Roger Waters - Un regreso más que necesario

Miércoles 21 de noviembre de 2018
Estadio El Campín - Bogotá
Us + Them es el nombre del tour mundial que ha puesto a rodar al veterano integrante de Pink Floyd por el globo. Su consigna no es otra que no ceder en tiempos de políticos venenosos, reclamar libertad en la información, no sucumbir a las redes sociales y ante todo, resistir. Su paso por el máximo escenario de los bogotanos esta noche no será olvidado.
Waters venía con una magnífica banda soporte, los músicos ideales para rescatar temas esenciales del catálogo de Pink Floyd junto a material más reciente, como es el caso de su último disco en solitario Is the Life We Really Want?. Son composiciones con el carácter suficiente para mantener la vitalidad cuatro décadas después de haber sido escritas. Por ello los dardos políticos que lanzó el británico a personajes como el presidente estadounidense Donald Trump cazaron perfectamente.
La acción partió sobre las 8:30 p.m. No hubo ningún telonero, y creo que ante el peso de Waters pocos se atreverían a sugerir un artista nacional de soporte. Su impresionante pantalla desplegada sobre el gramado robó nuestra atención por más de dos horas. La partida fue con la imagen de una mujer sentada en la playa metiendo en ambiente a las 30 mil personas que aproximadamente se reportaron para ver semejante espectáculo.
La cálida imagen se quebró para dar paso a los latidos de Speak to me y arrojarse con Breath, pieza clave de Pink Floyd que inmediatamente desató la histeria colectiva. Sin más el show te va tomando por sorpresa, con unas impresionantes imágenes que van ilustrando el sólido repertorio que atesora el músico de 75 años de edad. Con suma gracia vino la interpretación de One of These Days, seguido por los innumerables relojes que se vieron detrás de los músicos al momento de Time, una de las más celebradas.
Con las emociones a pico disfrutamos de The Great Gig in the Sky con un exquisito tratamiento vocal complementado por la labor de las coristas. A continuación el ex Pink Floyd arremetió contra la industria musical actual por su falta de arrojo y banalidad, escuchamos entonces la visceral Welcome to the Machine.
Demostrando su actualidad el músico disparó tres temas desde su más reciente esfuerzo solista: Dejà Vu, The Last Refugee y Picture That, todas ellas con una ácida crítica al panorama político y económico, canciones dotadas de gran belleza pero también reflejando una sociedad siniestra.
La claridad retornó con el soberbio clásico Wish You Were Here con el que se rindió un homenaje al desaparecido Syd Barrett, miembro fundador de Pink Floyd. El show volvió a ser explosivo con los acordes de The Happiest Days of Our Lives y Another Brick in the Wall partes 2 y 3. Las potentes luces, las imágenes que figuraban, la calidad del sonido a través de un sistema que rodeaba el estadio muchas emociones en el que creo fue el clímax de la velada.
Tuvimos unos receso de 20 minutos, tiempo en el que algunos pudieron relajarse tomándose una cerveza o comiendo algo. Las arengas en contra de un eterno presidente que infortunadamente tenemos que soportar en este país se escucharon, fuerte y duro. No era para menos, el concierto no baja en menciones a los lideres que traicionan a sus pueblos para llenar sus bolsillos. Una pandemia en Colombia.
Las imágenes del hombre naranja que lidera los Estados Unidos aparecieron. Se le comparó con un codicioso cerdo, luego esta criatura voló por encima de nuestras cabezas mientras se interpretaba Pigs (Three Different Ones). Waters también reclamó por el derecho a la educación. Un mensaje en el que se podía leer necesitamos más educación sirvió para mostrar su apoyo a los jóvenes que pelean por ese derecho en nuestro país. Las arengas contra el eterno presidente se volvieron a escuchar.
El colofón vino con los temas de Pink Floyd, Us and Them, Brain Damage, Eclipse y una sentida versión de Comfortably Numb. Para entonces la gran mayoría habíamos alcanzado el éxtasis. Waters hizo su despedida en uno de esos shows que no te quieres perder echarle un vistazo hasta el final, porque se sabe que es algo extraordinario... se siente uno parte de ello.
Pasaron 11 años desde la primera visita del británico. Fue un espectáculo que pavimentó la ruta para otros tantos de vasta producción escénica que hemos podido disfrutar en el país. En ese lapso el canoso bajista ha mantenido su vitalidad, con un performance soberbio en el que cada detalle cuenta. Rendición a la leyenda.
Pablo Padilla W.
Fotografías: Khristian Forero
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