The Flying Eyes: Debut y despedida

Jueves 8 de febrero, 2018
Bar Loreto
En esta época globalizada e hiperconectada, el pasado está disponible a un click de distancia. Es muy fácil escuchar todo lo que se ha grabado, lo que hace complicado centrarse en estilos musicales concretos. Aún más difícil es formarse una identidad sonora, algo de lo que carecen las bandas formadas durante las últimas décadas. No es posible dar una respuesta imaginativa luego de tantos buenos estímulos. Pasa, por ejemplo, con la camada stoner de los 2000, como se pudo ver en el debut en suelo patrio de los estadounidenses The Flying Eyes. En sus diez años de trayectoria, los de Baltimore crearon un sonido entre el blues rock y la sicodelia de los 70, con claras referencias a Blue Cheer, Cream, Jimi Hendrix y The Animals, entre otros.
La percepción también permea con los grupos locales, como los emergentes Jesusto, encargados de iniciar la velada. El power dúo comenzó con unos acordes pesados de doom, que de pronto se fueron transmutando en ritmos más gancheros. Su estilo se refugia en los riffs de alto octanaje clásicos del stoner tipo Kyuss o Fu Manchu, bandas que crearon todo ese imaginario sonoro. De hecho, los nacionales cerraron su presentación con un cover de Green Machine, donde fueron acompañados por un invitado en guitarra y otro en voz, que ya en la canción anterior había realizado unos gritos guturales reverberados, usando su garganta como un instrumento más.
Ya a medianoche, se abría la cortina del céntrico Bar Loreto para que The Flying Eyes comenzara con su show. No era sólo era su primer concierto en Chile, también el último, ya que la banda se encuentra en una larga gira de despedida. La poderosa Dont point your God at me y la sensual Nowhere to run iniciaron los fuegos, poniendo en evidencia desde los primeros minutos su sonido vintage amparado en la vieja escuela del rock. Su vocalista, Will Kelly también guitarrista- recuerda inmediatamente el inolvidable color de voz de Jim Morrison, brindando aquella aura cósmica propia de The Doors.
Desde la tercera canción, comenzaron a repasar casi íntegramente su último álbum Burning of the Season. En esta parte, destacaron la pesadez de Circle of Stone y Oh Sister con sus ocho minutos de una instrumentalidad volátil. La combinación del tándem de guitarristas creadores del oscuro ambiente sabbathico- más la contundencia en la distorsión del bajo por parte de Mac Hewitt, cubrieron todo su espectro sónico, aquel que descubrieron en su adolescencia fumando hierba y escuchando discos de fines de los 60. Around the bend (con su arpegio a lo Hell Bells) y Greed cerraron el primer bis, de nuevo con Kelly usando su micrófono reverberado y trayendo consigo todo el recuerdo de Morrison. Si bien carece de toda la performance y carisma dionisiaco del desaparecido frontman, la intención y fuerza de su voz es un viaje en el tiempo, y la ideal para abrir las puertas de la percepción de la música de Flying Eyes. La clásica Under Iron Feet cerraba la cortina con su sonido denso, en la canción más stoner del setlist.
La onda expansiva lisérgica más la rusticidad del stoner rock se propagó durante todo el show de los estadounidenses. Pero la atemporalidad y el eclecticismo de su propuesta por muy ganchera que sea- dejó en claro que eso de otorgar una segunda oportunidad al pasado y tratar de definir el presente mediante descartes de épocas anteriores está en retirada, y puede haber sido el detonante de que esta banda le haya puesto fin a su carrera. Lo bueno, para los fanáticos, es que tuvieron la posibilidad de verlos y despedirlos como corresponde: entre weed, piscolas y aplausos.
César Tudela
Fotos: Juan Pablo Maralla
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