Festival En Órbita: El valor del culto
Sábado 16 de diciembre de 2017, Planetario de Santiago
Uno: Un grupo de personas comienza unos desordenados bailes mientras en el escenario se presenta Parquet Courts. Los estadounidenses, con su propuesta que mezcla el punk, el indie y el shoegaze, generan cierta euforia entre varios de los que llegaron a verlos. Dos: Unos jóvenes se abrazan y se muestran sus celulares cuando Lee Ranaldo ofrece su show acústico (ver reseña completa acá). El ex Sonic Youth pone el telón de fondo para varios que están más preocupados de cualquier cosa menos del escenario. Tres: El mítico cantante japonés de la banda Can, Damo Suzuki, se aferra al micrófono y junto a su proyecto Suzuki s Network pone una suerte de manto adormecedor, mientras algunos beben un cóctel tirados en el pasto (ver comentario completo acá). De alguna manera, estos tres momentos retratan lo que fue la segunda versión del Festival En Órbita, desarrollada este sábado en el Planetario.
Pese a que el clima dio una tregua luego de las calurosas jornadas previas, la llegada del público se hacía lenta. A eso de las 17.00, los escenarios albergaban a pocos espectadores. Los nacionales Adelaida, quienes se presentaron cerca de ese horario, fueron testigos de esto último. Sin embargo, ante un escaso público, los porteños mostraron toda su intensidad reflejada en cortes como Holograma, 1999 o Espirales. La representación local plasmada en The Ganjas, Fármacos, Niños del Cerro y Miss Garrison vivieron los espectáculos en horarios más temprano, por lo que no tuvieron gran convocatoria. Protistas tuvo mejor suerte. Los hombres de Entre los dos no sumamos uno antecedieron a Perrosky en el escenario pequeño y reunieron a un buen número de auditores cuando ya era de noche.
Antes, Parquet Courts se vestía de la nueva banda de culto del indie, con un despliegue poco prolijo de guitarras y embates de punk intelectual. La banda formada en 2010 logra encajar canciones sin ánimo de hit radial y despierta el interés general del público. Ejemplo de ello fue la pareja formada por el periodista Daniel Matamala y la actriz Blanca Lewin, quienes se vieron entusiastas de principio a fin con el conjunto. Dust, Human Performance y Dear Ramona son algunos de los golpes directos del grupo.
A las 21 horas en punto, la artista argentina Juana Molina y su trío compuesto por Diego López de Arcaute en batería y percusiones electrónicas y Odín Schwartz en bajo, guitarra, efectos y teclado, subieron al escenario para comenzar de inmediato con la adictiva Cosoco, de su elogiado álbum 2017, Halo.
Pese a que en un principio el volumen estaba un poco bajo, ya desde el tercer tema Molina logró un sonido nítido, manifestando de manera sólida esa propuesta tan única, a medio camino entre la indietrónica y un pop abstracto y ambiental. Con su ya clásica guitarra eléctrica roja, la trasandina iba generando esas secciones casi matemáticas junto a su banda, que se mezclaban con extensas secciones atmosféricas que llegaron a su máxima expresión con la interpretación de Un Día y al final, de Ay, No Se Ofendan.
Por otra parte, la peculiar voz de Molina se escuchaba cada vez más clara y fuerte, sobre todo en canciones de un pop electrónico sui generis y narcotizante, como Paraguaya, Lo decidí yo y Estalacticas. La argentina fue de menos a más en cuanto a performance y sonido, generando una verdadera sensación de trance hipnótico, en la que fue, sin duda, una de las actuaciones más sobresalientes del festival.
Parte importante de la convocatoria a esta edición de En Órbita Fest era por Cigarettes After Sex. Con un primer elepé homónimo -lanzado en junio de este año-, el proyecto liderado por Greg Gonzalez trazó su sinuoso camino de dream pop, ambient y dejos de shoegaze -una elección poco común cuando hablamos de proyectos nacidos en El Paso, Texas-, con una producción cuidadosa y una voz marcada por la abulia y el dolor, el ingrediente principal del éxito de este cuarteto. Sunsetz, K. y Nothings Gonna Hurt You fueron parte de un set que pretende ser oscuro, tanto por el tenor de las canciones como por la vestimenta de los músicos la iluminación del escenario. La magia pudo ser completa, pero al estar en un recinto al aire libre, se perdió misterio, pero se ganó en emotividad.
Uno de los últimos shows estuvo en manos de Stone Giant, conjunto que entre sus filas cuenta con el baterista chileno Pepe Hidalgo. La banda ofreció una de las presentaciones más potentes de toda la jornada, apelando a Led Zeppelin, Jimmi Hendrix y Black Sabbath. Sebastián Fernández, cantante y guitarrista de nacionalidad argentina, impregna toda la escuela clásica del rocanrol evidenciada en canciones como Wizard, The Groove y Evil Son.
Tal como Fauna Primavera, espacios como En Órbita se encumbra a ser hoy el cobijo del indie y de las ofertas consideradas de culto. Puede que la masividad no sea la compañera indiscutida en estos casos, pero esa bandera alguien tiene que cargarla.
Juan Pablo Andrews
Jean Parraguez
Héctor Aravena
Fotos: Juan Pablo Maralla
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