The Wild Things
Afterglow
La década del 2020 ha traído consigo un estallido de nuevas y novedosas promesas musicales donde escoger, y el rock, lejos de estar muerto como algunos dicen, sigue dando pelea. Eso sí, que para encontrarlas, hay que estar dispuesto a abrir la mente a nuevas interpretaciones del género per se. Prueba viva de ello es el cuarteto británico de rock/pop The Wild Things, con su más reciente proyecto, “Afterglow” (2024). Un álbum que va más allá de ser solo un puñado de canciones, presentándose como un llamado a la aventura conceptual que nos traslada hasta la ciudad ficticia de Valentine, envuelta en un fenómeno paranormal, muy a lo Twin Peaks. Todo esto sirve como telón de fondo para una historia llena de varios personajes interesantes y giros argumentales, enchapadas con un sonido clásico que no es ninguna coincidencia, ya que está coproducida por el mismísimo padrino del conjunto, Pete Townshend.
Porque sí, The Who ha jugado un rol clave en la biografía de The Wild Things. Sydney Rae White y Rob Kendrick, vocalista y guitarrista respectivamente, se conocieron trabajando en el musical de “Quadrophenia”. Conectando a través de la creatividad, fue que terminaron casándose. Luego, al retrato se sumó el hermano de Sydney, Cam, en el bajo y producción, y Pete Wheeler en la batería; así The Wild Things pasaron a convertirse en la unidad musical y familiar que son hoy en día. Y ese espíritu de camaradería se palpa en cada pista, con letras que brotan del corazón y una imaginación que fluye con una facilidad envidiable. Gracias a esto, en Europa no han hecho más que recopilar elogios, ganándose el respeto de la crítica especializada, desde Kerrang!, que los bautizó como su nueva banda favorita, hasta Rolling Stone, que los ha destacado ya varias veces.
Sin más preámbulos, el disco arranca con una narrativa muy bien contada. Empieza con 'Only Attraction' y desde los primeros segundos te retiene para hacerte escuchar su declaración de intenciones, gritando con fuerza: "aquí estamos y no vamos a pedir permiso". Espíritu revoltoso e insurrecto que no se queda solo en los tracks más rápidos, sino que también queda patente en temas como ‘Paradise’, ‘Heaven Knows’ y ‘Drunk Again’. O como cuando bajan las revoluciones y nos regalan momentos como la suave ‘Trippin' (On Your Love)’, una balada Telecaster que, aunque más calmada, no pierde ese toque soft-rock. ‘Come Around’ y ‘Lay On, Take Off’ igualmente tienen su encanto, con esos matices upbeat que poco a poco se convierten en un ritmo infeccioso, mientras que ‘Make Our Own Way There’ brilla por sí sola, dándonos como producto final un fulgor neón y retrofuturista.
Luego, con ‘My Heart Is In New York’ (Ft. Townshend), la cosa se torna mucho más nostálgica y el matrimonio se cuelga la guitarra acústica en los hombros para darnos la instancia más bonita del álbum, algo que ‘Stones’ se propone, pero sin la misma eficacia. En la misma nota, pero con el piano al frente, aparece ‘Two Heartbeats’, otra canción que toca fibras sensibles. Sin embargo, 'Valentine' es el eje central y el corazón de la historia. Una pieza que bien recapitula todo el material y nos lleva directo a ese mágico y misterioso pueblo ficticio de color crepúsculo.
“Afterglow” desprende belleza con todas sus letras, y es de esas obras inmersivas que ya hacían falta a estas alturas del año; de esas para perderse escuchando y desconectarse un rato del mundo. Y lo mejor de todo es que la puedes contar como mejor te parezca, siguiendo tu propio pulso, desentramando así la gama de sentimientos e historias que los personajes de este universo alternativo tienen para ofrecer.
Bárbara Henríquez
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