Metal Singers: dos victorias, una decepción
Jueves 6 de diciembre - Club Rock & Guitarras
Santiago - Chile
Hace algún tiempo, en una charla de emprendedores, Bruce Dickinson declaró que la fórmula para el éxito de Iron Maiden era entregarse por completo a los fanáticos, sorprenderlos, hacerles vivir una experiencia que realmente sea inolvidable y vaya que tiene razón. Si hay cosas importantes en la música, una de esas es el respeto por el público, trabajar profesionalmente, sacarse la mugre en el escenario para entregar un show de calidad, donde los seguidores sientan que cada peso vale mucho más de lo que se pagó por el ticket de entrada. De hecho, la gran mayoría de los músicos lo entiende así, pero hay otros que lamentablemente no lo sienten de esa manera.
Metal Singers es una iniciativa que -liderada por Udo Dirkschneider- ha congregado a varios de los mejores vocalistas de la historia del género. Esta vez, los convocados fueron Doogie White (Rainbow, Yngwie Malmsteen, Tank, Michael Schenker), André Matos (Angra, Viper, Shaman) y, por supuesto, el otrora vocalista de Accept; verdaderas leyendas que prometían una jornada de grandes éxitos y recuerdos de épocas gloriosas.
20:30 horas y un caluroso Rock & Guitarras esperaba prácticamente lleno el inicio del show. Los minutos pasaban, pero nada sucedía en el escenario. Los asistentes eran variados, pero casi todos superaban los 30 años, demostrando el carácter nostálgico de lo que se viviría esa noche. Fue así como, tras algunos instantes, los técnicos pusieron el atril y teclado para indicarnos que el encargado de abrir la jornada sería André Matos, un cambio de última hora, pues Doogie White iba a hacerlo en un principio. Los músicos de apoyo ingresaron entre tibios aplausos, mientras que el ex Angra entró como todo un rockstar, saludando e incluso abrazando a los fanáticos de las primeras filas. Los aplausos se transformaron en ovación, cuando los brasileños comenzaron con la ejecución de nada menos que Wings Of Reality del recordado último álbum de Matos con Angra, Fireworks. Sin embargo, con las primeras notas vino la inmediata sorpresa para todos, el sonido era derechamente un fiasco. La banda de soporte tuvo serios problemas con la ejecución, los niveles de audio eran deplorables, el micrófono de Matos apenas sonaba y -lo peor de todo- la interpretación del vocalista era ridículamente cualquier cosa. Los asistentes estaban decepcionados. Lo que estaba sucediendo en el escenario era un verdadero caos, músicos parecían no saberse las canciones y André entregaba un espectáculo deplorable. Estuvo desafinado prácticamente todo el show, se le caía el micrófono, erraba a las notas en su teclado e incluso prefería ir a tomar cerveza a un costado del escenario en vez de ejecutar sus partes en temas como Lisbon, Nothing To Say o Carry On, con las que finalizó un setlist mezquino, falto de profesionalismo y realmente para el olvido. Los abucheos sonaron fuerte, mientras otros esperanzados fanáticos coreaban las canciones dando apoyo al vocalista; sin embargo, la respuesta de Matos fue cada vez peor, tropezando en el escenario, lanzándose desesperadamente sobre la gente y destrozando cualquier tipo de respeto que se tenía por este músico que hace más de 20 años sorprendió al mundo con su calidad, algo diametralmente distinto a lo que se vivió esa noche.
En medio de la pausa tras el espectáculo de André Matos, los fanáticos se preguntaban si lo venidero continuaría siendo tan penoso. No obstante, apenas Doogie White pisó el escenario, las cosas cambiaron ostensiblemente. La banda de apoyo, los equipos, el sonidista, el local todo era exactamente lo mismo, pero la calidad del show fue increíblemente otra. Iniciando con Judgement Day, el ex Tank desechó la idea de que los problemas venían de parte de la producción, haciendo vibrar por fin a los fanáticos que ya pensaban que la noche sería para el olvido. Muy por el contrario, de aquí en adelante todo fue en alza, con un Doogie cantando notablemente y músicos que se vieron mucho más afiatados, seguros y disfrutando el show tanto como lo hacían los seguidores que corearon casi todas las canciones del ex Rainbow de la época del Stranger In Us All.
Tras el sólido set de White que finalizó con The Temple Of The King, vino el turno del plato fuerte de la noche. Udo Dirkschneider volvía a presentarse en Chile en un ya acostumbrado show que mantiene la calidad de siempre, con esa voz tan característica que trajo a la memoria la época clásica de Accept. La gente no dejó de corear las canciones, que comenzaron con la magistral Metal Heart y remataron con la infaltable Balls To The Wall; un setlist de once temas de su ex banda, donde también destacaron Living For Tonite, Restless and Wild, Princess of the Dawn y la rápida Fast As A Shark, donde se formó un buen mosh que siguió con Im a Rebel.
Dirkschneider hizo que la noche realmente valiera la pena. Un vocalista que mantiene esa impronta sobre escenario y una voz que, pese a que se ha ido gastando con el tiempo, aún mantiene la fuerza y característico color que lo hizo famoso en todo el mundo. Tanto Udo, como White, fueron profesionales en sus presentaciones, no así Matos, quien confirmó el por qué Angra no lo quiere de vuelta. Es de esperar que Metal Singers vuelva a Chile pronto, mejorando la convocatoria de vocalistas y demostrando que aún hay cuerda para rato. Entonces, ¿cómo podríamos resumir la jornada? Fácil, 2 victorias y 1 decepción.
Rodrigo Bravo Bustos
Fotos: Sergio Mella
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