Silvio Paredes: El vuelo del cuervo

Viernes 4 de mayo de 2018. Centro Cultural Matucana 100 (M100)
De pronto, para los que estábamos en el espacio itinerante dispuesto en la explanada de M100, el frío conjugado a los sonidos de vanguardia de la nueva propuesta de Silvio Paredes nos transportó 30 años al pasado. El ex bajista de Electrodomésticos presentaba en vivo su nuevo disco, The Diary of a Raven, y tenía como baterista a Sebastián Tan Levine (Pinochet Boys, Supersordo), amigos desde los difíciles y oscuros años 80, que siendo jóvenes formaron Primeros Auxilios, en las antípodas de los grupos que comenzaron a hacer new wave experimental en el país. Y ahí, a cuadras de donde se fogueó la contracultura underground en tiempos dictatoriales, en el mítico Garage Internacional, Paredes nos hacía volver al presente en base a su música cargada de beats y bytes.
Tocado íntegramente, The Diary of a Raven en vivo adquiere otros matices que cuando se escucha con audífonos. No hay duda que su propuesta tiene como médula la música electrónica, con programaciones, samplers y secuencias que estuvieron a cargo de Daniel Nieto. Sin embargo, en la performance en directo esta música digital toma cuerpo y se vuelve más orgánica. Con sangre. Las gruesas líneas de bajo de Paredes adquieren más protagonismo y se transforman en las guías de los sonidos sintetizados. Y en el pulso constante y vibrante de todas las canciones. Por supuesto, también dialoga con la batería de Tan Levine, rica en platillos y una doble caja, golpeándolas con fiereza, como si hubiese una intención profunda y establecida de humanizar los sonidos binarios. Sobre el escenario también se ubica Marco Martínez, que no está a cargo de ningún instrumento pero sí es parte importante de su puesta en escena, encargado de las visuales que se van creando en vivo y en sincronía con la música.
Paredes se mostró cómodo, amigable y de buen humor. Disfrutó cada canción y era quien las terminaba con solo mirar a sus músicos. Al final, tocó dos canciones de su trabajo anterior y una improvisación con su chapman stick, demostrando su talento en aquel poco común instrumento. Si hace días atrás podíamos ver cómo su amigo Carlos Cabezas, con las mismas inquietudes pero volcadas a la canción pop, mostraba Ex la humanidad en el Teatro Municipal junto a Electrodomésticos, él volvió al barrio, se puso en contacto con un viejo conocido, y en un entorno mucho más íntimo mostraba su visión de la electrónica, con la libertad absoluta para reinterpretar a su antojo sus cánones si es que los tiene , sólo siguiendo la intuición y el concepto de ponerse en las pupilas de un cuervo. Las alas para volar, de alguna forma, las tiene hace décadas.
César Tudela
Fotos: Juan Pablo Maralla
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