Tony MacAlpine: Máximo virtuosismo

Viernes 9 de marzo, 2018
Club Blondie
El cartel del Stgo. Prog Fest se veía promisorio y atractivo, más aún considerando que el guitarrista norteamericano Tony MacAlpine interpretaría completo su clásico y aclamado álbum Maximum Security una de las obras cumbres de su carrera, pero finalmente no fue mucho el público que se acercó al recinto y la velada quedará en los registros como una noche de culto, sólo para los seguidores más acérrimos que presenciaron un show de gran nivel.
A las 19 horas en punto, el cuarteto nacional Enigma con una trayectoria de 27 años y tres discos y tres EPs editados, salió al escenario con la presencia de alrededor de 30 personas en ese momento, pero pese a la desmotivación que esto puede causar, el grupo realizó una presentación muy profesional y con un buen sonido. Arrancaron con Los 33 tema de su último disco Irreversible mientras se mostraba el video de la canción en la pantalla de fondo. El vocalista Paulo Domic posee un buen registro que destaca en canciones como Sirvientes del Dinero, tema de estructuras Maiden con grandes figuras en el bajo de Sebastián Bello, la concisa batería de José Antonio Vásquez y la guitarra siempre dúctil y eficiente de Alvaro Paci. De su última placa también sonó La Marcha del Fuego y de su disco Laberinto interpretaron Héroes, para cerrar no sin antes dedicar sentidas palabras de agradecimiento al público que llegó temprano a verlos, con Inquisidor de su placa Voces Disidentes donde la guitarra de Paci brilló con especial énfasis. Fueron 30 minutos de sólida presentación.
Tras el cambio de equipos de rigor mientras sonaba de fondo Firepower el nuevo álbum de Judas Priest, puntualmente a las 20 horas apareció sobre el escenario Firewind liderado por el gran guitarrista griego Gus G, a quien ya habíamos visto antes en Chile en un gran show junto al madman Ozzy Osbourne. El guitarrista se encargó de demostrar el por qué con sólo 37 años, su paso por grupos como Mystic Prophecy, Arch Enemy, Dream Evil o Nightrage, siempre ha dejado huella. La banda venía a presentar su último trabajo Immortals, el primer disco grabado junto a su nuevo vocalista, el germano Henning Basse (ex Metallium), y a pesar de su potente registro medio y sus cualidades como frontman para animar a la audiencia, su voz no alcanzaba a llegar de buena forma al registro alto del cantante original, el griego Apollo Papathanasio, por ello en los temas nuevos, que están adecuados para su registro, fue donde el alemán más destacó, canciones como We Defy y Head Up High que abrieron el show o Hands of Time que sonó más adelante en el concierto. Lamentablemente, el sonidista elevó demasiado el volumen de la amplificación, impidiendo disfrutar toda la riqueza de matices que posee la banda, sobre todo en el gran tecladista Bob Katsionis que cumple un papel fundamental, no sólo tocando los solos de su instrumento, sino que también tocando guitarra en algunos temas para doblar las armonías junto a Gus G y también aportar guitarras rítmicas para engrosar el poderoso power metal de la banda, sobre todo en los temas más rápidos. El gran baterista belga Johan Nuñez fue un portento de técnico poder durante todo el set, no por nada ha sido anunciado oficialmente como el nuevo baterista de Kamelot en reemplazo del tremendo Casey Grillo, realizando una compacta base rítmica junto al bajista Petros Christodoulidis y todos en conjunto, brillaron en la instrumental The Fire And The Fury donde además el guitarrista y el tecladista se baten en un duelo de solos. Sin duda alguna, es Gus G quien captura y se roba todo el protagonismo, tocando pequeños interludios, soleando con los dientes e incluso con los fans incondicionales tarareando con sus voces los solos del griego, por ello la banda no se guardó nada y realizó un show espectacular y que puso al público de cabeza, que los premió con ovaciones y dos banderas chilenas. Pero lo mejor aún estaba por venir y con un Gus G agradeciendo al público tras el micrófono e invitando a todos a volverse locos, el grupo cerró el show con Falling To Pieces con todo el público saltando como en casi todo su show, fue entonces que el guitarrista bajó desde el escenario y tocó el solo de la canción metido entre medio del fervoroso público, en un final de antología para un gran y demoledor show de 65 minutos de duración.
A las 21.35 horas y con todo el público acercándose lo más posible al escenario, el gran Tony MacAlpine hacía su debut como artista en solitario en Chile. Luciendo bastante delgado pero de aspecto saludable después de vencer un cáncer, el show se inició con material de su trabajo más reciente Death Of Roses donde predominan las guitarras de siete cuerdas, a modo más bien de calentamiento previo a lo que todos habían venido ver y escuchar, la interpretación de Maximun Security celebrando los 30 años de un trabajo monumental e imprescindible en lo que a discos instrumentales de shredding se refiere. Con un sonido definido y preciso de volumen, fue cosa que comenzaran los primeros acordes de Autumn Lords para que todo el público cayera como en un trance hipnótico y la guitarra de MacAlpine empezara a brillar a una altura sideral con su fraseo extremadamente limpio, con un sustain y una tonalidad totalmente cálida, con su forma diferente de aplicar el vibrato y con toda la riqueza de su sentido melódico. Tras un pequeño solo, se desato toda la furia y técnica velocidad de Hundreds Of Thousands con un rapidísimo doble bombo del baterista húngaro Gergo Borlai. En esta canción y de forma sorpresiva se suma en los solos Gus G, quien subió en medio del tema, clavó su solo a la perfección y bajó de inmediato del escenario.Realmente notable.
A continuación, llega el momento de ese gran temazo lleno de sentimiento y melodía que es Tears Of Sahara una de las composiciones más reconocidas de MacAlpine y donde en la grabación original Tony comparte extensos solos con el gran George Lynch (Dokken, Lynch Mob). Acá la parte de Lynch fue reemplazada por solos del bajista norteamericano Pete Griffin, dándole un matiz diferente a la canción. Siguió el medio tiempo melódico Key To The City donde MacAlpine condesa muy bien las guitarras rítmicas y los teclados de la grabación original; sus dedos se multiplicaban para llenar todos los espacios y hacer que la canción suene con cuerpo en un formato de power trío. The Time And The Test siguió regalándole a la audiencia la velocidad del shredding de MacAlpine, pero a lo que el guitarrista le suma su sentido melódico único y particular que ha sido uno de sus grandes sellos distintivos en su carrera. Todos los solos fueron clavados y ajustados, y tocando todo el show con la misma guitarra, todo muy impresionante. Luego vino un solo de batería de la bestia siberiana el rapado, gigante y simpático baterista Gergo Borlai quien a pesar de su contundencia, nivel técnico y gran trabajo con los platillos, le falta esa pizca de feeling adicional que si tienen los grandes Atma Anur y Deen Castronovo quienes fueron los bateristas en la grabación del disco.
Tras cartón Tony y Pete regresan para otra veloz demostración de virtuosismo en The Kings Cup donde en el disco los solos son compartidos con Jeff Watson de Night Ranger, pero acá MacAlpine tocó todos los solos de manera perfecta. Sacred Wonder continuó la notable presentación con un ritmo más pausado y esas melodías de otro planeta que Tony extrae de sus cuerdas con una elegancia y refinamiento que lo pone a la misma altura de un Joe Satriani o un Steve Vai, pura belleza hecha música. No había piano ni teclado en el show de MacAlpine esta noche, asi que no pudimos ver el gran intérprete que es en ese instrumento por lo que Etude #4 Opus #10 de Frederic Chopin que forma parte del disco no fue interpretada, por lo que se continuó el show con la increíble The Vision, donde Borlai logra sacar adelante la tarea sobre todo en los complejos platillos que grabó Atma Anur. La versión original incluye veloces e increíbles solos de George Lynch en duelo con MacAlpine, pero Tony los tocó todos con esa maestría que sólo los grandes poseen. Tras una intro donde Tony deleitó a la audiencia con su tremendo tapping, llegó Dreamstate quizás uno de los temas más complejos por sus enrevesadas escalas rítmicas, pero en las manos y dedos de Tony todo se ve y se escucha con una fluidez, y naturalidad como si lo que estuviera tocando fuera lo más sencillo del mundo. Porcelain Doll que es un tema basado en un movimiento de una obra de Chopin llamada Sonata #3 Opus #58, no fue interpretada porque sin el teclado de apoyo quizás hubiera sonado muy desnuda o porque quizás es una pieza muy lenta como para cerrar un show, por lo cual Tony optó por terminar con algo de su material reciente, aunque la audiencia estaba esperando ansiosa aunque sea una canción de esa otra obra maestra de disco que se llama Edge Of Insanity de 1986, el gran debut del guitarrista. Como sea, y tras 70 minutos de show, Tony se mostró siempre muy simpático, humilde y agradecido con la audiencia, para cerrar una gran velada que sin duda merecía un mayor marco de público. Una noche de culto que muchos se perdieron peros los que fueron, la tendrán ahí atesorada entre sus recuerdos más exclusivos y queridos.
Cristián Pavez
Fotos: Juan Pablo Maralla
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