusta de los Smashing. Eso sí, hay que darle todos los créditos a James Iha, quien se luce con su solo de Wah-Wah, evocando por momentos el sonido de Kirk Hammett de Metallica. Para terminar con este tridente llega ‘Spellbinding’, un tema que combina lo sintético con el rock de guitarras, que culmina con un coro que nos rememora a ‘Keep On Rocking in the Free World’ de Neil Young, una referencia clarísima por el tono, la progresión de acordes y la melodía.
Si juzgamos el disco por lo que ha hecho anteriormente The Smashing Pumpkins, obviamente no está ni cerca de ser lo mejor de su discografía. Si bien, tiene grandes aciertos, también tiene algunas caídas en lo que respecta cierta intensidad y consistencia en algunas canciones. Lo que sí podemos sacar en limpio es la inquietud y constante búsqueda de Corgan por explorar nuevos horizontes musicales. Independiente de las percepciones personales, es indudable que sale jugando en mayor o menor medida en prácticamente toda la obra. Sin dudas es un terreno al que no estamos acostumbrados a ver a los Smashing, pero no podemos negar el inmenso talento del cuarteto. En definitiva es una obra que probablemente no pase a la historia, pero si será recordada como una trilogía atípica, inesperada y sobre todo arriesgada. Y es justamente en los riesgos en donde se ponen a prueba los que trascienden en la posteridad.
Oliver Arriola Riquelme
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