Knotfest Colombia 2018 - ¡Un día de aquellos!

Viernes 26 de octubre de 2018
Hipódromo de los Andes - Bogotá
Mucho prometía el debut en nuestro país del Knotfest, el circo ambulante que Slipknot puso a rodar por Estados Unidos, México e incluso el Japón desde hace unos años. La fiesta metalera que supone un duro retador para el Festival del Diablo, contó muy curiosamente con un cartel conformado por nombres de corte clásico. Hablar de Judas Priest, Helloween o Kreator es remitirse a verdaderos puntales del heavy, power y thrash metal. Por otra parte se hizo ausente del cartel Slipknot; los dueños del aviso no vinieron a este estreno y sin embargo supieron colocar muy bien su logo en lo alto del escenario principal.
El Hipódromo de los Andes, abandonado centro de competencias equinas al norte de la ciudad sirvió en el pasado para albergar shows como los de Metallica y Slipknot en solitario. El lugar fue ideal para efectuar este festival, reuniendo al final de la noche a no menos de quince mil personas aproximadamente. Realmente impresionante.
Dos escenarios se dispuso, además de una pequeña zona de descanso, y una carpa circense que sirvió para tener una muestra del conjunto enmascarado. De cualquier forma Slipknot hizo saber que esta fiesta está armada por su managment, y por consiguiente no cuesta pensar en ellos como cabeza de cartel en la que damos por segura edición 2019.
El denominado Maggot Stage contó con una pequeña tarima por donde desde las dos y media desfilaron bandas nacionales como High Rate Extinction, Pitbull, Cuentos de los Hermanos Grind, Under Threat además de los shows ofrecidos por los norteamericanos Revocation, Goatwhore y Iron Reagan. Aunque hubiesen horarios cruzados con respecto a la tarima grande, tuvimos el espacio para ver el siempre efectivo hardcore de Pitbull, referente del estilo en la capital. Por su parte Under Threat no estuvieron solos cuando ya entrada la noche tuvieron sus minutos en escena. Este grupo demostró su alto nivel, el cual los ha tenido muy activos por años en el circuito.
La cuota gringa con Revocation, Iron Reagan y Goatwhore tampoco desmereció, son formaciones dotadas de técnica, conocedoras de sus influencias y capaces de traer poner cosas muy interesantes sobre la mesa, no obstante en lo personal hubiera preferido algún conjunto con una mayor trayectoria como la presente en el Knot Stage en esta tarima, posiblemente con el tiempo crezca lo suficiente dividiendo la atención entre dos puntos. El ejercicio funcionó aunque la diferencia entre ambas tarimas tuvo grandes diferencias de tamaño y convocatoria de espectadores.
Masacre son los máximos representantes del metal extremo colombiano. Por consiguiente, y ajustando 30 años de carrera los liderados por Alex Trapeator Okendo entregaron un set demoledor, en el que se vieron ampliamente respaldados por los espectadores que en gran número ocupaban la explanada de pasto a esa hora de la tarde. Sin cesar, Masacre fue mostrando a pulso que su sonido está a la altura de este tipo exigencias.
Entrando la noche apareció Arch Enemy. El combo escandinavo se presentó con la hermosa cantante Alissa White-Gluz ataviada en cuero al frente, muy bien escoltada por los guitarristas Michael Amott y Jeff Loomis, unos genios en lo que a melodías concierne. La hora que la banda estuvo arriba del escenario la aprovecharon muy bien, con varios temas por los que son reconocidos como My Apocalypse, We Will Rise o Nemesis. La vocalista ostenta una demoniaca gutural a la par que sus movimientos en escena son bastante cuidados. El soporte instrumental es una maquinaria.
Kreator brindó en esta oportunidad uno de los mejores shows en Bogotá de los que hayamos tenido en la memoria. Acompañados en los artes y algunas canciones de su más reciente trabajo discográfico, el muy bien calificado Gods of Violence, el conjunto de Mille Petrozza azotó de la primera fila hasta el último de los espectadores. Piezas como Flag of Hate con el cantante alzando la bandera se encontraron con nuevos clásicos como Fallen Brother, de su cosecha más reciente. El sonido en este escenario fue impecable así que además de los fuegos pirotécnicos al final poco más que anotar sobre el paso de estos gigantes del metal alemán.
La gira con los tres vocalistas históricos de Helloween les ha dado para ir y volver por todo el mundo. Hace justamente un año visitaron nuestro país como parte del renombrado tour Pumpkins United y ahora una audiencia mucho mayor pudo contemplarles nuevamente en Colombia. No hay duda del carisma que tienen estos músicos y lo profundo que está en el corazón de los amantes del heavy metal mucho del material interpretado que abarca unas tres décadas. La Calabaza desplegó su magia con una pasión a toda prueba.
Los cabezas de cartel no defraudaron. Judas Priest es sinónimo de metal, mucho más allá de una estética o un par de temas, esta agrupación británica se ha establecido como un ícono del género con la máxima vigencia. Prueba de ello lo es que Firepower, su trabajo número 18 publicado hace unos meses sea considerado uno de los mejores discos del año por varios críticos. El grupo que comanda Rob Halford sonó vigoroso, afilado en los solos de guitarra y con una base rítmica a toda prueba: el bajista Ian Hill y el baterista Scott Travis son otros dos veteranos en la banda.
Es una pena que Judas Priest ya no cuente con los servicios de sus tradicionales guitarristas, la dupla de Glenn Tipton y K.K. Downing, el primero por enfermedad y el segundo por desavenencias internas. De cualquier manera Richie Faulkner quien cuenta con siete años en la banda y ha grabado dos discos, más el recientemente llegado Andy Sneap (productor de larga trayectoria en el metal), hacen una destacada labor. Por supuesto con todo el look propio de Judas pero finalmente calzando unas botas muy difíciles de llenar.
El repertorio tuvo varias piezas del nuevo disco pero a medida que el show avanzó se llenó de reclamados clásicos, como lo fue The Ripper, Turbo Lover, Freewheel Burning o Painkiller entre otras. Halford habló poco entre temas más su presencia es arrolladora, es el Metal God, haciendo gala de su voz que mantiene un buen estado e incluso de su número a bordo de una de Harley Davidson.
Los miles de espectadores salieron con una sonrisa en la fría madrugada acompañados por una enorme luna. Fue una jornada de puro metal en sus distintas corrientes. Se probó que Colombia no solo está lista para festivales de estilos electrónicos, indie o los tradicionales como Rock al Parque. Ya era hora de tener un evento dedicado a los géneros pesados con la calidad de sonido y condiciones logísticas que los fanáticos demandan.
Esperemos poder contar un segundo capítulo del Knotfest en esta parte de Suramérica en el 2019. Las más altas expectativas.
Alejandro Bonilla Carvajal
Fotografías: Khristian Forero
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