Un bajista convencido de poder componer un single tocando una sola nota. El presidente de un sello resignando tempranamente sus expectativas económicas. Un vocalista con aires de estrella cancelando shows de la gira en todas las ciudades que comenzaran con la letra M. Solo un álbum como “Angel Dust” puede concentrar tantas historias, contradicciones, éxitos y fracasos. El disco con que Faith No More mostró a cabalidad su carácter e integridad artística, dispuestos a sacrificar éxito económico con tal de no aburrirse ni aburrir al resto. Celebramos sus 30 años conversando con Billy Gould, el motor de uno de los grupos de rock más queridos de Chile.
Por Felipe Godoy
Hasta 1992, era difícil encontrar una banda que abrazara con tanta comodidad los extremos. Especialmente en el mundo del metal, una etiqueta con la que Faith No More nunca se sintió cómodo, aunque este fuera el domicilio más natural que la prensa y la audiencia encontrara para ellos. Ante esta disconformidad, el leitmotiv del quinteto de San Francisco fue tensionar dicha etiqueta y ponerla a prueba de todas las formas posibles: con un sentido del humor que apuntaba sus dardos constantemente a las convenciones del estilo, el rechazo a la figura del guitar hero tradicional, y la presencia de un vocalista capaz de moverse con soltura entre el thrash metal y los crooners de los años cincuenta, entre tantas otras características. Si bien “The Real Thing” (1989) tuvo un rol clave envistiendo al metal del mainstream con otras convicciones artísticas, “Angel Dust” constituye el punto culmine de este proceso, convirtiéndose en la quintaesencia de lo que poco a poco comenzaría a conocerse como metal alternativo.
The world expects the pose
Al comenzar el proceso compositivo de “Angel Dust”, el único acuerdo tácito que reinaba entre todos los miembros de la banda, era la necesidad de dejar atrás “The Real Thing”, aunque cada uno tuviera su propia idea de lo que eso significaba. Probablemente, esa fue la razón detrás de la variedad de sonidos que terminaron estando presentes en el disco, incluyendo el uso de samples y la diversidad estilística que iba desde el metal industrial hasta la balada country, pasando por la música de películas y el funk. Así, al tratarse de un proceso creativo muy genuino, la banda no fue muy consciente sobre la originalidad de lo que estaban haciendo sino hasta el final del proceso, como relata Billy Gould: «creo que mientras lo estábamos haciendo solo estábamos buscando aquellas cosas que nos dieran la inspiración, que nos mantuvieran entusiasmados. Solo seguíamos algo así como nuestras voces interiores. Así que no andábamos cuestionando esa parte, es como cuando estás haciendo un queque o algo así, y empiezas a agregar los ingredientes que de acuerdo con tu gusto debiesen funcionar bien, y al final te das cuenta y dices “wow, este queque sabe diferente a los otros queques”, pero no lo sabes hasta que no ves el producto finalizado».
Las primeras ideas sobre el disco comenzaron a circular a mediados de 1991, mientras la banda giraba por Argentina y Brasil. Durante esos shows estrenaron los primeros bosquejos de ‘RV’ y ‘Caffeine’. Así, el proceso de pre-producción fue importante, con un gran número de canciones ya construidas antes de ingresar al estudio, lo que fue facilitado por el grabador portátil DAT que el histórico productor de la banda, Matt Wallace, le regaló a cada miembro por esos días. Wallace seguía siendo entonces un sexto integrante de Faith No More, contando con muchas libertades a la hora de decidir el rumbo sonoro del grupo. Así, una de las cosas que más llama la atención en “Angel Dust” es la diferencia con “The Real Thing” en cuanto a sonido. Esto se debe a un par de acertadas decisiones que tomó Wallace sin decirle a la banda, como indica Gould: «absolutamente, los discos suenan muy diferentes. Antes Matt solía grabar la batería en estas salas grandes, y se cansó de hacerlo así. Él no nos dijo, solo decidió hacerlo de forma distinta en este disco. Estábamos en un estudio que era súper apretado y pequeño, y es un poco más “punchy”, una atmósfera totalmente diferente, incluso los amplificadores sonaban diferentes en esa sala. Y él no quería usar mucha compresión, trató de grabar el álbum sin usar nada de compresión. Pero yo no sabía que él estaba haciendo esto en ese tiempo (ríe)».
– Es sabido que todos ustedes estaban incómodos con la etiqueta de banda de metal mainstream, pero a la vez, cada uno se propuso desafiarlos en sus propios términos. En tu caso, ¿qué sonidos nuevos te interesaba explorar?
– Estaba menos interesado en los solos largos de guitarra, por ejemplo. No era algo interesante. Lo importante era dejar de poner el foco en los músicos, que era lo que pasaba bastante en la música en ese entonces, siempre ponían el énfasis en las personas que hacían la música y no en el sonido. Siempre creí que lo más divertido e interesante era la música más visual, que te llevara hacia alguna parte. Había que poner el énfasis en la parte musical en vez de en las personalidades.
– Eso era bastante atípico para una banda estadounidense de rock de esa época, ¿no te parece?
– Lo era, especialmente porque para muchas bandas es una fórmula que funciona, puedes generar mucho dinero con eso. Nosotros no éramos muy atractivos, ¡no iba a funcionar! (suelta una carcajada). Nos dimos cuenta de que teníamos que ser nosotros mismos y que esa era la forma en que teníamos que hacerlo.
– En este disco, tengo la impresión de que tuviste que acarrear más de la cuenta con el peso del proceso creativo, ya que el resto de la banda estaba medio distraída con diferentes cosas. ¿Eso fue así realmente? ¿Cómo recuerdas ese proceso?
– Mira, tuve harto que ver en la composición de las canciones y siempre estuve involucrado en lo relacionado con la producción, pero hicimos este disco básicamente en el estudio, todos los días. Así que, claro, yo le puse harto esfuerzo, es verdad.
– Leí que como otros miembros de la banda estaban distraídos con otras cosas tuviste que ponerle un esfuerzo extra.
– A decir verdad, sí. Digo, no fue un disco fácil de hacer, lograr que la gente se enfocara, estaban pasando varias cosas al interior de la banda, todos tenían algún asunto por ahí. Cuando terminamos, la verdad es que quedamos muy cansados. Creo que Matt dijo que no quería volver a producir un disco (ríe), quedó agotadísimo. No fue un álbum fácil de hacer.
Ojalá nadie haya comprado casas
Ni siquiera había finalizado el proceso de grabación de “Angel Dust” cuando Bob Biggs, el presidente de Slash Records, y el mánager de la banda Warren Entner, ya miraban con desilusión que la gallina no pondría más huevos de oro, sino más bien daría a luz un extraño engendro que se alejaba bastante de la fórmula que tenían en mente. Según constata Adrian Harte en la biografía Small Victories: The True Story of Faith no More (2018), Biggs intentó persuadir de diversos modos tanto a la banda como al productor de redireccionar el sonido del disco hacia algo que calzara con sus expectativas: una nueva versión de “The Real Thing”.
Los intentos quedaron cristalizados en una famosa frase que el exguitarrista Jim Martin –enemigo declarado de “Angel Dust” desde el día cero– traería a colación en 2012, en declaraciones a un sitio web de fans. «El presidente del sello llegó al estudio y dijo: “ojalá que nadie haya comprado casas”. El aire se esfumó de la habitación. Ese fue uno de los grandes momentos en que la realidad te golpea en la cara. Algunos de mis colegas ya habían comprado casas». Las versiones sobre la historia son diversas y, de hecho, Gould la recuerda sin el dramatismo que le dio el antiguo guitarrista. «Sí dijo eso, pero a modo de chiste, todos nos reímos cuando lo dijo porque sabíamos que esto era un poco diferente, pero lo hicimos igual y nunca ninguno de nosotros dijo algo como que “no debimos hacer este disco”. Nunca dijimos algo así como “estamos cometiendo un error”. Todos nos sentíamos muy bien con el disco», advierte el bajista.
– Me gustaría que me ayudaras a entender por qué se dice que este álbum tuvo una recepción difícil y que fue un “suicidio comercial”.
– Bueno, tuvo bastante que ver con el hecho de que, a ver, “Angel Dust” fue el álbum que salió más o menos cuando fuimos a Viña del Mar, ¿cierto? ¿Ya había salido?
– No todavía, fue el año siguiente.
– Ya, entiendo. Tal vez en Chile “Angel Dust” no fue como este “bigger departure”, porque creo que cuando fuimos para allá con “The Real Thing” ya había varias bandas que sonaban como nosotros, entonces había muchas expectativas. En Estados Unidos estábamos en un sello grande y bueno, habíamos sacado un par de discos antes de éste y ellos tenían ciertas expectativas respecto de cómo debíamos sonar, y “Angel Dust” era salirse de esas expectativas. No sé si eso pasó allá en Chile, pero en realidad el gran lugar donde este asunto de las percepciones cambió fue en Estados Unidos, diría que ni siquiera ocurrió mucho en Europa, y definitivamente no ocurrió en Sudamérica.
– Entiendo, concuerdo plenamente con el hecho de que esa disonancia ocurrió en Estados Unidos y no afuera.
– Mira, cuando hablan de nosotros en Estados Unidos, se refieren a nosotros como los “one hit wonder”, como los que tuvieron un hit con ‘Epic’. Así nos perciben acá.
– ¿Y eso sigue pasando hasta hoy?
– Sí, absolutamente. Y aquí es donde vivimos.
– Pero, ¿dirías que compusieron esa música estando conscientes de esa impopularidad? Porque su música tiene elementos bien innovadores, pero sigue siendo “oreja”.
– No, en realidad no. La verdad, nos esforzamos por no ser aburridos. Era una época muy estimulante. Digo, andábamos girando por el mundo, estábamos haciendo cosas entretenidas, aprendiendo idiomas, sobre comida, sobre otras culturas, historia, y la música era parte de ese clima estimulante. Simplemente nos fuimos en la dirección que nos mantuviera entusiasmados. Cuando nos describen como un poco a la defensiva sobre este asunto, estábamos recibiendo estas reacciones de la gente que nos decía «ah, esto es totalmente diferente», y alguien usó la expresión «suicidio comercial», y cuando escuchamos eso, nos pusimos un poco a la defensiva.
Pese a la narrativa construida en torno a la idea de “suicidio comercial”, el disco cosechó buenas críticas en la prensa y llegó al top 10 de ventas en países como Alemania, Australia, Reino Unido y Noruega. Sin embargo, en Estados Unidos vendió solo 500 mil copias durante sus primeros tres meses, lo que no alcanzaba para cubrir las altísimas expectativas del sello, en tiempos en que la industria discográfica aún gozaba de una salud suficiente para esperar ventas millonarias.
Ven y retuérceme el pescuezo
Pese a que el humor y la ironía se mantienen intactos, en “Angel Dust” hay un ánimo general especialmente oscuro, con la mayoría de las canciones jugando bastante al límite y presentando universos más bien retorcidos y poco amigables. Hay algunas con títulos bastante auto explicativos –como ‘Malpractice’ y ‘Midlife crisis’–, y otras que esconden recovecos que las hacen aún más interesantes. Así, mientras ‘Caffeine’ fue escrita por Mike Patton en un estado de total deprivación de sueño por cuatro días, en ‘Land of sunshine’ el vocalista optó por hacer un collage con una serie de frases de galletas de la fortuna junto con algunas preguntas del test de personalidad utilizado por las iglesias de la cienciología.
Así, Patton por primera vez se involucró en el proceso compositivo del álbum, y si bien al principio no se conectó demasiado, terminó aportando en seis de las canciones. Su primera contribución 100% propia –la brutal ‘Malpractice’–, la hizo usando como base un demo de batería que Bordin grabó usando el bendito DAT mientras andaban de gira, el cual incluso puede escucharse al principio de la canción. Se trata de una canción extraña, que escapa al formato clásico de canción, como señalaría por esos años el vocalista a MTV. «No tengo idea cómo hacer una canción que tenga la forma de ABAB, 1-2-3-4, por eso suena como una especie de colección de sonidos. No va a sonar como una canción de Faith No More en ningún sentido, lo que creo que es algo bueno». El mismo Patton, asimismo, jugó un rol en la producción de ‘Crackhitler’, insistiendo en el uso de distorsión en la voz con la férrea oposición de Wallace, quien no podía entender que le dieran ese uso a sus micrófonos de 20 mil dólares, comprados justamente para evitar que ese tipo de cosas ocurrieran de forma involuntaria.
– Este fue el primer disco en el que Patton estuvo más involucrado en el proceso creativo. ¿Cómo fue eso para ti?
– Fue realmente bueno. Él venía de fuera de nuestro círculo, quiero decir, con Roddy nos conocemos desde los 10 años y con Bordin en ese tiempo ya nos conocíamos hace como 10 años. Entonces él era el nuevo y trajo una nueva sensibilidad musical. Eso fue genial, nos agregó algo distinto, ¿me entiendes? Y al mismo tiempo fue contradictorio, porque venía de un lugar diferente, así que me… ¿sorprendió?, y también me gustó. No sé si me entiendes…
– ¿Cuál fue tu primera impresión cuando escuchaste ‘Malpractice’?
– Al principio fue como «¿por qué estás haciendo esto?»… no la entendí (ríe). Esa fue mi primera impresión. Pero al final me tomó unos 15 minutos, la escuché de nuevo y me empezó a gustar, y ya media hora después me la compré entera, terminó encajando muy bien.
– En ‘Midlife crisis’ tocas una sola nota en toda la canción. No sé si eso es gracioso o brillante. O ambas.
– (Ríe) Mira, yo vi eso como hacer algo que iba a funcionar, pero que no deberías hacer, decidí hacerlo igual porque podía hacer que funcionara. Recuerdo que estábamos ensayando y Matt llegó porque quería escuchar esta canción nueva en la que estábamos trabajando, y él se quedó mirándome mientras la tocábamos, muerto de la risa como «puta este hueón –ríe–, toca otra nota». Y yo, «no, así no va a funcionar». Y me decía, «¿por qué tenías que hacer eso?», y me mantuve firme, simplemente creía que eso era lo que la canción necesitaba y no más que eso, en el bajo digo. Así que nada, me encanta y a Matt también, la verdad.
– Eso va en el espíritu de lo que decías antes: esto no es sobre la gente ni sobre la habilidad, es sobre la música.
– ¡Absolutamente!
Como era usual, prácticamente ninguna canción de “Angel Dust” fue compuesta desde la guitarra, dado que el núcleo creativo siempre estuvo compuesto por Billy Gould (bajo), Roddy Bottum (teclado y sampler) y Mike Bordin (batería). El guitarrista siempre jugó un rol secundario en la banda, y en este disco esa situación no solo no cambió, sino que agudizó las contradicciones hasta el punto de que Jim Martin terminaría abandonando el grupo una vez finalizada la gira de promoción. Jim suele ser indicado como el más conservador del grupo, por lo que el hecho de que haya sido el responsable de una de las canciones más emblemáticas y difíciles de digerir del disco llama especialmente la atención.
– ¿Te sorprendiste cuando Jim trajo ‘Jizzlobber’?
– Esa siempre me gustó, es una de las mejores canciones del disco. Él no estaba muy entusiasmado con muchas cosas del disco, pero en esa canción puso mucho de él, y lo hizo de gran forma.
– No suelen tocar ‘Smaller and smaller’ en sus conciertos. ¿Por qué no les gusta esa canción?
– No mucho. Es larga y lenta. Nos da miedo de que se aburran mientras la tocamos (ríe). El problema es que nuestra música es super física y cuando tocamos en vivo, no nos gusta que la energía baje demasiado, porque después cuesta mucho volver. Y ‘Smaller and smaller’ realmente es como… creo que una vez lo intentamos en un ensayo y fue una tortura.
– Deberían intentarlo un día en Chile.
– Tal vez lo hagamos un día (ríe).
– ¿Cómo fue la recepción de una canción como ‘Be aggressive’, considerando que la cultura rock más mainstream no era precisamente abierta a la diversidad de género en esos años?
– (Ríe) ¿Sabes qué? Simplemente lo hicimos y no miramos atrás, no lo cuestionamos. Cuando las personas se ponían a pensar sobre las cosas a las que la industria estaba acostumbrada, o a lo que la gente estaba acostumbrada, a nosotros nunca fue algo que realmente nos preocupara. Simplemente lo hicimos y dijimos «veamos qué pasa», cualquier cosa que resultara iba a estar bien para nosotros, daba lo mismo. Roddy llegó con la letra, creo que hizo un trabajo fantástico, y Mike no tuvo ningún problema con cantarla, y es simplemente lo que hacemos. Lo que sea estaba bien.
It’s not funny anymore
Uno de los karmas de Faith No More fue su dificultad para ser clasificados, deambulando permanentemente entre el metal y el hard rock mainstream, por un lado, y la cultura alternativa, por otro. Esa tensión se vivió con más fuerza que nunca durante la promoción de “Angel Dust”, en la cual mientras el sello trataba a como dé lugar de posicionarlos al lado de superventas como Metallica o Guns N’ Roses –con quienes se fueron de gira por Europa–, ellos no hicieron sino acentuar su carácter de bichos raros.
– ¿Es verdad que Axl Rose canceló varios shows en Europa solo porque las ciudades empezaban con la letra M?
Es verdad, ese era el rumor, pero todas las ciudades canceladas empezaban con M, por la razón que sea, no sé... él nunca me lo dijo.
– También supe que, para arrancarte de toda la locura de ese tour, decidiste hacer una parte solo en un auto.
Eso es cierto también, y fue fantástico. Cuando digo que era una locura, es que eran conciertos grandes, escenario grande, furgón más grande, un montón de seguridad, y gastábamos un montón de tiempo en el backstage hablando con la gente. Ese tipo de situación era medio aburrida para mí. Entonces claro, arrendar un auto y partir solo fue fantástico, permitió que andar de gira volviera a ser una aventura.
– En ese tiempo estaba la opción de sumarse a Lollapalooza en vez de irse de gira con Guns N’ Roses, pero su mánager decidió por ustedes.
– Eso fue lo que escuché, sí. Nunca me han confirmado eso, pero fue lo que escuché.
– ¿Qué sensaciones te dejó enterarte de eso? ¿Se sentían más cercanos a la escena del rock alternativo?
– En ese tiempo, sí. O sea, mira de donde veníamos: de la escena under de San Francisco. Estábamos en Slash Records, que era algo que me gustaba porque también tenían a The Germs, Misfits, The Gun Club, esa es nuestra historia. No eran estos espectáculos masivos de rock, no crecí escuchando eso, no era mi cultura. O sea, es genial que esta gente a la que le gustan estas bandas puedan encontrar algo que les guste de nosotros, eso es algo grandioso y no los juzgo porque les gusta lo que les gusta, está todo bien. Pero teniendo en cuenta de dónde veníamos y nuestra forma de ver la música, lo alternativo era más cercano a nuestra perspectiva.
– ¿Por qué no incluyeron a Chile en ese tour? ¿El vínculo que generaron con nuestro país aún no estaba desarrollado en ese tiempo?
– Cuando tocamos en Viña del Mar nuestra percepción fue «la gente nos odió» (ríe). Porque si miras los videos de esas presentaciones se ven los asientos vacíos, al final del concierto ya no quedaba nadie, se habían ido todos. Así que nadie nos invitó a tocar a Chile de nuevo. No fue hasta que volví a Chile por mi cuenta y estuve allá un par de meses y después tocamos en el Monsters of Rock en el 95, que nos dimos cuenta de que teníamos hartos fans en Chile. Pero no lo sabíamos antes, sentíamos que Viña del Mar había sido un desastre.
– ¿Venirte a Chile en ese tiempo fue tu forma de desconectarte un rato de todo lo relacionado con la banda? ¿Qué me puedes contar de esos días?
– Totalmente, fue el lugar más lejos de California que encontré. Cuando tocamos en Viña todo fue muy divertido, tanto el concierto como la experiencia entera de estar en Chile fue muy divertida y me recordaba además un poco a California. Y bueno, después de terminar de grabar “King For a Day” (1995) necesitaba un descanso, busqué el lugar más lejos al que me podía ir, así que simplemente aterricé en el aeropuerto. No tenía idea ni donde me iba a quedar. Pero me quedé un par de meses, fue increíble, una de las mejores decisiones que he tomado. Aprendí un poco de español y nada, exploré el lugar. Me quedé en el Centro un rato, en Vitacura, me hice algunos amigos, como los muchachos de Extravaganza! que los conocí en Viña, a propósito del fanzine que tenían, y de alguna forma, no me acuerdo cómo, volvimos a reconectarnos. Y nada, necesitaba descansar.
– Hablábamos que Faith No More siempre fue recibido mejor fuera de Estados Unidos, en Europa, Sudamérica y Oceanía. ¿Qué piensas de eso? ¿Por qué crees que hay una conexión más fuerte con otras culturas en vez de la estadounidense?
– A ver, nosotros somos estadounidenses, crecimos acá, así que sí tenemos una conexión con la cultura estadounidense. Este es un país muy grande y acá hay unas ciudades increíbles. Pero cuando miras el cuadro completo, hay algo sobre la música. La música estadounidense para mí es como los autos estadounidenses. Entonces, tal vez hay una sensibilidad que es menos interesante para mí, tal vez porque crecí acá, entonces cuando miro para afuera siempre hay como una especie de inspiración, porque siempre hay algo nuevo que aprender. Lo que me hace muy feliz es que en muchas partes fuera de Estados Unidos conectan con nosotros, entonces eso quiere decir que no somos solo nosotros conectando con la gente de afuera, sino que es la gente de afuera la que también conecta con nosotros. La verdad es que no me importa si es que nos va mejor en Europa o en Estados Unidos, mientras haya una conexión está bien, y no me hago muchas preguntas al respecto, simplemente lo aprecio y estoy agradecido por eso.
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