Portugal: El planeta es una nave

Sábado 21 de octubre, 2017
Matucana 100
Sorpresa: hay copias en CD de "Los antiguos astronautas" repartidas en la sala debajo de algunas butacas. Es un detalle entre los muchos que condimentan el lanzamiento del tercer disco de Portugal, cuya edición física, por cierto, viene en un empaque digno de la NASA, como si fuese un objeto sacado de un transbordador espacial. La dedicación del grupo a cada aspecto de "Los antiguos astronautas", un álbum altamente conceptual, deriva en la realización de un concierto de equivalente prolijidad en el que nada se deja al azar y la mayoría de las acciones están envueltas en simbolismo. No es para menos: la idea del álbum es tan grande que incumbe a toda la humanidad, los tripulantes de esta gigantesca nave espacial que es el planeta Tierra.
El nivel de la puesta en escena de Portugal está por sobre la media. La banda no se ha avejentado en sus diez años de vida, pero trasluce su experiencia cumpliendo con estándares que la sitúan entre las propuestas más contundentes del circuito local. Hablamos en primer lugar de un sonido prístino que siempre busca envolver y se empecina en buscar la perfección que se ve en la primera línea de la música chilena y en las visitas internacionales de mayor relevancia. El excelente tratamiento técnico realza el dramatismo del repertorio de "Los antiguos astronautas", que constituye algo así como el noventa por ciento de un show en el que todo es presente y futuro, mientras el pasado sólo se visita brevemente y como una especie de concesión por cortesía hacia el público que espera material más familiar.
En vivo, "Los antiguos astronautas" se convierte en un viaje, un recorrido, un todo que es pura melancolía, aunque expresada con un gran riqueza de recursos que mantiene sus canciones a salvo de caer en la categoría de hostigosas, que ha sido históricamente el pecado capital de otros grupos de pop y rock criollo que apuestan por subirle los decibeles a la emoción. La exacerbada sensibilidad de Portugal, en cambio, viene acompañada de una musicalidad de excepción, sin grietas interpretativas ni baches que la opaquen. Cuatro años pasaron para que la banda volviera, pero se nota que no fue tiempo perdido: el salto evolutivo es evidente y justifica a plenitud la reactivación de un proyecto que sería criminal dejar fuera de venideros festivales. Esto es de lo mejor que Chile tiene para ofrecer.
Fotos: Francisca Valenzuela Wideström
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