Gorillaz
Humanz

2017. Warner
Vivimos en tiempos de playlists. Tan así, que hasta el nuevo álbum de Gorillaz, ese alguna vez capricho supuestamente momentáneo del frontman de Blur, Damon Albarn, y que ha terminado durando 17 años, sigue siendo un álbum, pero cuya estructura obedece a la secuenciación elástica y a la baja exigencia de atención que demanda la sugerencia semanal de Spotify.
Si bien Gorillaz siempre fue una banda de singles más que de placas de gran cohesión, este Humanz, colección de catorce ideas de poca extensión (en su versión estándar), entrelazadas por una intro y cinco interludios, responde a un concepto catastrófico: en vísperas de las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos de América, Albarn propuso grabar pensando en un soundtrack para un mundo con Donald Trump en el puesto más poderoso del planeta. Una idea que parecía entonces hilarante y desquiciada, y que ahora parece una profecía siniestra, a la luz de los resultados.
A Albarn, como buen controlador, le ha costado dejar el papel protagónico en esta banda / disfraz, evidente en el brusco cambio del caleidoscópico Plastic Beach (2010) a esa autoindulgente obra en carretera que terminó siendo The Fall. Siete años después, este sucesor de ambos merece finalmente llamarse un trabajo absolutamente colaborativo. La intro I Switched My Robot Off (un sample de una secuencia de lanzamiento de la NASA), podría leerse de esta forma: el cerebro del proyecto apagó su modo alerta y dejó la música brotar por sí sola, alimentando la fluidez y efervescencia del disco.
Por lo mismo, los ganchos inmediatos y efectivos -un arte que el autor de Country House maniobra a la perfección- son más escasos, privilegiando la elaboración de atmósferas, beats y un saludable toque de bizarriedad, que propulsan los mejores momentos, como la contagiosa Strobelite (junto a Peven Everett), Momentz (una colaboración entre los ya compinches de Damon, De La Soul, y el ilustre mago francés de los sintes, Jean-Michel Jarre), Submission (con Danny Brown, Kelela y guitarras de Graham Coxon), el fugaz pero infeccioso cameo de Grace Jones en Charger, la melancolía en plan Brian Eno de Busted and Blue, y el gran final de We Got The Power.
En ese sentido, la directriz que guía esta singular playlist se revela completamente en el primer interludio, el hilarante Juramento de los no-conformistas, extraído del álbum A Wild And Crazy Guy, del comediante Steve Martin: prometo ser diferente, prometo ser único. Humanz es una estrambótica celebración de la diversidad que nos unifica, y que hoy nos alinea frente a un enemigo común.
¡Quién hubiese pensado hace veinte años atrás que Noel Potato Gallagher, compartiría créditos en una grabación con Damon Albarn! Y he aquí a ambos, cantando felices junto a Jehnny Beth (de Savages) y acompañados por los teclados neón de Jean-Michel Jarre, en el punzante y festivo mantra new age de tenemos el poder de amarnos los unos a los otros. No importa que suceda, tenemos el poder de hacerlo. Pues, si este es el fin del mundo como lo conocemos, hay que sentirse bien de algún modo. O como lo dijo el mismísimo Michael Stipe alguna vez: si la muerte es algo definitivo, mejor colecciono vinilos. Voy a pinchar discos en el fin del mundo.
Nuno Veloso
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