Guidance

2016. Sargent House
El universo de Russian Circles se gobierna con reglas claras: rock estrictamente instrumental, piezas extensas, la elaboración de paisajes densos que conducen a sensaciones desoladoras, finalmente a una experiencia de características cinematográficas. En sus composiciones uno parece estar en medio de espacios naturales agrestes y majestuosos de cielos encapotados, donde corre el viento como presagio de un quiebre. A veces organizan enjambres de acordes y detalles que semejan un cálido amanecer, pero la sensación solo perdura por un rato. Luego se desata un torbellino sin vuelta atrás hasta alcanzar cuotas colosales. En Russian Circles -Brian Cook al bajo, el guitarrista Mike Sullivan y el baterista Dave Turncrantz-, el sonido y la capacidad para sostener la atención al prescindir de la voz, resulta crucial.
Este sexto álbum del trío de post rock de Chicago deja atrás la etapa con la producción de Brandon Curtis, tecladista que ha trabajado en diversos proyectos con Interpol, optando por Kurt Ballou para el puesto. Su currículo acumula decenas de álbumes donde destacan los tres últimos de Torche, como "De Vermis Misteriis" (2012) de High on Fire y el EP "Mosquito Control" (2001) de los desaparecidos Isis, entre decenas de bandas que ha producido en GodCity studio, instalaciones de su propiedad. Ballou tiene un patrón para grabar los instrumentos. La batería se estampa cruda en primer plano como si uno estuviera dentro de la sala de ensayo, contrapuesto a un elaborado tratamiento de las guitarras y el bajo para copar cada espacio. Como oyente quedas sumergido en el sonido, aplastante y abrumador a ratos, alternado con pasajes prístinos.
Los cuatro primeros temas - Asa , Vorel , Mota y Afrika - van engarzados alternando distintos estados anímicos siempre desde acordes lánguidos y nostálgicos que decantan en riffs voluminosos que libran batallas sobre un planificado caos de batería. Una especie de segunda parte asoma a contar de Obearboard, con cortes individuales, sin relación con el tema siguiente. Calla se desenvuelve hasta alcanzar ciertas cuotas de violencia mientras la última, Lisboa, semeja una marcha fúnebre en sus primeros tramos para luego convertirse en una catedral de sonido. Elocuentes a pesar de no pronunciar palabra, esta vez Russian Circles se supera a si mismo. Las imágenes que transmitían antes eran claras. Ahora son de alta resolución.
Marcelo Contreras
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