Ultrageno El ritual de la Raza Furia

Jueves 10 de agosto de 2017
Auditorio Lumiere Bogotá
Uno de los pilares de la escena underground en la segunda mitad de los noventa fue Ultrageno. Sus conciertos en impredecibles lugares fueron convocando rápidamente a un número mayor de adeptos, la llamada Raza Furia. Con violín y acordes compactos se expuso con crudeza la atmosfera de la ciudad con líricas llenas de código, rima, y calle. Referentes del rock local y tras dos álbumes de estudio les llegó el quiebre recién entrados los dos miles.
Con motivo de la invitación al Festival Rock al Parque, Ultrageno se reunió hace diez años. Aquella aplaudida presentación pareció sellar su destino hasta que hace algunas semanas se lanzó Lo que tengo, un nuevo single con toda la chispa que caracterizaba al conjunto. A la canción le sucedió el anunció de un concierto de reunión que pronto agotó boletería, y una fecha más se habilitó el día previo. Este es el testimonio de ese primer reencuentro, de espantar la enorme ansia de tanto tiempo.
Con una sala repleta y temperatura infernal se dio inició a la acción pasado un cuarto de las diez de la noche. La emoción fue total con la banda lanzándose con Acorde, desde su disco Código fuente. La guitarra tuvo algunos fallos en la primera parte, pero eso no impidió que la energía acumulada por los fans se hiciera notar. La audiencia en su mayoría masculina promediaba los 40 años, la cita no tardó en generar pogos y otras explosiones de efusividad apaciguadas en algún punto por el cantante Amos Piñeros, quién debió llamar a la calma con su consigna, no agresión contra los demás.
El fondo del escenario lució el clásico logo de la banda, el mismo que podía verse pintado 20 años atrás en paredes y esquinas. Pasados los minutos el sonido mejoró considerablemente mostrando en buena forma la dinámica del cuarteto que no desdibujó en ningún momento lo que se conocía de sus afiladas actuaciones. Almuerzo ejecutivo, Instante de luz, Rito y Pálpito, adornada por el rojo de la pantalla posterior, fueron celebradas por lo alto. La nueva Lo que tengo también tuvo lugar en el set.
Como un flashback de los 90, aquellos días de irrupciones en recónditos escenarios, ver esta noche a Ultrageno batirse en la sala Lumiere con poco oxigeno y techo bajo fue quizá lo mismo. La base rítmica con el bajista Santiago Paredes sonó sin fisuras, el violín guió varias de las melodías, los acordes de Andrés Barragán tuvieron el peso necesario y Amos Piñeros tiró sus credenciales como el extraordinario frontman que es. El público cómplice y protagonista, nunca bajó los brazos ni la emoción en un extenso repertorio que abarcó dos sudorosas horas.
El show culminó con las palmas en alto de la mayoría de los presentes incluyendo al baterista Juan Camilo Osorio quién se puso de pie. El tema Divino Niño trajo consigo nostalgia junto a la enorme potencia por la que Ultrageno se metió en el corazón de una generación. Pasada la medianoche con muchas sonrisas y encuentro de viejos amigos, la Raza Furia tuvo su ritual.
Renata Rincón
Fotografías: Khristian Forero
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