Festival Grita Rock - Las veces que sea
Sábado 13 y domingo 14 de octubre de 2018
Expoferias - Manizales
Desde hace casi una década nos gusta alejarnos de la capital para disfrutar del verde que se respira en la capital del departamento de Caldas. Su festival, el Grita Rock, ajustó trece ediciones manteniendo el saldo positivo por el que es reconocido. La tarima situada en Expoferias sirvió nuevamente para brindar la variedad musical con la que cuenta la ciudad, además de algunos artistas nacionales y por supuesto, los números internacionales que convocan a un grueso del público.
Quisiera destacar el trabajo de la organización, tanto en el manejo de los horarios, en el remarcable sonido aunque siempre hay detalles como en todo gran evento y por supuesto la amabilidad de su gente. La zona de prensa ofreció entrevistas con todos los artistas para que medios de diferentes puntos del país pudiesen hacer sus notas. La zona destinada a puntos de comida y las tiendas de merchandising estuvieron concurridas, en su mayoría por una audiencia bastante joven. Este no es un hecho fortuito.
En las dos jornadas se disfrutó del buen clima, cero lluvia. Esto fue complementado por un ambiente festivo gracias al aporte de géneros como el ska, punk, folk y hip hop. La variedad musical convocó a crestudos de chaqueta de cuero, grupos de raperos, uno que otro metalero, y una impresionante cantidad de señoritas. Muchos conocían al pie las líricas de grupos nacionales como Grito o La Vodkanera, así que los pogos y coros a pulmón herido fueron la norma. Formidable conexión a lo largo del día.
A destacar la actuación de La Etnia. La formación de rap bogotana con tres décadas de trayectoria mostró su temple, y poco a poco se echó el público al bolsillo. Sus integrantes demandaron de la gente los mismos pogos que consiguió el hardcore horas antes, y lo consiguieron. Los adictivos beats de sus pistas, aquellas letras que abordan el mundo clandestino con gran reflexión, y la puesta en tarima de sus dos vocalistas, obtuvo uno de los clímax de la jornada.
Los españoles Decibelios fueron toda una sorpresa para quien escribe. Ska-punk a la vena. Provenientes de Barcelona, sus integrantes se despacharon todo un set de vibrantes temas hechos originalmente en los 80, tiempo de mayor actividad para la banda antes de acabarse en los noventa y convertirse en una leyenda urbana. Fray, su cantante, fue todo un derroche de poder, con sus tirantes, botas y clara pinta skinhead, lanzó no precisamente mensajes de cariño hacia los fascistas. Los punzantes riffs, el vértigo del saxofón, y el rotulo de ser pioneros del sonido oi! en la Península Ibérica sellaron un show memorable.
La noche avanzó con mucho más baile por cuenta de los venezolanos Desorden Público, un reconocido nombre en el ska latinoamericano y recurrente acto de festivales. También se presentó Alika & La Nueva Alianza con su cuota de reggae.
El segundo día del festival y a su vez el de cierre, como es habitual, fue dominado por el metal. Desde las primeras horas de la tarde actuaron las agrupaciones nacionales Semilla de Odio, Savage Agression, Militant, Nameless, Twilight Glimmer, Orfeo y Vein. En general mostraron buen nivel, razón para ser convocadas por el festival. Cabe mencionar la importancia de los géneros con participación para el thrash, el death, black y power metal. En el caso de los capitalinos Vein, sus canciones se vieron reflejadas en llamativos murales hechos por parte de un artista visual.
El remate a cargo de los californianos Asesino, con su guitarrista Dino Cazares (Fear Factory) trajo recios acordes. El trío cuenta con Tony Campos (ex Static-X) en la voz y el bajo más un baterista apodado El sadistico. Básicamente humor socarrón y grindcore al espinazo. Cazares mostró su pasado con los legendarios Brujeria y la banda soltó covers de Matando güeros y Brujerizmo. Hubo también lugar para rendirse a Slayer con su hit Angel of Death.
El desenlace una vez más contó con un nombre de trayectoria europeo. En esta oportunidad los suecos Tiamat. Su metal gótico capturó a los reunidos en esta noche. In a Dream. Clouds, The Sleeping Beauty, Wildhoney o Gaia trajeron muchas memorias y emociones. Los dirigidos por el cantante Johan Edlund tienen la oscuridad implícita, hay dolor y belleza en los arreglos.
Apostar para Tiamat en el cierre no daba para tener fuegos artificiales con largos himnos de estadio. Es una propuesta intimista por parte de una banda de culto. Desde los tempranos años noventa abrió un hueco entre los amantes de las melodías matizadas por lo siniestro. Contar con Tiamat fue un acierto aunque la verdad la respuesta de los espectadores no se puede comparar con la euforia del primer día.
Grita Rock llegó a trece ediciones presentándonos conciertos muy valiosos. Visitar la ciudad siempre es un placer, y más cuando el rock es el motivo. A quienes trabajan por hacerlo cada vez más grande todo el respeto y admiración. Es un festival para vivir las veces que sea.
Alejandro Bonilla Carvajal
Fotografías: Khristian Forero
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